Año Nuevo
Tradicionalmente la llegada de un nuevo año infunde el sentimiento de confianza ante el futuro que se comparte con los demás para demostrar empatía, solidaridad, cariño; 2021 puede ser un año cabalístico, su número resulta atractivo por su uso en la suerte, las apuestas o en la astronomía. Esto resulta especialmente significativo luego de las crisis del 2020. El año nuevo llega con un regalo: la posibilidad de controlar la pandemia con las vacunas. También trae consigo la oportunidad de adaptarse a nuevas condiciones de vida en muchos sentidos y el desafío de navegar en aguas inexploradas en la economía y la estabilidad social en muchas partes del mundo. También llega en medio de agitaciones políticas, un creciente cultivo del odio y la división, teorías de la conspiración, y en el caso de México en medio de una ola que parece interminable de violencia.
Esa incertidumbre que se ha vuelto crónica o permanente según se quiera ver, implicará también retos sociales por la tensión provocada por la crisis económica en el mundo, donde la agitación social puede surgir debido al fin de los programas de apoyo y el escrutinio público respeto a la forma como se gestionan las políticas de salud, incluidas las vacunas.
En el año que inicia México tendrá que lidiar para controlar la pandemia, reactivar la economía, organizar las elecciones intermedias, reconstruir su relación con los Estados Unidos, fortalecer su posición en favor de la lucha contra el cambio climático y activar mecanismos de apoyo social significativos, así como para fortalecer la confianza en el futuro de la nación.
En medio de estas tensiones dos sectores resultan especialmente importantes para recomponer la confianza en el largo plazo: el de la salud y el de la educación públicas. Como en la mayor parte del mundo, la sociedad espera acciones para fortalecer los mecanismos en favor de la igualdad social que han mostrado ser insuficientes ante una pandemia, que parece ser no será la única en el futuro. La reconstrucción del sistema de salud pública de México ha sido un proyecto que se ha emprendido muchas veces y se ha enfrentado siempre a enormes presiones internas. Ahora la ocasión parece impostergable: habrá que decidirse por un tipo de sistema y aportar para aplicarlo con visión de estado en el largo plazo más allá de los cambios políticos. Algo similar pasa con la educación cuyos resultados están muy por debajo del potencial debido a la monumental burocracia y corrupción gremial que pareciera endémica. La aceleración del uso de la tecnología obliga a reconstruir un sistema que ha resultado insuficiente por su calidad y enfoque social. La precariedad de los servicios de salud y educación en las zonas rurales como la atención a los grupos vulnerables es inaceptable en la perspectiva de construir un futuro sostenible y digno para los habitantes del país.
Los médicos y el personal de salud ahora dan la batalla frente a la enfermedad y han puesto su cuota de vidas que obliga a asumir los cambios para mejorar las instituciones, y los maestros también han puesto de su parte en este periodo sin precedentes. Ambos grupos sociales serán determinantes en la construcción de las nuevas instituciones que el país necesita. Pero será necesario fortalecer los mecanismos de cohesión para evitar que esas corrientes de odio y división impidan el trabajo conjunto. Quizá pareciera demasiado pronto para discutir estos tema cuando estamos en medio de la más grave crisis sanitaria y con la afectación a la educación más grave en la historia del sistema educativo mexicano, pero son precisamente estos momentos en los que surgen los cambios más profundos. Las crisis traen consigo la oportunidad de construir soluciones innovadoras, así
que aunque el año nuevo promete ser particularmente incierto, es importante detectar esos espacios en donde los cambios son imprescindibles para el futuro. El pesimismo que anuncia el desastre inminente destruye el ánimo para construir el futuro y lo cambia por un caos indeseable. Así que habrá que optar por el optimismo del año nuevo para alejar el cultivo del odio y la división que no permite mirar las oportunidades para que todos cuenten con salud y educación.