Límites Jalisco-Michoacán, ¿quién manda ahí?
Las zonas limítrofes del Estado han sido históricamente complicadas de gobernar. Durante mucho tiempo el problema fue la definición de límites, Jalisco mantiene eternas discusiones sobre el tema, algunas desde hace medio siglo, con Nayarit, Zacatecas y Colima, que el Senado de la República no ha querido resolver. Solo el Senado, la representación del pacto nacional, puede decidir sobre el territorio de los Estados, pero sabe bien que lo que decida hará enojar a uno, así que históricamente la decisión ha sido no decidir. ¿Qué son unos cuantos miles de personas afectadas frente al problema político que significa quitarle territorio a un Estado? Con esa lógica han actuado y seguirán actuando.
Otro problema de límites tiene que ver con el crimen organizado. Si hay problemas entre municipios colindantes de dos Estados diferentes es porque las policías municipales y los alcaldes están alineados a cárteles distintos. Cuando no es así, cuando un grupo del crimen organizado controla ambos lados del límite estatal, entonces la frontera se borra, como es el caso de los municipios del sur de Jalisco, Mazamitla, Valle de Juárez, Quitupán, Santa María del Oro y Jilotlán de los Dolores, que colindan con los michoacanos Tepalcatepec, Los Reyes y San José de Gracia.
El atentado con una mina contra un vehículo de la Guardia Nacional, cuyo saldo asciende ya a ocho militares muertos, es un claro ejemplo de lo que es el control territorial en esa zona por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación. Nada hay de extraño, muchos de los grandes capos de este grupo criminal, comenzando por el líder Nemesio Oseguera, nacieron en Tepalcatepec, del otro lado del río del mismo nombre y que divide a los dos Estados en la sierra. Los criminales controlan ambos lados de la división administrativa entre dos Estados que son, en teoría, soberanos. Pero no se puede defender ni esgrimir la soberanía estatal cuando hay un grupo de crimen organizado que suple las funciones básicas del Estado. Para decirlo en pocas palabras: ni Michoacán controla Tepalcatepec o Los Reyes, ni Jalisco controla Jilotlán o Santa María del Oro. ¿Qué es entonces lo que defienden?
Por el bien de los habitantes de esas zonas limítrofes, que son pocos, pero no por ello menos importantes, los Estados deberían unir fuerzas y convocar a la Federación (en ese orden) para recuperar el territorio. Sin embargo, a nadie parece importar ese rincón del Estado y del país que es noticia solo cuando sucede un hecho como el del ataque a la patrulla de la Guardia Nacional o la cancelación de las elecciones. Ni el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, ni el de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, ni la Presidenta, Claudia Sheinbaum, le dieron la dimensión que merece un ataque así.