Tecnología
Un doodle de ensueño
La creación de el historietista Winsor McCay es honrada con una animación que empieza como solían empezar sus historietas
GUADALAJARA, JALISCO (15/OCT/2012).- Google siempre nos sorprende con sus creativos doodles, estos son logotipos modificados para conmemorar una fecha especial. Hoy, conmemora el 107 aniversario de la aparición de la primera historieta clásica, la memorable “Little Nemo in Slumberland” que en traducción libre llamaríamos “El pequeño Nemo en el país de los sueños”.
La creación de el historietista Winsor McCay es honrada con una animación que empieza como solían empezar sus historietas: el pequeño Nemo (Nadie, en latín, Nemo, igual que el capitán del Nautilus en la novela de Verne) duerme, cae hacia un mundo onírico que se va desarrollando en niveles con diversos personajes (la princesa del país de los sueños, que tal vez todos los niños tuvimos una en la imaginación) siempre en un universo Art-Déco en el que las letras de Google se entrelazan en el argumento de la aventura, hasta concluir en un chapuzón que se convierte en un despertar agitado al caer de la cama.
La creatividad de McCay hizo durante muchos años de esta línea argumental, un viaje por diversas aventuras que se entrelazaban, continuaban unas de otras, viajaban con las fantasías y terminaban en un despertar abrupto a veces, a veces amable. Nemo hacía del país de los sueños un ensueño propio de todos los que le seguían en sus aventuras que primero se publicaron en el suplemento dominical del New York Herald, precisamente el domingo 15 de octubre de 1905, para luego trasladar su onírica historieta a los diarios de William Randolph Hearst, hasta terminar su eterno sueño (o tal vez sumergirse ya en privado en él) nuevamente en el New York Herald el 26 de diciembre de 1926.
Fue el 26 de julio de 1934 que Winsor McCay cerró para siempre sus ojos, tal vez llegó a su personal Slumberland, legando a sus lectores y admiradores un recuerdo y una influencia, que habría de identificarse en creativos de la talla de Walt Disney.
Hoy, Google en su muy personal visión nos lleva al universo de McCay y nos permite una vez más, soñar.
EL INFORMADOR / ADRIÁN CASTAÑEDA FONSECA
La creación de el historietista Winsor McCay es honrada con una animación que empieza como solían empezar sus historietas: el pequeño Nemo (Nadie, en latín, Nemo, igual que el capitán del Nautilus en la novela de Verne) duerme, cae hacia un mundo onírico que se va desarrollando en niveles con diversos personajes (la princesa del país de los sueños, que tal vez todos los niños tuvimos una en la imaginación) siempre en un universo Art-Déco en el que las letras de Google se entrelazan en el argumento de la aventura, hasta concluir en un chapuzón que se convierte en un despertar agitado al caer de la cama.
La creatividad de McCay hizo durante muchos años de esta línea argumental, un viaje por diversas aventuras que se entrelazaban, continuaban unas de otras, viajaban con las fantasías y terminaban en un despertar abrupto a veces, a veces amable. Nemo hacía del país de los sueños un ensueño propio de todos los que le seguían en sus aventuras que primero se publicaron en el suplemento dominical del New York Herald, precisamente el domingo 15 de octubre de 1905, para luego trasladar su onírica historieta a los diarios de William Randolph Hearst, hasta terminar su eterno sueño (o tal vez sumergirse ya en privado en él) nuevamente en el New York Herald el 26 de diciembre de 1926.
Fue el 26 de julio de 1934 que Winsor McCay cerró para siempre sus ojos, tal vez llegó a su personal Slumberland, legando a sus lectores y admiradores un recuerdo y una influencia, que habría de identificarse en creativos de la talla de Walt Disney.
Hoy, Google en su muy personal visión nos lleva al universo de McCay y nos permite una vez más, soñar.
EL INFORMADOR / ADRIÁN CASTAÑEDA FONSECA