Ideas

- “Amor y paz…”

Sería gracioso si no fuera trágico: un promotor contumaz de la discordia, predicando la concordia y el respeto…

-II-

En efecto: ¿con qué autoridad moral intenta zanjar en una confrontación verbal entre dos periodistas, en la “mañanera” del miércoles, quien ha convertido lo que pretende ser un ejercicio ejemplar, puntual y sistemático de la transparencia y la rendición de cuentas al pueblo por parte del gobernante, en una trinchera desde la que se disparan ironías y cuchufletas (“fifís”, “conservadores”, “neoliberales”, “la mafia del poder”…) y se enlodan reputaciones (“corruptos”, “deshonestos”…) sin aportar pruebas y sin denunciar formalmente los delitos implícitos tras los calificativos que se reparten…?

Que en México el Presidente de la República haya cumplido la promesa de ofrecer diariamente -salvo los fines de semana- una conferencia de prensa, es, por supuesto, un ejercicio insólito en la historia. Es probable que esa práctica le permita salir al paso, todos los días, de las críticas de sus “adversarios”, como él denomina a quienes, al disentir de sus opiniones y censurar o reprobar sus decisiones, ejercen un derecho fundamental de todos los ciudadanos en todas las democracias, y consagrado expresamente en la Constitución (Artículo 6º): “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público…”.

-III-

Que 317 veces en 461 días (hasta ayer) de gobierno se haya dado esa práctica, sin embargo, no significa que el pueblo mexicano sea el mejor informado del mundo y de la historia…, ni, mucho menos, ha propiciado una armonía creciente entre gobernantes y gobernados.

El zafarrancho verbal en que se enfrascaron dos periodistas -habituales asistentes a las “mañaneras”, según los medios- a raíz de que uno solicitara una “investigación fiscal” a periodistas, activistas y políticos que supuestamente reciben dinero -no queda claro de quién- para “apoyar movimientos feministas”, convirtió la sesión en una versión actualizada de los pleitos “de vecindad” o “de comadres”, en que no ganaba quien esgrimiera mejores argumentos dialécticos o exhibiera mejores dotes oratorias, sino quien tuviera el arsenal más copioso de improperios o vocablos ofensivos e injuriosos, y los remataba, además, con el invencible “botellita de jerez…”.

A veces pasan cosas que dan la razón a Jean de la Bruyere cuando decía que “Es una desgracia no tener bastante talento para hablar bien… ni bastante juicio para callarse”.

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