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Elección en la Corte, ¿la madre de las batallas?

Hoy hay elección de presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), uno de los tres poderes de la Unión, el único que en este momento puede quedar fuera del control del Presidente de la República. Para la oposición se trata de un asunto fundamental, la madre de las batallas de cara a la sucesión presidencial.

Lo que se juega hoy es más importante para la oposición que para el propio Presidente. En una metáfora futbolera digamos que el López Obrador va ganando 3-0. Si la oposición mete gol sigue viva en el partido, aunque vaya perdiendo gacho. Si el Presidente mete otro gol, la distancia será prácticamente insalvable en lo que resta de tiempo sexenal. La oposición está eufórica porque hay un penal en discusión (la UNAM es el VAR). Si se marca, es muy probable que metan gol, que el nuevo presidente de la Corte no sea cercano al obradorismo.

No es la gran transformación de la Corte lo que está en juego, como nos quisieron vender con el fallido intento de reelección del ministro Arturo Zaldívar, el asunto es mucho más inmediato y vulgar: las reformas secundarias en materia electoral. De cómo afronte la Corte esta reforma que tiene, de acuerdo a los mismos morenistas, muchísimas cosas que podrían ser consideradas inconstitucionales, depende en gran medida el futuro de las instituciones de nuestra democracia. 

Elegir a Yasmín Esquivel Mossa sería un triunfo para el Presidente y una derrota para la Corte, no solo porque la ministra se ha comportado como un brazo del Presidente, sino porque en medio de la discusión sobre la autenticidad de su tesis, y por lo tanto la validez de su título como abogada, la SCJN quedaría expuesta de manera innecesaria. El plan B sería Margarita Ríos Farjat o Loreta Ortiz Ahlf, otra ministra con profundas ligas al movimiento obradorista con una agravante: fue una activista del partido Morena, incluso candidata, lo que puso en duda su nombramiento como ministra. Ambas tienen el problema de que son las más novatas en la Corte y no tienen gran ascendente con sus pares que son quienes deben elegir.

Es, pues, muy probable que el Presidente pierda esta batalla y con ello la oposición reviva las porras en la tribuna, pero está muy lejos de ser la una gran derrota o un triunfo definitivo. Tener un ministro presidente de la Suprema Corte que no sea un operador del Presidente es fundamental para que funcione la división de poderes, pero la Corte ha dado señales de su independencia en más de una ocasión. Mas allá de ello, es en lo anímico, en la sensación de la oposición de haber metido un gol al Presidente, donde la elección de la Corte tendrá efectos políticos interesantes. 

diego.petersen@informador.com.mx

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