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Noviembre en la playa
La Tovara, San Blas y La Contaduría en Nayarit son una aventura como pocas
GUADALAJARA, JALISCO (23/NOV/2014).- Esta es la crónica de un viaje perfecto. Una aventura que comienza temprano, cuando el reloj marca las 08:30 de la mañana. Salimos rumbo a San Blas, con un buen pronóstico del tiempo, con el camino sería despejado y contadas nubes por el Cielo. Tomamos la autopista Guadalajara-Tepic y después de tres horas de camino, llegamos a nuestro destino.
Nos recibe un calor húmedo que nadie creería que es noviembre. Es la temperatura perfecta para cumplir con nuestro itinerario: Visitar La Tovara, comer en San Blas y visitar las ruinas de La Contaduría.
La entrada principal de San Blas destella colorido por todos sus ángulos. Está engalanada para la próxima temporada de fiestas, con las fachadas de casas y comercios pintadas en color blanco, y sus eternas tejas cafés, siempre testigos de la tranquilidad del pueblo.
Llegamos a la playa Borrego, la cual lucia sola y muy limpia. El Océano Pacifico se pierde en su horizonte, lo que llama la atención de los visitantes, especialmente los turistas europeos que visitan la zona y se sienten curiosos de conocer otro mar distinto al Atlántico.
La Tovara
Tras esta parada, tomamos rumbo a San Blas, a tres kilómetros está la desviación hacia Las Islitas. Pocos kilómetros adelante se puede observar la barda verde y la entrada al estacionamiento del embarcadero de La Tovara. Allí, bajo la pesada sombra de una palapa, están las lanchas y sus dueños a la espera de clientela.
La Tovara es única desde la composición de sus aguas. Aquí se mezcla la dulce, que emerge de un gran manantial; y la salada del mar. Su unión forma un singular ecosistema de manglares, con árboles que crecen por encima de las aguas.
El costo es por pasear en lancha es de 150 pesos por persona. Durante nuestra visita, el lugar lucía limpio y las lanchas en buen estado, atendidas en todo momento por personal uniformado y siempre listo para atender cualquier petición. El paseo dura una hora, y nos permite adentrarnos en sus bellos manglares, momento perfecto para apreciar y fotografiar la exuberante vegetación verde y frondosa.
Después de unos 30 minutos de navegar sobre el pequeño canal, llegamos al Cocodrilario. Aquí, la barca se detiene 15 minutos para apreciarlo, y si quieres explorarlo mejor, te cobran 20 pesos por entrar a una especie de zoológico en miniatura, donde se encuentra fauna de la localidad —entre guacamayas, pericos, venados, ocelotes y cocodrilos—. Lo que nos sorprendió más fueron los jaguares. En varias albercas se encuentran cocodrilos de diferentes tamaños, además de contar con una una zona de crianza.
En La Tovara te puedes agasajar con la comida del restaurante del lugar, nadar en el agua dulce al lado de los peces o simplemente beber algo refrescante. Luego de 30 minutos de descansar, decidimos que era buen momento de ir a buscar unos deliciosos mariscos nayaritas.
La comida
De vuelta en San Blas, decidimos ir a un lugar llamado La Sirena, en pleno malecón. Ya había gente en las palapas, esperando su platillo, en un ambiente muy familiar.
Decir que se come de lo mejor en Nayarit es poco. Aquí nos encontramos con los mejores mariscos, especialmente el tradicional pescado zarandeado. Yo pedí tres empanadas de camarón y dos tostadas de ceviche de pescado, simplemente deliciosas. La carta también tenía camarones con quesos, ensaladas, papas fritas, arroz y claro ¡una buena cerveza!
Con el estómago contento, fue momento de disfrutar un poco del mar. El agua por esta temporada está templada, y ayuda a combatir el calor que cae a plomo en San Blas.
Curioseando por el lugar, decidí probar un pan de plátano muy típico de San Blas. Uno de los más tradicionales lo venden en un lugar llamado Juan Bananas —el local se encuentra en la calle Honorable Batallón de San Blas No. 219 —, por precios que van de los 50 a los 55 pesos.
La Contaduría
Nuestra siguiente misión fue subir el Cerro de Basilio. Allí todavía se pueden aprecia los restos del Fuerte de la Contaduría y el Templo de la Virgen del Rosario. Por 10 pesos puedes entrar y además de ver las ruinas, ver un hermoso atardecer. El Sol rojo en el horizonte te dejará sin habla, y la vista del pueblo es increíble.
La tarde es la hora en que los jejenes (zancudos) salen a comer, por lo que es bueno llevar un repelente para poder ver esta maravilla de la naturaleza sin estarte golpeando las piernas por los piquetes.
A 18:00 horas decidimos regresar (hay que recordar que en Nayarit es una hora menos) y tomamos el camino de regreso a Guadalajara, para llegar alrededor de las 23:00 horas, y darle fin a un viaje inolvidable.
Gizeth Bernal Jaspeado
Nos recibe un calor húmedo que nadie creería que es noviembre. Es la temperatura perfecta para cumplir con nuestro itinerario: Visitar La Tovara, comer en San Blas y visitar las ruinas de La Contaduría.
La entrada principal de San Blas destella colorido por todos sus ángulos. Está engalanada para la próxima temporada de fiestas, con las fachadas de casas y comercios pintadas en color blanco, y sus eternas tejas cafés, siempre testigos de la tranquilidad del pueblo.
Llegamos a la playa Borrego, la cual lucia sola y muy limpia. El Océano Pacifico se pierde en su horizonte, lo que llama la atención de los visitantes, especialmente los turistas europeos que visitan la zona y se sienten curiosos de conocer otro mar distinto al Atlántico.
La Tovara
Tras esta parada, tomamos rumbo a San Blas, a tres kilómetros está la desviación hacia Las Islitas. Pocos kilómetros adelante se puede observar la barda verde y la entrada al estacionamiento del embarcadero de La Tovara. Allí, bajo la pesada sombra de una palapa, están las lanchas y sus dueños a la espera de clientela.
La Tovara es única desde la composición de sus aguas. Aquí se mezcla la dulce, que emerge de un gran manantial; y la salada del mar. Su unión forma un singular ecosistema de manglares, con árboles que crecen por encima de las aguas.
El costo es por pasear en lancha es de 150 pesos por persona. Durante nuestra visita, el lugar lucía limpio y las lanchas en buen estado, atendidas en todo momento por personal uniformado y siempre listo para atender cualquier petición. El paseo dura una hora, y nos permite adentrarnos en sus bellos manglares, momento perfecto para apreciar y fotografiar la exuberante vegetación verde y frondosa.
Después de unos 30 minutos de navegar sobre el pequeño canal, llegamos al Cocodrilario. Aquí, la barca se detiene 15 minutos para apreciarlo, y si quieres explorarlo mejor, te cobran 20 pesos por entrar a una especie de zoológico en miniatura, donde se encuentra fauna de la localidad —entre guacamayas, pericos, venados, ocelotes y cocodrilos—. Lo que nos sorprendió más fueron los jaguares. En varias albercas se encuentran cocodrilos de diferentes tamaños, además de contar con una una zona de crianza.
En La Tovara te puedes agasajar con la comida del restaurante del lugar, nadar en el agua dulce al lado de los peces o simplemente beber algo refrescante. Luego de 30 minutos de descansar, decidimos que era buen momento de ir a buscar unos deliciosos mariscos nayaritas.
La comida
De vuelta en San Blas, decidimos ir a un lugar llamado La Sirena, en pleno malecón. Ya había gente en las palapas, esperando su platillo, en un ambiente muy familiar.
Decir que se come de lo mejor en Nayarit es poco. Aquí nos encontramos con los mejores mariscos, especialmente el tradicional pescado zarandeado. Yo pedí tres empanadas de camarón y dos tostadas de ceviche de pescado, simplemente deliciosas. La carta también tenía camarones con quesos, ensaladas, papas fritas, arroz y claro ¡una buena cerveza!
Con el estómago contento, fue momento de disfrutar un poco del mar. El agua por esta temporada está templada, y ayuda a combatir el calor que cae a plomo en San Blas.
Curioseando por el lugar, decidí probar un pan de plátano muy típico de San Blas. Uno de los más tradicionales lo venden en un lugar llamado Juan Bananas —el local se encuentra en la calle Honorable Batallón de San Blas No. 219 —, por precios que van de los 50 a los 55 pesos.
La Contaduría
Nuestra siguiente misión fue subir el Cerro de Basilio. Allí todavía se pueden aprecia los restos del Fuerte de la Contaduría y el Templo de la Virgen del Rosario. Por 10 pesos puedes entrar y además de ver las ruinas, ver un hermoso atardecer. El Sol rojo en el horizonte te dejará sin habla, y la vista del pueblo es increíble.
La tarde es la hora en que los jejenes (zancudos) salen a comer, por lo que es bueno llevar un repelente para poder ver esta maravilla de la naturaleza sin estarte golpeando las piernas por los piquetes.
A 18:00 horas decidimos regresar (hay que recordar que en Nayarit es una hora menos) y tomamos el camino de regreso a Guadalajara, para llegar alrededor de las 23:00 horas, y darle fin a un viaje inolvidable.
Gizeth Bernal Jaspeado