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El patio de juegos del narcotráfico

Comienza de nuevo la danza de los aranceles. Ahora la amenaza, por escrito, dice que será de 30 por ciento, aunque nadie tiene claro si esta cifra incluye o no a los productos amparados en las reglas del T-MEC. Quizá ni el propio presidente estadounidense, Donald Trump, lo tenga claro, porque sabe que solo se trata de intimidar.

México no ha hecho lo suficiente para combatir a los cárteles de la droga que han convertido a Estados Unidos en el patio de juegos del narcotráfico, dice el presidente Trump en su carta.

La primera parte de la frase es absolutamente cierta: México no ha hecho lo suficiente para combatir a los cárteles; más aún, es mucho lo que se ha hecho desde México para dejarlos crecer. Sea por corrupción, miedo o simple conveniencia política, el Estado mexicano ha convivido, tolerado y en no pocos casos ha alentado a los cárteles de la droga los últimos 40 años.

El discurso ha ido variando con los sucesivos gobiernos. Pasamos del “nosotros somos el trampolín y ustedes la alberca” del sexenio de Miguel de la Madrid, al “abrazos, no balazos” de López Obrador, y en medio cualquier cantidad de variantes. Lo que no ha cambiado es la incapacidad de ambos Estados para enfrentar de manera conjunta un problema que afecta a los dos.

La segunda parte de la frase es mucho más discutible, por no decir abiertamente falsa. Si Estados Unidos es el patio de juegos de los cárteles no es por lo que ha hecho o dejado de hacer el Estado mexicano, sino por lo que han hecho y dejado de hacer del otro lado del río Bravo.

Digamos que la alberca de la que hablaba De la Madrid se convirtió cuatro décadas después en todo un parque acuático. Que se sepa, no existe hasta ahora un solo cártel que obligue a los ciudadanos estadounidenses a consumir drogas en la forma en que lo hacen. No hay un país con niveles de consumo como el que tienen ellos.

Es cierto, en México se producen drogas ilegales al gusto de los estadounidenses (antes eran marihuana y opioides; hoy drogas sintéticas y fentanilo), pero las estructuras de comercialización y distribución en Estados Unidos son de ellos y solo de ellos; el gran mercado es de ellos y la gran fábrica de lavado de dinero la operan en el sistema financiero que regulan ellos.

El patio de juegos es un desastre y Trump necesita culpar a alguien, aunque sea al proveedor del azúcar para hacer los algodones.

México es responsable de lo que sucede en territorio mexicano, de lo que el Estado hace y deja hacer en México, que ya es terrible, pero no es ni puede ser responsable de lo que sucede en territorio estadounidense.

Por supuesto que esto a Trump le importa un bledo. Mientras tenga a quien culpar, mientras exista un otro que pueda convertir en un enemigo que le facilite su discurso nacionalista, no le importa si lo que dice es cierto.

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