Ideas

Ansiedad anticipatoria

Creía conocer del miedo hasta hace algunos años. Recuerdo perfecto lo que pasó por mi mente cuando me encontraba sometida e inmovilizada en la parte trasera de mi propio carro con una pistola en la cabeza, de pronto del miedo a los súbitos pero definitivos pensamientos “¿hasta aquí llego todo?, ¿tantos días acumulados y los aún anhelados en la vida para que un desconocido los termine así nada más?” Sobreviví a ese capítulo y nunca reparé en que la verdadera lucha tendría que librarla después, con las crisis de ansiedad que se instalan eternamente en la cotidianidad y que debes aprender a controlar porque desde aquel momento violento, además de valorar a profundidad cada día, la principal reflexión y dosis de realidad que he ido aprendiendo a entender, es que desde ese momento se robaron mi tranquilidad.

En estos días en los que convivimos en medio de la contingencia por el COVID-19 con las compras de pánico y los incontables mensajes en cadena que llegan a los celulares, el mío, el suyo y que se viralizan -la mayoría de ellos sin fundamento-, ¿cuáles son las primeras emociones que llegan ante un panorama “apocalíptico”? Estrés, nervios y claro, ansiedad, especialmente la anticipatoria, así que trataré de compartir lo que he tratado de trabajar desde aquel secuestro exprés para ayudar a pasar por este momento atípico e inesperado de la mejor forma.

La ansiedad anticipatoria se concentra en la alteración de la mente, de algunos procesos que le permiten construir escenarios futuros con altas dosis de estrés y peligro, el llamado sexto sentido se confunde con lo más cercano a la intuición y viceversa, se mezcla con elementos externos (información falsa) y el resultado es un estado permanente de miedo que te paraliza e imposibilita reaccionar ante una amenaza real, es demasiada la carga informativa que hay bloqueo en lugar de una acción concreta.

¿Qué hacer entonces? En los grupos de apoyo a los que fui el mensaje principal era: para vencer el miedo, hay que enfrentarlo. ¿Cómo? Trasladando esos pensamientos sobredimensionados y alterados al presente, a mi entorno e inmediatez. Un compañero reportero le preguntó a un señor que salió del supermercado con cajas de papel higiénico para qué compraba tanto, visiblemente nervioso le respondió: “Porque vivo lejos”.

Tratar de llenar la alacena por cuarenta días como preparación ante la supuesta catástrofe no ayuda en nada, al contrario, deja sin productos básicos y necesarios a otros, como usted o como yo, precisamente en el momento que más se requiere, justo como lo que le compartí líneas atrás de tener demasiada información (insumos) pero justo sin saber cómo utilizarlos en el momento preferido. Sí, no la vieron venir los mayoristas de cubre bocas y desde hace mes y medio (así me lo dijeron algunos empleados) les compraron por miles empresarios orientales.
El presente de esta crisis está en la prevención, lavado de manos, uso de gel antibacterial y aislamiento social, -en buena medida las dos primeras acciones que debían realizarse ya de manera cotidiana-. Concluyo con un fragmento que me compartió el maestro y amigo Pedro Pallares sobre la obra de Jane Austen, “Sensatez y Sentimientos” que puede servirnos para la reflexión: “Vi que mis propios sentimientos habían preparado el camino para mis sufrimientos y que mi falta de fortaleza en el dolor casi me había llevado a la tumba… si hubiera muerto, habría sido de autodestrucción… si hubiera muerto ¡en qué singular angustia te hubiera dejado, tú, que habías visto todo el irritable egoísmo de mis últimos días!”.
 

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