Juan Graciano
Dos boxeadores tapatíos que nacieron para serlo, sus cualidades superlativas las pulieron en el gimnasio Arce, el legendario de la Arena Coliseo. Entre centenares de alumnos, y compañeros estelaristas del embudo de Medrano 67, y otros más que figuraban en carteleras internacionales, fueron ascendiendo, acompañados de carisma, propietarios de importante pegada, aprendieron la técnica boxística, estaban listos para el debut profesional.
Los mánagers y entrenadores del Arce, coincidían, los más, en que ese par podría continuar enriqueciendo a la escuela boxística jalisciense, potencia nacional.
Los años 1970, la auténtica época de oro del boxeo mexicano, y anunciaron a Juan Graciano, 3 de septiembre de 1977 en la Arena Coliseo local, inició con la diestra en alto, noqueó a Armando Ortiz, y continuaron los triunfos, nocaut uno tras otro, poder de nudillos, potencia, un acorazado peso ligero que no se permitía retroceder un solo centímetro de la lona. El público reconoció su espectacularidad, la taquilla crecía en cada una de sus presentaciones, hasta abarrotar de seguidores el inmueble de la familia Lutteroth.
De boxeo electrizante y con química para enamorar al público, lo esperaban los rumbos internacionales. Después de noquear a Celso Limón y a Juan Elizondo, le trajeron al ring de la Arena Coliseo al arandense Salvador Torres, al colombiano Alfredo Pitalúa, también los noqueó. El promotor Rogelio Robles vino por Graciano para presentarlo en el Olympic Auditorium. El boxeador tapatío ya estaba en la puerta de las grandes ligas. Su adversario, el estadounidense Norman Goins; perdió Graciano.
Había que recomponer el camino, de nuevo en la Coliseo local, y otra vez Celso Limón para aplicarle la misma medicina. La victoria le dio confianza a Graciano, y a Robles, por lo que ordenó preparar las maletas, viajar a Los Angeles, porque Fidel Fraijo ya lo esperaba. Y otra vez perdió el jalisciense en el Olympic Auditorium. Rogelio mantuvo la fe, por tercera vez presentó a Juan Graciano en el escenario angelino, Arturo Frías el adversario. Volvió a perder. Ya no hubo más roce internacional. Aquí peleó una última vez Graciano, junio de 1982, perdió con Ernesto Herrera, en la plaza en la que siempre había ganado; aquella noche se retiró.
Boxrec registra dos peleas de Juan, ante Paul Davis en Kingston, Jamaica en 1987; y contra Vincenzo Nardiello, en Vigevano, Italia, en 1989, los dos lo noquearon.
A Juan Graciano lo promovieron sus hermanos Pancho y Nacho, bodegueros del Mercado de Abastos, en dos de sus presentaciones en la Coliseo local, fueron las más trascendentes con llenos hasta las lámparas, el trampolín para conocerlo allende nuestras fronteras. Expertos coincidieron que Juan Graciano reunía todo para convertirse en campeón mundial con toda la barba, pero también estaban ciertos que su economía le permitía vivir con confort, por lo que no tenía hambre para conquistar el campeonato del mundo, hambre de gloria y de la otra que tuvieron los “Púas”, “Sal” Sánchez, Carlos Zárate, para lograr sus hazañas.
Continúa: Raymundo “Pelón” Rodríguez...
Y por ahí estaré atisbando