Le regresaron su pase de “visitante frecuente”
Después de los comentarios -el año pasado- del exembajador estadounidense Ken Salazar en contra de las elecciones para el Poder Judicial, de las que dijo “amenazan la histórica relación comercial que hemos construido, la cual depende de la confianza de las inversiones que se tienen que hacer aquí en México”, y que provocaron que Claudia Sheinbaum prácticamente le cerrara el acceso de Palacio Nacional al diplomático -donde “entraba y salía como en su casa”- al decir que “A veces el Embajador acostumbra llamar a un secretario o a otro secretario, entonces ahora le dijimos, bueno, si quiere tratar un tema relacionado con energía, porque hay varios estadounidenses que quieren invertir y quiere saber la disponibilidad, entonces es a través de la Cancillería”, hoy ya cambió esta política y las puertas aparentemente nuevamente se abren “de par en par” para el nuevo embajador.
El nuevo embajador de los Estados Unidos, Ronald D. Johnson, apenas llegó hace dos meses y el 19 de mayo estuvo en Palacio Nacional para entregar sus cartas credenciales; el pasado 11 de junio regresó a la oficina presidencial cuando acompañaba al subsecretario de Estado norteamericano, Christopher Landau, y el viernes hizo su tercera visita -aparentemente no programada-, en la que estuvo acompañado por una comitiva de empresarios estadounidenses y algunos funcionarios.
El primer encuentro fue protocolario -”de cajón”-; del segundo fue escueto lo que se informó del contenido de la entrevista. En este espacio escribimos un día después sobre lo señalado por Sheinbaum, quien solo mencionó que “Nos reunimos en Palacio con Christopher Landau, subsecretario de Estado, para conversar sobre diversos temas de la relación México-Estados Unidos”, y hablamos de que en la fotografía que se distribuyó a la prensa la expresión de la Presidenta Sheinbaum es de apenas una pequeña sonrisa -un poco seria- y no demuestra una posición relajada, lo que habla de que “fue una reunión de caras largas”. Y sobre la visita del embajador el viernes a Palacio Nacional -que duró 1 hora con 20 minutos y que nuevamente tiene de pase de “visitante frecuente” a Palacio-, que sucede a una semana de que vence el plazo para la aplicación de aranceles comerciales del 30 por ciento a los productos mexicanos, no se dieron a conocer pormenores de la reunión. Hubo un silencio sepulcral.
Seguramente el tema arancelario fue parte de la conversación en la reunión con el embajador estadounidense, aunque con un presidente Trump “montado en su macho” -aplicando aranceles a todo el mundo-, ni la llamada que prometió Sheinbaum haría a Trump “si es necesario” lo va a hacer recular en sus intenciones de pasarse por el “arco del triunfo” el Tratado Comercial, del que por cierto ya dijo que lo va a “renegociar” el año próximo, no a hacer una “revisión técnica” como está establecido en el acuerdo.
Usted, ¿qué opina?