La pacificación no se logra en días
La paz es un camino de largo aliento, una construcción del día a día, un compromiso de transformación. Sin duda, cuando el gobernador Pablo Lemus dijo que pacificaría Teocaltiche y Teuchitlán en un plazo de 40 días, fue un gran error, ya que, desde entonces, han sido asesinadas varias personas políticas y funcionarias municipales. Lo que se observa con esta declaración es un concepto de paz negativa, debido a que se encuentra asociado a la seguridad y, por tanto, se limita a la imposición del orden por medio de las fuerzas de seguridad y no a la cohesión comunitaria.
De acuerdo con personas expertas en paz y procesos de pacificación, para que estos procesos logren concretarse es indispensable que se considere el acceso a la verdad y la justicia asociadas al real ejercicio de los derechos humanos y el respeto de la dignidad. La pacificación debe considerar, de forma indispensable, la participación de la comunidad mediante diálogos que permitan diagnosticar y comprender el contexto, las relaciones de miedo, silencio y temor asociadas a la delincuencia, así como las formas a partir de las cuales se pueden retejer las relaciones sociales de una comunidad con el fin de recuperar la convivencia.
La construcción de paz es un concepto integral. El Manual de procesos de paz, de Vicenç Fisas, señala que la pacificación implica, necesariamente, procesos de incertidumbre que trascienden el tiempo y en los que las posibilidades de solución deben ser construidas con la comunidad y no solo con los actores políticos. La pacificación requiere de la comprensión de la cotidianidad y el entendimiento de los entramados sociales de miedo y silencio que se pudieron haber construido para lograr el control del territorio. Necesita de una metodología participativa de acción-intervención en la que la presencia de mediadores es también indispensable. No es un proceso lineal, sino que está rodeado de crisis y desequilibrios que requieren de estrategias de acción y mediación diferenciadas. Incluso, es importante considerar que, en diferentes procesos de pacificación de la historia, la presencia y la participación activa de las mujeres de las comunidades en los procesos de pacificación logra sostenibilidad, debido a que construyen soluciones alternativas desde lógicas de entendimiento de los territorios.
La semana pasada, el gabinete estatal del Gobierno de Jalisco se trasladó junto con el gobernador al municipio de Teocaltiche, en donde establecieron mesas de diálogo con sus pares municipales, anunciando una estrategia de intervención con una inversión de mil millones de pesos para realizar intervenciones en carreteras, escuelas y hospitales, junto con la dispersión de diferentes programas sociales, entre algunas cosas más. Ridículo pensar que “enchular” o arreglar espacios es la base para desestructurar las lógicas de terror que existen en muchos municipios. Como se ha dicho, la pacificación está lejos de la presencia militar o de la vigilancia. Se encuentra en la cohesión social capaz de trascender el hecho de pintar y remodelar escuelas. La pacificación está en el terreno y el territorio desde donde se han entretejido silencios de miedo y de complicidad que son indispensables comprender. Nadie teje la paz sintiendo miedo y desconfianza ante la autoridad, o ¿en qué aporta pintar escuelas a la verdad y la justicia? Las autoridades de Jalisco deben ser capaces de comprender que en Teuchitlán, Teocaltiche, Encarnación de Díaz y muchos otros municipios más, nadie quiere hablar con nadie, que el temor como estrategia de control se ha vuelto un entramado de vida cotidiana y que desestructurar esto es el gran reto que tienen por delante.
El gobernador Lemus debería mostrar humildad y aceptar que la declaración de los 40 días para pacificar estos municipios fue un error. Todos deseamos que las estrategias de su Gobierno sean asertivas y recuperen territorios. Haría bien el gobernador en pedir ayuda de personas expertas en procesos de pacificación para lograr un trabajo sostenido en el tiempo, capaz de trascender el sentido de inmediatez y espectacularidad. Es indispensable arrancarle el control del territorio a la delincuencia desde el sentido de tejer en inteligencia y permitirnos construir con la comunidad desde el entendimiento y el diálogo. Apostar por el mediano plazo y la sostenibilidad sería lo más pertinente. Solo así, la paz puede ser construida con justicia y verdad.