Tecnología
Un doodle ...para contártelo mejor...
Celebra el 200 aniversario de la primera publicación del primer tomo de cuentos de los Hermanos Grimm
GUADALAJARA, JALISCO (20/DIC/2012).- El día de hoy, 20 de diciembre del año 2012, el buscador Google cambia su logotipo en uno de los llamados “Doodles” (“garabatos” en su traducción estricta, “logotipo conmemorativo de Google” en esta nueva era de tecnología) para contarnos el muy conocido cuento de la Caperucita Roja, celebrando con eso el 200 aniversario de la primera publicación del primer tomo de cuentos de los Hermanos Grimm.
Con un total de 22 escenas que nos van recordando el desarrollo del relato, el doodle interactivo nos traslada por este clásico cuento, que afortunadamente no ha sido desvirtuado mediante películas que le cambien la esencia, como sí ha sucedido con otros de los mismos autores como La Sirenita, Blancanieves, La Cenicienta, Pulgarcito, Juan con suerte, Leyenda de los duendecillos, La hija del molinero, Rabanita, Los músicos de Bremen o Barba Azul.
Es sorprendente considerar que, si desde su publicación (coincidiendo con la derrota de Napoleón en Rusia), cada año se leyera un cuento diferente, todavía quedarían cuentos para rato. Más de 200 cuentos infantiles de primera línea componen el acervo de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm, cuatro ediciones con un total de cinco volúmenes fueron publicados entre los años de 1812 y 1822 bajo el título de “Cuentos infantiles y del hogar”.
El mérito de los hermanos Grimm fue, sin duda, la capacidad de recopilar y contar de manera amena cuentos de el folklore popular alemán, rescatando un acervo de tradiciones que se estaban perdiendo y que provenían del medioevo. Su trabajo consistió en conseguir los relatos de boca de la gente sencilla del pueblo, reunir la esencia que se traduce en anécdotas con una moraleja no tan obvia como la de los fabulistas Esopo, Samaniego o La fontaine, ya que en esos casos el relato sacrifica desarrollo a cambio de claridad en la moraleja.
Los cuentos de los hermanos Grimm son un recorrido ameno por anécdotas largas y llenas de recovecos, con los elementos clásicos de un buen relato (inicio, desarrollo, nudo y desenlace) que con impecable valor académico son tanto comprensibles para los pequeños, como fáciles de memorizar para los mayores y plenos de colorido y elementos para plasmar no sólo imagenes memorables en las mentes infantiles, sino la esencia de un paisaje y un pueblo representado en cada elemento. Así, Caperucita Roja nos habla de la vida campirana, de la belleza de la vegetación en el medio, de distancias largas entre los hogares, de la fauna del bosque, de la bondad y cooperatividad de la gente que, rústica y todo como los leñadores, tienen un perfil pleno de nobleza y conmiseración hacia el prójimo. Cada cuento nos ha de trasladar por diferentes perfiles de la población como quizás no volvemos a encontrar plumas capaces en muchos años posteriores.
Doscientos años después de que apareciera la primer edición, el doodle de hoy no sólo conmemora la aparición de la literatura inmortal, sino el esfuerzo de dos hermanos enfocado a hacer un puente entre la tradición de un pueblo y los corazones infantiles sensibles a el valor universal de la palabra, contada al calor del hogar, en toda latitud y desde hace dos siglos.
Un doodle que trae millones de recuerdos, a millones de personas que todavía conserven un rincón de niñez en el corazón, sin importar la edad.
REDACCIÓN INFORMADOR / ADRIÁN CASTAÑEDA FONSECA
Con un total de 22 escenas que nos van recordando el desarrollo del relato, el doodle interactivo nos traslada por este clásico cuento, que afortunadamente no ha sido desvirtuado mediante películas que le cambien la esencia, como sí ha sucedido con otros de los mismos autores como La Sirenita, Blancanieves, La Cenicienta, Pulgarcito, Juan con suerte, Leyenda de los duendecillos, La hija del molinero, Rabanita, Los músicos de Bremen o Barba Azul.
Es sorprendente considerar que, si desde su publicación (coincidiendo con la derrota de Napoleón en Rusia), cada año se leyera un cuento diferente, todavía quedarían cuentos para rato. Más de 200 cuentos infantiles de primera línea componen el acervo de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm, cuatro ediciones con un total de cinco volúmenes fueron publicados entre los años de 1812 y 1822 bajo el título de “Cuentos infantiles y del hogar”.
El mérito de los hermanos Grimm fue, sin duda, la capacidad de recopilar y contar de manera amena cuentos de el folklore popular alemán, rescatando un acervo de tradiciones que se estaban perdiendo y que provenían del medioevo. Su trabajo consistió en conseguir los relatos de boca de la gente sencilla del pueblo, reunir la esencia que se traduce en anécdotas con una moraleja no tan obvia como la de los fabulistas Esopo, Samaniego o La fontaine, ya que en esos casos el relato sacrifica desarrollo a cambio de claridad en la moraleja.
Los cuentos de los hermanos Grimm son un recorrido ameno por anécdotas largas y llenas de recovecos, con los elementos clásicos de un buen relato (inicio, desarrollo, nudo y desenlace) que con impecable valor académico son tanto comprensibles para los pequeños, como fáciles de memorizar para los mayores y plenos de colorido y elementos para plasmar no sólo imagenes memorables en las mentes infantiles, sino la esencia de un paisaje y un pueblo representado en cada elemento. Así, Caperucita Roja nos habla de la vida campirana, de la belleza de la vegetación en el medio, de distancias largas entre los hogares, de la fauna del bosque, de la bondad y cooperatividad de la gente que, rústica y todo como los leñadores, tienen un perfil pleno de nobleza y conmiseración hacia el prójimo. Cada cuento nos ha de trasladar por diferentes perfiles de la población como quizás no volvemos a encontrar plumas capaces en muchos años posteriores.
Doscientos años después de que apareciera la primer edición, el doodle de hoy no sólo conmemora la aparición de la literatura inmortal, sino el esfuerzo de dos hermanos enfocado a hacer un puente entre la tradición de un pueblo y los corazones infantiles sensibles a el valor universal de la palabra, contada al calor del hogar, en toda latitud y desde hace dos siglos.
Un doodle que trae millones de recuerdos, a millones de personas que todavía conserven un rincón de niñez en el corazón, sin importar la edad.
REDACCIÓN INFORMADOR / ADRIÁN CASTAÑEDA FONSECA