El primo de la gripe
El Covid-19 es como una gripa o una influenza y ya. Fue la respuesta de Roberto un joven estudiante de medicina que con cierto sentido de suficiencia responde ante la pregunta sobre el peligro de la nueva epidemia. Los especialistas dicen que tiene razón. Pero el virus SARS-CoV-2 tiene características que lo hacen distinto a sus primos que producen la gripe o la influenza, porque a pesar de que puede llegar a ser mortal, no lo es tanto. (Sólo casi 2% estadísticamente fallece, mientras que por influenza lo hace el .5% y aún menos por la gripe común).
Pareciera entonces que se ha exagerado con las medidas tomadas y comienza a generase la polémica de la que participa Roberto con sus amigos universitarios. La razón por la que el mundo ha respondido con tanta velocidad y con medidas sin precedentes es que se trata de algo nuevo que tiene aspectos aún desconocidos. El nuevo virus fue identificado con extrema rapidez. Su genoma fue secuenciado por científicos chinos y compartido a todo el mundo en pocas semanas a partir de un investigador chino que por cierto, ahora mismo es castigado por su Gobierno por haberlo difundido sin autorización oficial según reportes de prensa (bit.ly/2vjsXkp), así la comunidad científica ha compartido datos genómicos y clínicos a una velocidad sin precedentes y por eso los trabajos sobre una vacuna están avanzados. La Organización Mundial de la Salud declaró una emergencia de interés internacional. Todo esto ocurrió en una fracción del tiempo que se tardó incluso en identificar el H5N1, en 1997, y el H1N1, en 2007. Y sin embargo, el brote sigue extendiéndose aunque se trate de un primo de la gripe aparentemente no tan letal. Esto pone en entredicho la efectividad de las medidas de contención y los científicos como el profesor de epidemiología de Harvard, Marc Lipsitch, consideran que a estas alturas es imposible contener su expansión. Ahora que ya tenemos casos en México y que en Estados Unidos parece establecerse como una enfermedad que se transmite en las comunidades de la Costa Oeste donde tantos mexicanos radican, la situación no se parece a la que vivimos en el año 2009 con la expansión del virus H1N1, porque estamos más preparados.
En un artículo publicado en la revista The Atlantic (bit.ly/2TsihI8) el citado profesor Lipsitch predice que en el próximo año, entre 40% y 70% de la población mundial se infectará con el virus que causa el Covid-19. Pero, aclara enfáticamente, esto no significa que todos tendrán enfermedades graves. “Es probable que muchos tengan una enfermedad leve, o que sean asintomáticos”, dijo. Al igual que con la gripe, que a menudo es una amenaza para la vida de las personas con enfermedades crónicas y de edad avanzada, la mayoría de los casos pasan sin atención médica. (En general, alrededor de 14% de las personas con gripe no tiene síntomas). Hay consenso entre los especialistas que consideran que Roberto tiene razón y que el Covid-19 terminará como una nueva enfermedad estacional, como la gripe o la influenza. Y que en un momento dado se producirá una vacuna. La presencia de la enfermedad en la región hace necesario recordar las lecciones aprendidas en 2009 cuando se decidió actuar con tal radicalidad que el daño económico fue enorme por la ola de pánico en la población. Es precisamente la difusión del miedo lo que pude provocar mayores distorsiones. Las autoridades sanitarias han sido claras tanto, aquí como en el mundo, al decir que parece inevitable la expansión y que hay que actuar con responsabilidad protegiendo a la población, sobre todo a la más vulnerable que, como en el caso de la gripe o la influenza, son las personas enfermas, mayores y quienes tienen factores de riesgo.
La información debe fluir con transparencia como principio de respeto al derecho a saber de un asunto de importancia. Porque el nuevo primo de la gripe y la influenza tiene aún mucho de desconocido y su manejo es un asunto de interés público en el mundo, que alentará el debate y modificará la narrativa de la vida social y política, como ya altera la de la economía y las finanzas. Parece que el primo ha llegado para quedarse entre nosotros.