- “Escuchar las ‘pintas’...”
Los puristas del idioma dirían que el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, apeló a una licencia literaria cuando declaró que sería pertinente “escuchar las ‘pintas’” visibles -ostensibles incluso- en la parte externa del edificio de la rectoría de la casa de estudios, con que dejaron huella de su paso las participantes en la manifestación dominical contra la violencia de género en Guadalajara.
Dirán los puristas que las pintas, en sentido estricto, se leen… y que, en todo caso, lo importante es que las denuncias que esta vez quedaron pintarrajeadas en los pisos y en el mobiliario urbano de la explanada, se atiendan, especialmente porque no se trataba de mensajes en abstracto, sino de acusaciones o señalamientos concretos. Una cosa es garrapatear “No estás sola”, “Ni una más”, “Feminicidio no” o leyendas similares, y otra muy diferente replicar en esa marcha el ejercicio que se hizo en el jardín frontero a la Preparatoria No. 1, donde se colocaron “tendederos” en que se señalaba, no sólo con sus nombres y apellidos, sino con su fotografía, exhibiéndolos públicamente, a los maestros que han incurrido en acoso sexual o en tocamientos indebidos en contra de las alumnas.
-II-
Que el rector tomara la decisión de no mandar borrar las “pintas” sin antes tomar nota de los señalamientos concretos, para interpretarlos como acusaciones y realizar, a partir de ellos, las investigaciones correspondientes, y eventualmente sancionar a quienes lo ameriten y hacer del conocimiento de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general el resultado y las consecuencias de tales investigaciones, es señal de que se entendió el mensaje apremiante que tanto las marchas dominicales como el “día sin mujeres” del lunes quisieron enviar a toda la sociedad.
Ese debería ser uno de los beneficios de las dos jornadas: que tanto en la Universidad de Guadalajara como de todas las escuelas y centros de trabajo, se tomaran medidas para facilitar que las mujeres que se hayan sentido agraviadas u ofendidas por el comportamiento de sus maestros, jefes, condiscípulos o camaradas, presenten las denuncias, sin temor a represalias de ninguna naturaleza, y tengan una razonable garantía de que sus reclamos serán atendidos, y las conductas reprobables reciban la sanción y el correctivo correspondientes.
-III-
En este caso, como en los relacionados con delitos, no hay mejor remedio que la sanción… ni mayor incentivo para que esas conductas perniciosas se sigan repitiendo, que la impunidad.