Macron, su esposa y la “broma”
La puerta del avión se abrió justo cuando al presidente de Francia, Emmanuel Macron, le asestaban un par de manotazos en la cara; en las imágenes no se ve a su esposa, Brigitte, pero sí sus manos empujándole el rostro al mandatario. Habían aterrizado en Vietnam y los esperaba una comitiva, que grabó toda la escena. (¿Qué habría pasado si hubiera sido él quien le empujaba el rostro a ella?)
A partir de ahí, las miradas se centraron en cada gesto de la pareja, buscando algún atisbo que confirmara que fue una pelea doméstica y no “bromas” entre ellos, como aseguró días después el mandatario. Esa noche, tras el incidente, el matrimonio bajó del avión y Macron le tendió el brazo, pero ella prefirió apoyarse en la barandilla de las escaleras; caminaron por una alfombra roja, sin tocarse ni voltearse a ver; él, con la mano empuñada y la quijada apretada.
La visita del mandatario a Vietnam pasó a segundo plano. Alrededor del mundo, el interés se centró en la pareja francesa y su relación, no solo por lo que todos vimos —cuando ellos pensaban que nadie los estaba viendo—, sino porque en medios volvieron a revivir su historia, una historia atípica y poco convencional.
Brigitte fue profesora de Macron. Se conocieron cuando Emmanuel Macron tenía 15 años y ella 39 años, estaba casada y con tres hijos. Ahí comenzó su historia, para algunos de amor y, para otros, blanco de críticas ante la marcada diferencia de edades. El romance fue descubierto y explotó el escándalo en el colegio, entre las familias y la comunidad donde ambos vivían. Los padres de Macron lo enviaron a París para que terminaran la relación, pero el estudiante y la profesora siguieron en contacto. Pasó más de una década y Brigitte se divorció; un año después —en 2007— se casó con Macron, y desde entonces ella se volvió su principal aliada. (¿Y si el mayor fuera él? El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también es 24 años mayor que su esposa Melania, sin que alguien cuestione la diferencia de edades.)
“Sin ella, yo no sería yo”, dijo Macron en 2017, cuando ganó la primera vuelta en Francia. Y así parece ser, porque Brigitte siempre ha tenido un papel protagónico en la carrera política de su marido: involucrada en reuniones, supervisando al equipo de campaña, opinando y aprobando… hasta corrigiéndole el ritmo y tono de voz en los ensayos de sus discursos. En la vida de Macron ha tenido el papel principal.
Cada pareja sabe la dinámica de su relación, pero en política la percepción pública importa. Y la escena del manotazo en la cara en poco o nada ayuda al liderazgo del mandatario, quien ha ido asumiendo el papel de intermediario entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
El matrimonio Macron ha sido caricaturizado y satirizado durante años, enfrentándose a miradas de desaprobación, críticas y hasta apodos agresivos porque ella es mayor. El empujón en el rostro del mandatario no pasó desapercibido, sugiriéndole que parpadee dos veces si necesita ayuda. Bromas y memes aparte, la violencia doméstica contra los hombres existe, pero, ante el estigma social, la vergüenza de ser maltratados, no lo denuncian ni reciben ayuda.
La violencia no distingue géneros y no debe ser tolerada por nadie, ni por hombres ni mujeres.