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Verano caliente

El Presidente está enojado. Su tono en el discurso del sábado en el Zócalo -a propósito del V aniversario de su triunfo electoral- fue poco festivo y las promesas a estas alturas del sexenio sonaron más huecas que un cántaro de piñata. Pensar que en lo que resta del sexenio, cuando los que no anden en la grilla andarán en el año de Hidalgo, se podrán hacer las cosas que no se lograron en los cinco anteriores -un sistema de salud digno y universal y la autosuficiencia en gasolinas- es realmente ilusorio. En los últimos años de gobiernos, nos dice la experiencia, lo único que aflora son los errores, los problemas internos y las traiciones.

Pero sin duda lo que más le enoja es haber perdido el control de la narrativa. Hasta hace quince días el país parecía tener un solo derrotero: la continuidad. Súbitamente apareció la oposición, con todos sus problemas, errores y su horrible pasado. Con sus personajes impresentables y los potables. Con su insoportable discurso perdona vidas y algunas luces de esperanza. La oposición reapareció como lo que es: un amasijo de contradicciones. Con todo, la oposición se hizo presente en las primeras planas y en las conversaciones de sobre mesa y de redes sociales.

Este será un verano caliente. El Presidente se jugará el resto. No en la gestión gubernamental donde ya hay poco o nada que hacer. Ya no es posible cambiar el derrotero de Dos Bocas, ni del Tren Maya, ni del Aeropuerto Felipe Ángeles, ni el IMSS Bienestar. Lo que pasó, para bien y para mal, pasó. Es lo que hay. El calor subirá en lo político, en los ataques personalizados del Presidente a quienes él identifica con la oposición. Sí, sí es personal. El Presidente sabe que puede combatir mejor a sus opositores si les pone rostro, nombre y apellido: Loret de Mola, Claudio X, Ciro, Aguilar Camín, Krauze. Pero también sabe que una vez que la oposición tenga candidato, Morena el suyo, y él rinda su V Informe, arrancará una campaña polarizada y tensa de uno contra uno.

El gran reto del verano caliente para los dos bloques es salir fortalecidos de las campañas internas. El problema para los morenistas que, merced a su forma de organización como movimiento en torno a un gran líder, tienen menos reglas y son menos propicias a respetar las pocas que hay. Para la oposición el reto es aún mayor: tienen que emocionar y hacerse creíbles ante los electores.

En medio de este clima veraniego, MC ha decidido irse de vacaciones y esperar al otoño a ver de qué lado masca la iguana.

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