Estilo

Esto dice la psicología sobre las personas que nunca dejan de hablar

La psicología revela que detrás de este comportamiento pueden esconderse desde inseguridades y ansiedad hasta impulsividad o una necesidad constante de validación

Todos conocemos a alguien que parece incapaz de guardar silencio. Ya sea en reuniones, conversaciones casuales o incluso en momentos de pausa, estas personas llenan cualquier vacío con palabras. Aunque a veces pueden resultar encantadoras, también pueden generar incomodidad o agotamiento en quienes las rodean. ¿Qué hay detrás de este comportamiento aparentemente inofensivo?

Lee: Estos son los zapatos que NO debes usar en temporada de lluvias

Según la psicología, hablar en exceso puede tener múltiples causas. En primer lugar, está la extroversión, las personas extrovertidas tienden a expresarse verbalmente como forma de procesar ideas, conectar socialmente y obtener energía. En estos casos, el hablar mucho suele ser una manifestación natural de su personalidad.

Sin embargo, no todos los habladores compulsivos son simplemente sociables. En muchos casos, este patrón de conducta se relaciona con la ansiedad. Hablar puede ser un mecanismo para calmar tensiones internas, evitar silencios incómodos o disimular inseguridades. También puede responder a una necesidad profunda de validación, de sentirse escuchado y aceptado por los demás.

Lee también: ¿Qué tan saludable es tomar leche todos los días?

Otro factor que puede influir es la impulsividad. Algunas personas tienen dificultades para contener sus pensamientos y verbalizan todo lo que se les pasa por la cabeza sin filtrar. Esta falta de autocontrol no siempre es malintencionada, pero puede llevarlas a interrumpir o dominar la conversación sin notar el efecto que tienen en los demás.

Este tipo de comportamiento puede dañar las relaciones personales o profesionales si no se maneja con conciencia. Una estrategia útil para interactuar con personas que hablan demasiado es la “interrupción empática”; una forma de tomar la palabra con amabilidad y respeto, equilibrando así la dinámica conversacional.

Te puede interesar: Pensamientos que parecen verdad (pero solo es la ansiedad hablando)

Hablar mucho no es necesariamente un defecto, pero puede ser un síntoma de otras necesidades emocionales o rasgos de personalidad que merecen ser comprendidos. La clave está en reconocer cuándo es momento de escuchar y cuándo dar espacio a los demás, construyendo relaciones más empáticas y equilibradas.

KG

Temas

Sigue navegando