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Página abierta: Guadalajara
Guadalajara es bella, mujer madura intacta por dentro, pero el tiempo se rompió
Foto y Poesía: Ramiro Lomelí
Es bueno que en Guadalajara
el aire venga de los besos que el mar
le da a la costa;
y el viento entra por la López Mateos.
Es verde que la sombra de los árboles
huela a frescor de ayeres amanecidos,
que las semillas hayan viajado tanto
para quedarse aquí.
Aún hay pájaros, signos de puntuación
de un idioma que sabían leer
nuestros abuelos.
¡Ah!, y a veces, los novios silentes
son como budas de amor bajo las frondas.
Es bello el cielo de Guadalajara
aun sin escalera, su música de luz,
el vals de sus nubes que los emos
pintarían de rosa y negro, si pudiesen;
el rubor hermoso de las tardes, que distrae
a quienes negocian en los cafés.
Guadalajara es bella, mujer madura
intacta por dentro, pero el tiempo se rompió;
uno vive en 2008, otro en 1926, aquel en 2055;
ya nadie llega puntual a su cita,
la más importante de la vida.
Es bueno que en Guadalajara
el aire venga de los besos que el mar
le da a la costa;
y el viento entra por la López Mateos.
Es verde que la sombra de los árboles
huela a frescor de ayeres amanecidos,
que las semillas hayan viajado tanto
para quedarse aquí.
Aún hay pájaros, signos de puntuación
de un idioma que sabían leer
nuestros abuelos.
¡Ah!, y a veces, los novios silentes
son como budas de amor bajo las frondas.
Es bello el cielo de Guadalajara
aun sin escalera, su música de luz,
el vals de sus nubes que los emos
pintarían de rosa y negro, si pudiesen;
el rubor hermoso de las tardes, que distrae
a quienes negocian en los cafés.
Guadalajara es bella, mujer madura
intacta por dentro, pero el tiempo se rompió;
uno vive en 2008, otro en 1926, aquel en 2055;
ya nadie llega puntual a su cita,
la más importante de la vida.