Ideas

- Huachicoleo

Una buena y una mala con respecto al tema de moda (la escasez de gasolina y la desesperación de los automovilistas por adquirirla… aunque -según proclamó solemnemente El Inefable en turno- “no hay desabasto”)…

-II-

La buena: que el asunto -la crisis, la noticia de moda o como quiera denominarse- ha servido para hacer público y aun escandaloso lo que hasta hace unos días se limitaba a ser, en el mejor de los casos, un secreto a voces que casi nunca se volvía mediático: la práctica sistemática del robo de combustible; la “ordeña” de los ductos de Pemex; el mercado negro de gasolina; la posible corrupción de personal de la paraestatal -altos funcionarios incluidos- en una práctica que implicaba disimulo, por una parte, considerando que desde hace varios años se sabía que una de las muchas razones de la ineficiencia financiera de la empresa era la sangría continuada de los ductos, y contubernio, por la otra, lo mismo si la gasolina robada se comercializaba de manera informal, que si se expendía “normalmente” en las gasolineras.

Los primeros indicios notorios de que el robo de combustibles en grandes cantidades era una práctica sistemática, se tuvieron en Guadalajara desde hace varios años. Las explosiones del 25 de marzo de 1983 a inmediaciones del Centro Médico del Seguro Social, y las del 22 de abril de 1992 en el Sector Reforma, fueron ocasionadas, sin duda, por la presencia de altos volúmenes de gasolina (presumiblemente robada) en los colectores. En ningún caso se realizaron investigaciones serias ni se tomaron medidas para sancionar a los responsables… aunque en ambos hubiera víctimas -decenas de muertos y cientos de heridos- y cuantiosos daños materiales. Aunque hubiera graves delitos manifiestos (robo, lesiones, homicidios imprudenciales, daño en las cosas…), el común denominador, en los los casos, fue la consabida impunidad.

En años más recientes ha habido indicios de que el crimen organizado, y más particularmente los cárteles que han sentado sus reales en varias entidades del país, están detrás de esas prácticas; de que el “huachicoleo” no es una maniobra realizada de manera aislada y artesanal por raterillos de poca monta, sino de una industria operada por delincuentes de alta escuela… entre los cuales, probablemente, algunos “de cuello blanco”.

-III-

Y la mala: que muy probablemente, en cuanto el suministro se normalice, nadie volverá a ocuparse del tema…
Sigue vigente -salvo prueba en contrario- el axioma de que “no hay indignación mexicana que dure más de 72 horas”.

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