Domingo, 14 de Diciembre 2025

Las cuatro vidas del Museo Regional de Guadalajara

Un recorrido histórico en cuatro momentos revela cambios institucionales, científicos y culturales que redefinieron el vínculo entre patrimonio, comunidad y conocimiento

Por: Dr. Ricardo Ortega González, profesor investigador del INAH

En su centenario, se propuso actualizar el discurso del museo y contar con una nueva museografía. CORTESíA

En su centenario, se propuso actualizar el discurso del museo y contar con una nueva museografía. CORTESíA

El Museo Regional de Guadalajara transformó su identidad por completo. Su historia puede contarse en cuatro etapas, cuatro visiones que muestran cómo ha cambiado la forma de entender el arte, la historia, la cultura y nuestras propias raíces.

La primera etapa, comprendida entre 1918 y 1940 y bajo la dirección de Ixca Farías, marca el nacimiento del museo en una época de construcción nacional. La Revolución Mexicana había terminado y el país buscaba forjar una nueva identidad. El museo reflejó este espíritu al reunir piezas que, hasta entonces, rara vez compartían el mismo espacio, como las Bellas Artes, con la primera gran colección donada por la Academia de San Carlos de la Ciudad de México.

Para abordar el tema de la historia, Ixca hizo un llamado a la sociedad y al gobierno de Jalisco para donar muebles y objetos que contaran la historia nacional, inaugurando así el Salón de Historia en 1919, así como la primera sala de arqueología, con réplicas del Museo Nacional.

De manera pionera, Ixca y su equipo buscaron colecciones de arte popular; además, recabaron información sobre las costumbres y tradiciones de los artesanos ceramistas, vidrieros y tejedores de todo el estado.

La segunda etapa, de 1940 a 1970, con Guadalupe Zuno al frente, fue una fase en la que la colección se enriqueció con piezas que se convertirían en verdaderos emblemas. Por ejemplo, se recibieron las figuras de vidrio soplado de la famosa fábrica “Ávalos de Guadalajara”. Llegaron óleos que retrataban la región de Tuxpan, además de objetos arqueológicos y paleontológicos, como “El Gigante de Catarina”, un imponente esqueleto que, tras un año de arduo trabajo del arquitecto Luis Larios Ocampo para reconstruirlo, se exhibió por primera vez en 1963. Junto al mamut, otras piezas célebres, como las misteriosas momias y el brazo de Primitivo Ronn, consolidaron al museo como un lugar de asombro y descubrimiento.

La tercera gran transformación llegó de la mano de la ciencia a partir de 1970. Con la descentralización del Instituto Nacional de Antropología e Historia, un equipo de especialistas llegó a Guadalajara y se reinventó el museo, que reabrió sus puertas en 1976 con una visión renovada.

En esta etapa, la investigación se volvió fundamental y se realizaron las primeras excavaciones arqueológicas en Tabachines; sus resultados permitieron crear una notable reproducción de una tumba de tiro. Asimismo, aumentaron las colecciones paleontológicas donadas por el ingeniero Federico Solórzano, y las etnográficas crecieron para representar las formas de vida de las diversas comunidades de Jalisco: la zona de Chapala, Los Altos, los pueblos indígenas del sur y de la Sierra Madre Occidental, como huicholes (wixaricas), coras, tepehuanos y mexicaneros.

La cuarta etapa data de 2014 a la fecha. Bajo la idea de celebrar los 100 años de fundación del recinto, se creó el proyecto de Reestructuración Integral del Museo Regional de Guadalajara hacia su Centenario, cuyo objetivo era actualizar el discurso y contar con una nueva museografía.

El 10 de noviembre de 2018, durante los festejos del centenario, se inauguró la primera sala, titulada “Los primeros habitantes de Jalisco”. Posteriormente se abrieron una pinacoteca incompleta, dos salas de etnografía y una de historia; es decir, el público visitante se encontró con un guion fragmentado, sin pies ni cabeza.

Para saber

Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.

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