Richard Gere camina despacio, observando cada detalle como si buscara una historia detrás de cada muro. No es una escena de cine, sino una mañana de diciembre en el Centro Cultural Universitario de Guadalajara, donde el actor y activista ambiental aprovechó su visita a la Feria Internacional del Libro (FIL) para conocer el corazón científico y social que la Universidad de Guadalajara ha construido en torno al medio ambiente.El recorrido comenzó entre los pasillos luminosos del Conjunto Santander de Artes Escénicas y siguió hacia la Cineteca FICG. Pero la verdadera conversación -la que no necesita reflectores- empezó cuando Gere llegó al Museo de Ciencias Ambientales (MCA). Ahí, el cine quedó atrás; lo que apareció frente a él fue un laboratorio vivo de ideas que buscan intervenir en la ciudad, sus paisajes y sus heridas.En el Laboratorio de Ciencia de la Ciudad lo esperaban el director del MCA, Eduardo Santana Castellón, y la subdirectora Gabriela Vaca Medina. No se trató de una presentación protocolaria, sino de una mesa repleta de ejemplos sobre cómo la ciencia, la cultura y la comunidad pueden entrelazarse. Ellos explicaron que el museo no es una vitrina de ecosistemas, sino un espacio que parte de una premisa radical: las ciudades dependen de los paisajes que las rodean, y entender esa relación es indispensable para mejorar la vida urbana y proteger la naturaleza que la sostiene.Santana habló de esa visión como quien describe un territorio íntimo. “El museo estudia los paisajes del Occidente de México para comprender cómo sostienen a sus ciudades”, explicó. La investigación científica, dijo, es la base para diseñar estrategias que permitan mejorar la calidad de vida de las comunidades y, al mismo tiempo, rescatar los ecosistemas que las alimentan.Gere escuchaba con atención. A ratos preguntaba; a ratos sólo asentía, visiblemente sorprendido. El MCA ha tejido una red de colaboración con múltiples centros universitarios e instituciones, entre ellos la Reserva de la Biósfera Sierra de Manantlán, cuyo modelo comunitario ha sido inspiración central para el diseño del museo. También participa con el CentroGeo y con la Comisión de Búsqueda de Personas de Jalisco en un proyecto tan delicado como urgente: el estudio de los procesos de descomposición de cadáveres de cerdos para aplicar conocimientos ambientales en la búsqueda de personas desaparecidas. De ese trabajo, explicó el equipo, surgió un libro de 700 páginas que combina ciencia, territorio y justicia: “Interpretando la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan”.A medida que avanzaba la conversación, Gere comenzó a encontrar resonancias con “Sierra-Mar”, el programa que él impulsa desde su fundación para proteger ecosistemas marinos y de montaña. No tardó en decirlo: “Estoy impresionado y asombrado por lo que hacen aquí. Lo que hacen es muy puro, increíble e inspirador”. Su voz tenía un dejo de familiaridad, como si hallara en Guadalajara un eco inesperado de su propio trabajo.La posibilidad de una alianza surgió casi de manera natural. “En mi fundación vemos las opciones y lo que ustedes están tratando de hacer en el mundo. Creo que podemos trabajar juntos, en alianza, para hacer cosas adicionales”, señaló. No fue una declaración grandilocuente, sino una invitación abierta a explorar vínculos en temas donde la ciencia, el cine y la acción comunitaria pueden encontrarse.El diálogo se amplió con la presencia de Fito Castillo-Morales, director de Programación del FICG y curador del Premio de Cine Socioambiental, quien presentó la evolución de este reconocimiento a lo largo de 17 años. Cada edición reúne documentales que exploran la relación entre seres humanos y territorios, siempre con una mirada crítica hacia la justicia ambiental. A esto se suma el Premio José Emilio Pacheco Ciudad y Naturaleza, entregado durante la FIL, y el podcast “Crónicas del Antropoceno”, que expande la conversación hacia nuevos formatos.También participó José Ramón Mikelajáuregui, jefe del Departamento de Imagen y Sonido de la UdeG, quien describió los proyectos audiovisuales que estudiantes realizan junto con el MCA: filmes sobre problemáticas socioambientales y testimonios de comunidades en distintas regiones de Jalisco. Para Gere, que ha hecho del activismo una extensión natural de su carrera, estas iniciativas parecían completar el mapa de lo que había venido a conocer: un ecosistema universitario donde la ciencia convive con el arte y la cultura para narrar y transformar la realidad.