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Fiscalía: eficiencia y autonomía

Los casos de Elba Esther Gordillo y Javier Duarte han puesto nuevamente en evidencia a la Procuraduría General de la República. Ya no sabemos si es ineficiente a secas o intencional y perversamente ineficiente. Ojalá fuera lo segundo, que las pifias, los hierros y la falta de pericia para perseguir delitos de corrupción sean porque hay una mente macabra pensando cómo ayudar a sus “carnales”, pero me temo que no, que el problema es la ineficiencia a secas, sin adjetivos, que, efectivamente, en este país la justicia es ciega, pero también sorda, muda y lerda: da palos de ciego, no escucha a nadie, no tiene una voz autorizada y hace tonterías por sistema.

Uno puede entender que  políticamente el sistema tenga interés en que el ex gobernador priista de Veracruz, Javier Duarte, salga de la cárcel lo antes posible, quizá hasta para cumplir algún pacto tipo “compadre, te tienes que ir a la cárcel pero yo me comprometo a que salgas antes de que yo me vaya y te quedes con tu lana para que sigas mereciendo la abundancia”,  pero me cuesta muchísimo trabajo pensar que la PGR y el Gobierno federal hayan tenido la más mínima intención de ayudar a que la maestra Gordillo saliera del bote y revivir al enemigo. La debilidad política con la que saldrá el grupo de Peña Nieto, quizá sea el ex presidente más débil de los últimos años, y particularmente el ex secretario de Educación y responsable de la desastrosa campaña de Meade, Aurelio Nuño, por supuesto que no les conviene tener en la calle, empoderada y enojada, a quien le hicieron la guerra, por las razones que hayan sido.

Me temo, pues, que no estamos  ante una justicia selectiva sino ante una Procuraduría tan ineficiente que cualquiera que tenga dinero y abogados la puede vencer

Me temo, pues, que no estamos ante una justicia selectiva sino ante una Procuraduría tan ineficiente que cualquiera que tenga dinero y abogados la puede vencer. Los pobres seguirán siendo la carne de cañón y los que engrosarán las cifras del informe presidencial el primero de septiembre, pero los llamados “peces gordos” se libran de la cárcel literalmente como peces en el agua.

¿La autonomía es un requisito indispensable para que la Fiscalía sea eficiente? Jurídicamente no. En eso tienen razón quienes defienden la visión de López Obrador de no ceder la Fiscalía, la independencia no basta, pero no deja de ser una trampa discursiva. La eficiencia y la autonomía son cualidades distintas, ambas necesarias. No se trata de escoger entre una u otra sino de que se cumplan ambas para que realmente sirva. La “independencia de facto” que plantea el Presidente electo depende de la voluntad del jefe, es estar parado sobre una pierna ajena.

La verdadera autonomía y eficiencia dependerán de un fiscal fuerte y con voluntad política, pero sobre todo de un diseño institucional inteligente.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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