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Ser o no ser, he ahí la arruga

Por: Julieta Flowers

Después de mirarte en el espejo y descubrir tu primera arruga. Ya nada es igual. En serio. “Ay que tanto es tantito” dijo mi amiga Carmela, y remató con que exagero. La cosa es que a los treintas y ajá todo se vuelve tan pero tan existencial. Las mujeres que han pasado ese umbral, -porque es un umbral de espasmo que te deja clarísimo que estás dejando atrás algo de ti-, lo tienen claro. Pero ahora por lo pronto, la conciencia del tiempo en la piel se me volvió casi metafísica hasta llegar al punto (¡señoras! No me dejen mentir) de caer en la pregunta ¿Quién soy?. La pregunta es… ¿Es verdad que las cosas mejoran con el tiempo? Podríamos pensar que sí, como los vinos. Si fuésemos optimistas.

Lo difícil es que al irte despidiendo de tu primera juventud para aterrizar con cremas antiarrugas -o sin ellas- a la adultez, exactamente ¿de qué te agarras? Tienes que dejar de ser, sí claro. (Arggggggg). No se puede o no sé si se pueda afrontar la vida con treinta y ajá igual que cuando tenías los ilustrísimos 20 años. Por dignidad pretendo no hacerlo. Bendito 2010 Arruga nueva, departamento nuevo, ropa selecta, trabajo iracundo, amigas  definidas, ningún divorcio todavía, viajes, parejas y ¡cremas! Y en el espejo… yo. Lo importante de la gravedad, además de su importancia por sí misma, es que nada pasa cuando no te pasa a ti. Y me enfrento con esto a mi misma y a mi indiferencia pasada de 29’s inmaduros años que nunca se preocuparon por mi futuro. Bien me dijo mi mamá… “lo que es la juventud, ya crecerás”.

Sin embargo, y de manera extraña luego de los ‘treintas’ (señoras, sigan sin dejarme mentir) llega el hedonismo. Un hedonismo consciente porque ya se tiene edad para hacerse cargo de él. Un hedonismo que tiene olores y sabores. Sitios, citas. Nombres, hombres. Tiempos, negociaciones, momentos. Parece que el tiempo se fue corriendo, pero avanza cadencioso para darte a elegir. ¿Contradicción? Dicotomía. La conciencia del tiempo es evidente y el amor a ti misma, te hace ser más selectivo. Es como dejar de comprar garras en el tianguis, para preferir pocas cosas de boutique. No se pierde el tiempo, porque ya se sabe lo que pasa. ¡Arrugas! Sí (pero para eso mucha pero mucha vitamina E). Buen pretexto para comprar nuevos espejos.

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