Suplementos
Mujeres... nomás pa’l baile
El auge de las cantinas se dio por épocas, y según el tiempo de su fundación se estilaban cosas distintas
Texto: karelia alba, fotos Alonso Camacho
Tercera parte
El olor a la rica comida, la atención del cantinero, la postura que toma el cuerpo cuando se recarga en la barra, el recuerdo de las mujeres que se paseaban, que pedían una copa y que de cuando en cuando bailaban, remonta a una época en la que a muchos les hubiera gustado estar para poder alzar la copa y decir ¡salud!
El auge de las cantinas se dio por épocas, y según el tiempo de su fundación se estilaban cosas distintas. En la década de los sesenta, las cantinas de barrio prohibían la entrada a perros, mujeres, mendigos y uniformados (en ese orden). En Guadalajara todo esto permaneció intacto hasta que con el gobierno de Flavio Romero, el ingreso de las mujeres a dichos centros de reunión fue permitido.
El hecho de que el género femenino haya cruzado la línea obligó a muchas cantinas a cambiar, en primer lugar al tener que contar con baños para las damas, hasta ese momento se contaba con orinales o mingitorios, algunas contaban con baño pero era exclusivamente para caballeros.
Ellos entonces tuvieron que abstenerse y mantener el recato ante la presencia femenina, tanto en sus modales como en su argot. Aunque como el respeto es lo que reina en las cantinas, no hubo más que poner un cierto límite a la coquetería, que como bien aclara Don Roberto: “(...) ellas son las que empiezan y uno pues tiene que pararles el alto”.
Había distintos tipos de cantinas, unas más serias que otras, las que no tenían una política de consumo ligeramente distinta, y en esas las mujeres encontraban más que un lugar de entretenimiento una fuente de ingresos, con el sistema de las fichas.
Las mujeres que trabajaban en este tipo de cantinas eran conocidas como ficheras. Su trabajo consistía en acompañar a los clientes y fomentar el consumo de bebidas alcohólicas por partida doble (la copa de ella y la de él) en cada ronda; por cada par de copas, el mesero dejaba en la mesa una ficha y al final de la jornada la fichera cobraba en la caja una comisión por la cantidad de fichas que hubiese recolectado.
A este trabajo se le asocia con la prostitución, sin embargo, la compañía no implicaba dar el siguiente paso.
Una botanita
Otro de los aspectos característicos de estos recintos de entretenimiento es la comida, que en pequeñas porciones se le denomina botana. Ésta es el acompañante perfecto de la cerveza, para iniciar la tanda, y entonces continuar con la copa, estas botanas incluyen platillos con chile, entre más picante mejor, pues da el pretexto perfecto para terminar un trago y continuar con otro y así refrescar la lengua, el paladar y la garganta.
Los parroquianos llegaban a serlo una vez que elegían su cantina, pero las cantinas entre sí mantenían una cerrada competencia, no con el precio de los tragos sino con el menú de botanas que ofrecían. Cada cual con días específicos para un platillo en particular, por ejemplo: los lunes de carne con chile, los viernes de pozole de mariscos.
En aquel tiempo la botana fácilmente sustituía una comida, pues se daba el caso de cantinas que servían desde caldo de camarón, quesadillas, tacos, pozole, sopes, chicharrón en salsa y hasta guisados en forma como la carne con chile y desde luego las típicas tortas ahogadas.
Actualmente en la mayoría de ellas se mantiene la tradición de dar comida a los clientes por lo que al mediodía registran un buen número de clientes, hay unas cantinas que son tan famosas por sus botanas que en realidad logran cautivar a los consumidores.
Oso Negro:
un bar de luchadores
y ficheras
La cantina Oso Negro está ubicada en la calle Bernardo de Balbuena #650, casi esquina con Eulogio Parra en el barrio de Santa Teresita. Fue fundada por José Mario Escobedo, “Oso Negro”, luchador de profesión, en el año de 1950.
En su tiempo fue imposible registrarla con el nombre de su fundador debido a la existencia del vodka que comparte el título.
En aquella época el ambiente del lugar era totalmente distinto a lo que es ahora, al principio el bar inició como punto de reunión en el que se daban cita personajes de la lucha y desde luego un buen número de ficheras, lo que hacía de éste todo un concepto de película.
Al tiempo el Oso Negro pasó a manos de Jaime Ruiz, actual dueño del lugar, quien encontró aquí una oportunidad de negocio, aunque como dice: “Cuando entré aquí por primera vez me asusté, dije, esto no es lo mío, pero poco a poco se ha ido limpiando el lugar hasta ser lo que se ve hoy, un lugar para divertirse y tomar la copa”.
Llegó Jaime y como un torbellino de limpieza comenzó con la transición, quitó las imágenes de los luchadores y fue sacando a las ficheras. Conservó la tradición de servir comida y comenzó a rodearse de clientes más respetables, pues de los anteriores, se cuenta que había muchos que no pagaban.
La cantina Oso Negro forma parte del acervo cultural urbano de la ciudad de Guadalajara, por lo que en varias ocasiones ha sido solicitada como set para cortometrajes y películas; recientemente les fue solicitada para filmar un documental. Se pueden ver los servicios y una escalera que conduce a la cocina y a la bodega, en donde aún se conservan los cuadros de los luchadores, quizás en espera de recuperar su lugar.
Este sitio se conserva casi idéntico, el acceso sigue siendo a través de sus dos puertas abatibles, del lado izquierdo predomina la presencia de la barra de madera, siendo el elemento central de la decoración, su contra barra muestra al fondo un espejo un tanto dañado por los años, entrepaños de madera que contienen el licor a la venta, todo esto iluminado por una luz de neón en color rojo escarlata.
La barra resulta extremadamente cómoda para aquellos que llegan a saciar la sed y el hambre en soledad, ahí uno se encuentra con la amable compañía de Chema Martínez o bien con la agradable charla de Laura Ávila, actual bartender o cantinera del Oso Negro, quien ha trabajado aquí desde hace 16 años. Jaime dice que prefiere el trabajo de las mujeres “porque son más responsables y más conscientes”.
De las bebidas que caracterizan el lugar se encuentra “la cava” que se prepara con aguardiente, Orange Crush, granadina,Squirt, sal y limón. También las yerbabuenas que son de las más socorridas por aquellos que llegan a curársela.
Las delicias gastronómicas no son la excepción, aquí se preparan tortas ahogadas y tacos de chicharrón, como parte de la especialidad. El horario de la cantina es de 10 de la mañana a 1:00 todos los días de la semana.
Destacados:
El mayor auge de las cantinas fue durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), cuando sólo las clases prominentes y los hombres podían acceder.
Las cantinas son el lugar donde el mundo de ilusiones del hombre cobra vida y donde las esperanzas se hacen presentes. Estos sitios de reflexión y diálogo son un excelente pretexto para conocer las historias que encierran en cualquier esquina de nuestra ciudad.
Radiografia
La cruda realidad
Por: jukas pearsall
Después de una noche de copas aparece la tan indeseable resaca, que no es más que la reacción del organismo tras haber consumido bebidas alcohólicas en exceso. Sus males asociados pueden ir juntos o separados: dolor de cabeza, náuseas, acidez e irritación estomacal, deshidratación, sed, fatiga, somnolencia, en ocasiones también se presenta con vómito y mareo.
En la fiesta ni quien se acuerde del malestar, es tanta la euforia, que en ese momento el mucho o poco alcohol que circula por las venas, desinhibe a los protagonistas y los desata para amanecer, volver a la realidad, con una cruda impresionante.
Y entonces comienza el calvario real de los malestares. El nivel o la intensidad con la que se vive la cruda se asocia con el tipo de bebidas que se ha consumido, ya sea cerveza, vodka, ron, brandy, tequila, micheladas y hasta martinis. Al tipo de bebidas se le agrega la cantidad, la suma de estos elementos da como resultado una resaca; a mayor cantidad consumida, mayor la intensidad y la duración de el o los malestares.
La cruda es la gran protagonista del día siguiente y por ello los aficionados al vino se han inventado una serie de remedios para curarse de este mal.
Hay quienes se recluyen en casa para descansar, se hacen acompañar por una botella con agua, que recargan de vez en vez hasta rehidratarse, si acaso toman algún analgésico para disminuir el dolor de cabeza, y mantienen una dieta blanda.
Los más audaces se curan la cruda con un clamato con cerveza y un caldo de camarón bien picante; los más regionalistas prefieren un torta ahogada y una “chela” bien helada.
Los ultra reventados se van a una cantina en donde les sirven bebidas con nombres esperanzadores como: yerbabuenas, levanta muertos, bloody mary, clamatos con cerveza, y muchas más con el fin de restablecer el ánimo de los bebedores que recitan: “Viernes y sábado de locura, la seguimos el domingo para que no se altere el universo”.
Las chicas por su parte prefieren el dulce pues dicen que de alguna extraña forma les ayuda a sobrellevar los dolores de cabeza, desde el pastel tres leches a los bombones cubiertos de chocolate.
Lo que es un hecho es que cuando uno se encuentra con los crudos, no es extraño escucharlos decir cosas como: “Nunca más vuelvo a tomar”, “Juro que no lo vuelvo a hacer” y que curioso pero normalmente antes de ocho días se repite la dosis, por lo que la cruda no es el mejor remedio para dejar de tomar pero si lo que quiere es evitar que la cruda llegue a su vida sólo hay dos maneras de prevenirla: beber dos copas como máximo o no beber, esa es la cuestión.
Recuerde “No hay mal que dure 100 años...”
“Cuando tengo cruda nada de comida y una cerveza bien helada. El whisky es noble, mientras que evito el tequila por los efectos secundarios”. Edgar Pulido, jefe de almacén, 20 años.
“Comiendo algo dulce se me quita el dolor de cabeza. Prefiero tomar cerveza y en definitiva evito el ron”. Teresa Mercado, estudiante, 23 años.
“Sí, conozco la cruda. Mi remedio para combatirla es tomar mucha agua y un clamato con cerveza”. David Reyes, estudiante de medicina, 22 años.
“Si llego a estar crudo prefiero tomar suero para hidratarme y comer algo picante” César Flores, ingeniero civil, 23 años.
“Si llego a estar crudo prefiero tomar suero para hidratarme y comer algo picante” César Flores, ingeniero civil, 23 años.
“Por lo general no me da cruda, pero en caso de cruda procuro tomar mucha agua. Me gustan las micheladas y el clamato con cerveza con medida”. Leila Cardoza, estudiante de diseño industrial, 21 años.
Tercera parte
El olor a la rica comida, la atención del cantinero, la postura que toma el cuerpo cuando se recarga en la barra, el recuerdo de las mujeres que se paseaban, que pedían una copa y que de cuando en cuando bailaban, remonta a una época en la que a muchos les hubiera gustado estar para poder alzar la copa y decir ¡salud!
El auge de las cantinas se dio por épocas, y según el tiempo de su fundación se estilaban cosas distintas. En la década de los sesenta, las cantinas de barrio prohibían la entrada a perros, mujeres, mendigos y uniformados (en ese orden). En Guadalajara todo esto permaneció intacto hasta que con el gobierno de Flavio Romero, el ingreso de las mujeres a dichos centros de reunión fue permitido.
El hecho de que el género femenino haya cruzado la línea obligó a muchas cantinas a cambiar, en primer lugar al tener que contar con baños para las damas, hasta ese momento se contaba con orinales o mingitorios, algunas contaban con baño pero era exclusivamente para caballeros.
Ellos entonces tuvieron que abstenerse y mantener el recato ante la presencia femenina, tanto en sus modales como en su argot. Aunque como el respeto es lo que reina en las cantinas, no hubo más que poner un cierto límite a la coquetería, que como bien aclara Don Roberto: “(...) ellas son las que empiezan y uno pues tiene que pararles el alto”.
Había distintos tipos de cantinas, unas más serias que otras, las que no tenían una política de consumo ligeramente distinta, y en esas las mujeres encontraban más que un lugar de entretenimiento una fuente de ingresos, con el sistema de las fichas.
Las mujeres que trabajaban en este tipo de cantinas eran conocidas como ficheras. Su trabajo consistía en acompañar a los clientes y fomentar el consumo de bebidas alcohólicas por partida doble (la copa de ella y la de él) en cada ronda; por cada par de copas, el mesero dejaba en la mesa una ficha y al final de la jornada la fichera cobraba en la caja una comisión por la cantidad de fichas que hubiese recolectado.
A este trabajo se le asocia con la prostitución, sin embargo, la compañía no implicaba dar el siguiente paso.
Una botanita
Otro de los aspectos característicos de estos recintos de entretenimiento es la comida, que en pequeñas porciones se le denomina botana. Ésta es el acompañante perfecto de la cerveza, para iniciar la tanda, y entonces continuar con la copa, estas botanas incluyen platillos con chile, entre más picante mejor, pues da el pretexto perfecto para terminar un trago y continuar con otro y así refrescar la lengua, el paladar y la garganta.
Los parroquianos llegaban a serlo una vez que elegían su cantina, pero las cantinas entre sí mantenían una cerrada competencia, no con el precio de los tragos sino con el menú de botanas que ofrecían. Cada cual con días específicos para un platillo en particular, por ejemplo: los lunes de carne con chile, los viernes de pozole de mariscos.
En aquel tiempo la botana fácilmente sustituía una comida, pues se daba el caso de cantinas que servían desde caldo de camarón, quesadillas, tacos, pozole, sopes, chicharrón en salsa y hasta guisados en forma como la carne con chile y desde luego las típicas tortas ahogadas.
Actualmente en la mayoría de ellas se mantiene la tradición de dar comida a los clientes por lo que al mediodía registran un buen número de clientes, hay unas cantinas que son tan famosas por sus botanas que en realidad logran cautivar a los consumidores.
Oso Negro:
un bar de luchadores
y ficheras
La cantina Oso Negro está ubicada en la calle Bernardo de Balbuena #650, casi esquina con Eulogio Parra en el barrio de Santa Teresita. Fue fundada por José Mario Escobedo, “Oso Negro”, luchador de profesión, en el año de 1950.
En su tiempo fue imposible registrarla con el nombre de su fundador debido a la existencia del vodka que comparte el título.
En aquella época el ambiente del lugar era totalmente distinto a lo que es ahora, al principio el bar inició como punto de reunión en el que se daban cita personajes de la lucha y desde luego un buen número de ficheras, lo que hacía de éste todo un concepto de película.
Al tiempo el Oso Negro pasó a manos de Jaime Ruiz, actual dueño del lugar, quien encontró aquí una oportunidad de negocio, aunque como dice: “Cuando entré aquí por primera vez me asusté, dije, esto no es lo mío, pero poco a poco se ha ido limpiando el lugar hasta ser lo que se ve hoy, un lugar para divertirse y tomar la copa”.
Llegó Jaime y como un torbellino de limpieza comenzó con la transición, quitó las imágenes de los luchadores y fue sacando a las ficheras. Conservó la tradición de servir comida y comenzó a rodearse de clientes más respetables, pues de los anteriores, se cuenta que había muchos que no pagaban.
La cantina Oso Negro forma parte del acervo cultural urbano de la ciudad de Guadalajara, por lo que en varias ocasiones ha sido solicitada como set para cortometrajes y películas; recientemente les fue solicitada para filmar un documental. Se pueden ver los servicios y una escalera que conduce a la cocina y a la bodega, en donde aún se conservan los cuadros de los luchadores, quizás en espera de recuperar su lugar.
Este sitio se conserva casi idéntico, el acceso sigue siendo a través de sus dos puertas abatibles, del lado izquierdo predomina la presencia de la barra de madera, siendo el elemento central de la decoración, su contra barra muestra al fondo un espejo un tanto dañado por los años, entrepaños de madera que contienen el licor a la venta, todo esto iluminado por una luz de neón en color rojo escarlata.
La barra resulta extremadamente cómoda para aquellos que llegan a saciar la sed y el hambre en soledad, ahí uno se encuentra con la amable compañía de Chema Martínez o bien con la agradable charla de Laura Ávila, actual bartender o cantinera del Oso Negro, quien ha trabajado aquí desde hace 16 años. Jaime dice que prefiere el trabajo de las mujeres “porque son más responsables y más conscientes”.
De las bebidas que caracterizan el lugar se encuentra “la cava” que se prepara con aguardiente, Orange Crush, granadina,Squirt, sal y limón. También las yerbabuenas que son de las más socorridas por aquellos que llegan a curársela.
Las delicias gastronómicas no son la excepción, aquí se preparan tortas ahogadas y tacos de chicharrón, como parte de la especialidad. El horario de la cantina es de 10 de la mañana a 1:00 todos los días de la semana.
Destacados:
El mayor auge de las cantinas fue durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), cuando sólo las clases prominentes y los hombres podían acceder.
Las cantinas son el lugar donde el mundo de ilusiones del hombre cobra vida y donde las esperanzas se hacen presentes. Estos sitios de reflexión y diálogo son un excelente pretexto para conocer las historias que encierran en cualquier esquina de nuestra ciudad.
Radiografia
La cruda realidad
Por: jukas pearsall
Después de una noche de copas aparece la tan indeseable resaca, que no es más que la reacción del organismo tras haber consumido bebidas alcohólicas en exceso. Sus males asociados pueden ir juntos o separados: dolor de cabeza, náuseas, acidez e irritación estomacal, deshidratación, sed, fatiga, somnolencia, en ocasiones también se presenta con vómito y mareo.
En la fiesta ni quien se acuerde del malestar, es tanta la euforia, que en ese momento el mucho o poco alcohol que circula por las venas, desinhibe a los protagonistas y los desata para amanecer, volver a la realidad, con una cruda impresionante.
Y entonces comienza el calvario real de los malestares. El nivel o la intensidad con la que se vive la cruda se asocia con el tipo de bebidas que se ha consumido, ya sea cerveza, vodka, ron, brandy, tequila, micheladas y hasta martinis. Al tipo de bebidas se le agrega la cantidad, la suma de estos elementos da como resultado una resaca; a mayor cantidad consumida, mayor la intensidad y la duración de el o los malestares.
La cruda es la gran protagonista del día siguiente y por ello los aficionados al vino se han inventado una serie de remedios para curarse de este mal.
Hay quienes se recluyen en casa para descansar, se hacen acompañar por una botella con agua, que recargan de vez en vez hasta rehidratarse, si acaso toman algún analgésico para disminuir el dolor de cabeza, y mantienen una dieta blanda.
Los más audaces se curan la cruda con un clamato con cerveza y un caldo de camarón bien picante; los más regionalistas prefieren un torta ahogada y una “chela” bien helada.
Los ultra reventados se van a una cantina en donde les sirven bebidas con nombres esperanzadores como: yerbabuenas, levanta muertos, bloody mary, clamatos con cerveza, y muchas más con el fin de restablecer el ánimo de los bebedores que recitan: “Viernes y sábado de locura, la seguimos el domingo para que no se altere el universo”.
Las chicas por su parte prefieren el dulce pues dicen que de alguna extraña forma les ayuda a sobrellevar los dolores de cabeza, desde el pastel tres leches a los bombones cubiertos de chocolate.
Lo que es un hecho es que cuando uno se encuentra con los crudos, no es extraño escucharlos decir cosas como: “Nunca más vuelvo a tomar”, “Juro que no lo vuelvo a hacer” y que curioso pero normalmente antes de ocho días se repite la dosis, por lo que la cruda no es el mejor remedio para dejar de tomar pero si lo que quiere es evitar que la cruda llegue a su vida sólo hay dos maneras de prevenirla: beber dos copas como máximo o no beber, esa es la cuestión.
Recuerde “No hay mal que dure 100 años...”
“Cuando tengo cruda nada de comida y una cerveza bien helada. El whisky es noble, mientras que evito el tequila por los efectos secundarios”. Edgar Pulido, jefe de almacén, 20 años.
“Comiendo algo dulce se me quita el dolor de cabeza. Prefiero tomar cerveza y en definitiva evito el ron”. Teresa Mercado, estudiante, 23 años.
“Sí, conozco la cruda. Mi remedio para combatirla es tomar mucha agua y un clamato con cerveza”. David Reyes, estudiante de medicina, 22 años.
“Si llego a estar crudo prefiero tomar suero para hidratarme y comer algo picante” César Flores, ingeniero civil, 23 años.
“Si llego a estar crudo prefiero tomar suero para hidratarme y comer algo picante” César Flores, ingeniero civil, 23 años.
“Por lo general no me da cruda, pero en caso de cruda procuro tomar mucha agua. Me gustan las micheladas y el clamato con cerveza con medida”. Leila Cardoza, estudiante de diseño industrial, 21 años.