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La vergonzosa discriminación en la Liga Mexicana del Pacífico

La discriminación de los peloteros mexicanos no nacidos en nuestro territorio nacional es un tema que sigue causando escozor tanto en México como en el vecino país del Norte, y es interesante en ese contexto recordar el caso de Sergio Francisco Romo, uno de los mejores beisbolistas que ha dado México, nacido en Brawley, California, pero de padres mexicanos con raíces en Jalostotitlán.

Aunque nació en los Estados Unidos de América, Sergio Romo jamás renegó de sus orígenes, mas en ambas naciones ha padecido la discriminación. Fue sistemáticamente golpeado en la Universidad de Alabama por sus raíces y sobre todo por su fisonomía y color de piel, mas también ha sido discriminado en México al tildarlo de “pocho” y “chicano”, al grado de no ser considerado mexicano para efectos de su posibilidad legal para jugar en el beisbol profesional de invierno en nuestro país, debiendo recordarse que fue sólo que después de ser en tres ocasiones integrante del roster de Gigantes de San Francisco que ganó la Serie Mundial, fue convocado a integrar la Selección Nacional mexicana en algún certamen internacional.

Algo ilustrativo del problema discriminatorio que aquejó a Sergio Romo fue esa anécdota cuando le tocó ser el abridor de un juego de su entonces equipo, los Leones de La Universidad del Norte de Alabama, al término de la temporada 2004 del beisbol colegial de máximo nivel, que era un privilegio reservado para quien se hubiese significado como el mejor serpentinero de la rotación de abridores del escuadrón y se conjugaba el hecho de que Romo necesitaba lograr siete ponches para empatar el récord de todos los tiempos en ese departamento de entre todos los lanzadores que hubiesen portado la franela de esa Universidad, y se sabe que cuando cayó el segundo out de la cuarta entrada, el anunciador oficial del campo de juego realizó el anuncio en cuanto a que el pitcher mexicano había ya empatado la marca y de lograr recetar un chocolate más, lo que era mucho muy factible, Romo tendría un lugar en la historia deportiva del beisbol universitario en la afamada escuela, siendo así como algo muy presumible de lograr por Romo, ya que en todos los cotejos que el chamaco colegial mexicano había iniciado aquella campaña había lanzado al menos siete entradas, de ahí que se antojaba que el moreno lanzador de orígenes mexicanos de apenas 21 años tenía a su alcance la oportunidad de romper la marca de más ponches al seguir lanzando por al menos tres innings más y al conseguir más outs por la vía del chocolate lograr un nuevo récord que sería mucho muy difícil de igualar.

Pero dicen las crónicas que en tanto ya Romo saboreaba en forma anticipada que podría quebrar el famoso récord de más ponches en una temporada para un lanzador de la Universidad del Norte de Alabama, el grito del maanager del equipo lo volvió a la realidad, ya que pidió suspender brevemente el cotejo para salir al campo, encaminarse a la lomita de las responsabilidades y sacar a Romo del encuentro, siendo así que al mexicano se le borró la sonrisa al escuchar al mánager pedirle  la bola. Cuentan que el timonel le farfulló:  “Ningún mexicano va a romper ningún récord en mi equipo porque no lo merece”, al tiempo que con firmeza y hasta rudeza excesiva le extendió grotescamente la mano para exigirle a Romo le entregara a “Doña Blanca”.

Romo quedó marcado por esa fea anécdota y el efecto fue de buscar superarse y demostrar su calidad y valía no obstante su condición de foráneo para los del vecino país del Norte. Lo que finalmente logró con sus éxitos como ligamayorista. Pero después su lucha fue que en México se le reconociera como un gran pelotero mexicano no obstante no haber nacido en nuestro territorio aunque sea mexicano de pleno derecho al ser hijo de padres mexicanos nacidos en Jalisco, lo que ha logrado, aunque aún le falte ser considerado nacional pleno para poder jugar en nuestro máximo circuito de beisbol profesional de invierno, la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), que lo sigue considerando foráneo aunque se le catalogue como mexicano para vestir la franela de nuestro país en eventos internacionales.

Romo jugó ocho temporadas con los Gigantes de San Francisco, formando parte del roster de esa afamada organización que ganó la Serie Mundial en los años 2010, 2012 y 2014, por lo cual cuenta con tres anillos de campeón en las Grandes Ligas, una hazaña que ningún otro pelotero mexicano ha logrado aún, habiendo sido factor clave para que Gigantes lograra el campeonato en el año 2012 al haber logrado tres salvamentos en la serie campeonil ante los Tigres de Detroit en el cuarto y definitivo juego, cuando Romo retiró en orden la novena entrada dándose el lujo de hacerlo con tres ponches; el último de ellos al poderoso cañonero venezolano Miguel Cabrera, siendo que en esa Serie Mundial Romo lanzó tres entradas perfectas, con cinco bateadores contrarios eliminados por la vía del ponche. Ese éxito deportivo le permitió que, por primera vez, fuera llamado a la Selección mexicana y el Clásico Mundial de Beisbol del año 2013, vistió la casaca verde de México, siendo hasta entonces que pudo cumplir un gran anhelo: ser considerado mexicano, igual que cualquier otro y poder así representar a nuestro país, en el que nacieron sus padres y sus abuelos antes de irse como migrantes a California para trabajar en los campos hortícolas en los años sesenta.

Romo es sólo un ejemplo de la discriminación que ya ha amainado en el vecino país, pero que está latente en nuestro México y debemos exigir termine por ser vergonzosa.

Ojalá seamos capaces de impulsar que cese la espantosa y degradante práctica discriminatoria que aún impera en la LMP y que al menos ya se evita en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), nuestro máximo circuito beisbolero profesional de verano, en el que ya son mexicanos todos los que tienen ese derecho por ley.

@salvadorcosio1
bambinazos61@gmail.com

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