El entusiasmo de volver a la libertad
La pandemia redujo libertades en el mundo y puso un freno al entusiasmo. Las restricciones de movilidad, la observación digital, la baja en la actividad económica y la suspensión de las actividades escolares, restringieron de hecho, el ámbito de libertad de las personas en la mayor parte de las naciones occidentales.
Ante el miedo y la incertidumbre, la sociedad exigió un papel más relevante de los estados nacionales para reaccionar al hecho inesperado que nos tomó a todos por sorpresa. La respuesta se tradujo en medidas emergentes y luego en una enorme cantidad de estímulos económicos provenientes de las arcas públicas dirigidos a mantener el consumo y a la actividad. En estos doce meses ha crecido la deuda de las naciones, se ha intensificado la digitalización de la vida social y se han implementado medidas económicas inimaginables en otras condiciones, como el envío de cheques y ayudas sociales extraordinarias a las personas y enormes créditos a empresas y gobiernos subnacionales.
Miles de millones de dólares se inyectan en el mundo industrializado para preparar la vuelta a la libertad. Pero más que un regreso al pasado, lo que veremos muy probablemente es una realidad que mantenga por mucho tiempo algunas de esas restricciones y también los mecanismos de política social e intervención del gasto púbico en la economía pero en un ambiente de entusiasmo.
Habrá una recuperación de la percepción de libertad en el mundo y también una reactivación económica producto de las medidas sanitarias y económicas. En la región norteamericana esa ola estará marcada por la enorme cantidad de recursos que se entregaran a familias, empresas y gobiernos locales en Estados Unidos, dirigidos a estimular el consumo y restablecer el crecimiento económico.
La movida beneficiará indirectamente a México, dada la interdependencia comercial y la fuerte vinculación social entre ambas naciones. Pero, otra vez, ese crecimiento no será una vuelta al pasado, sino que se reflejará en un cambio de conducta de los actores económicos que en poco tiempo se han vuelto más exigentes, electrónicos y sofisticados. La brecha digital se profundizará a medida que se reacomoden las cadenas de suministro industrial para hacer frente a China; se fortalezca el comercio electrónico y se reactiven los viajes, por lo que se requiere una política social mucho más activa en México.
La velocidad y fuerza de la recuperación, tanto económica como de la percepción de libertad, dependerá del control de la pandemia mediante la vacunación, y en ese campo los Estados Unidos avanzan con ventaja sobre Europa y otras regiones, lo que puede reflejarse en un crecimiento acelerado este mismo año. Las previsiones indican que para fines de mayo estén vacunados casi la totalidad de los adultos en Estados Unidos y que en México también la reciban más de 20 millones de personas. Luego de las dificultades que ha tenido nuestro país para la adquisición de las vacunas dado el surgimiento del nacionalismo sanitario que privilegia a las naciones poderosas.
En esas condiciones, y sin un rebrote, veremos la reapertura de las fronteras terrestres, la reactivación de una parte de los viajes en la región, en una vuelta gradual que obligará a las autoridades a tomar medidas compensatorias en algunas regiones o actividades específicas para responder de forma más eficiente a la desigualdad catalizada por la pandemia. Todo indica que a partir de mayo veremos un crecimiento importante de la maltrecha economía en Canadá, Estados Unidos y México.
El entusiasmo que despierta la idea de regresar a la libertad está impulsado por un gasto público que puede generar mayor desigualdad. Curiosamente en la región norteamericana gobiernan ahora mismo los grupos más afines a las medidas de solidaridad social frente al mercado.
A Biden, Trudeau y a López Obrador les corresponderá encausar esa etapa de vuelta a la libertad en la que la fuerza del estado será determinante. El entusiasmo que llega después de la tragedia es un sentimiento contagioso que traspasa las fronteras.