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Lincoln México muestra que querer, es poder
Motor de arranque
En 2008, Ford Motor Company tomó una decisión particularmente dura para Lincoln de México. Debido a los bajos resultados de ventas de la pickup Mark LT en la Unión Americana, ésta ya no se fabricaría como vehículo de año modelo 2009. Para los distribuidores del vecino del norte, representaba un alivio. Pero para los mexicanos, significaba renunciar hasta a 40 por ciento de sus ventas totales. En ese momento, había dos elecciones por parte de los directivos de Lincoln en nuestro país: resignarse, o comenzar una batalla que parecía imposible.
Fernando Ávila, Director General de Lincoln México, eligió la lucha. Tenía por delante una tarea hercúlea. Había que convencer a todos a romper esquemas. Era necesario hacer que Estados Unidos, donde se producen las pickups del grupo Ford, aceptara fabricar un modelo del que serían hechos poco menos de dos mil unidades al año, cuando están acostumbrados a fabricar por arriba de las 100 mil, cuando menos. Hubo que tocar puertas con el departamento de diseño, que recibió la idea con un inesperado y bienvenido entusiasmo, a pesar de que no era un producto pensado para el mercado de Estados Unidos.
Esa lucha fue, curiosamente, más complicada en México. Como no había un precedente, hacer un vehículo sólo para este país era una especie de sueño guajiro. Muchas firmas y autorizaciones eran necesarias. En todos casos, se gastaron horas de juntas, presentaciones, explicaciones, hacer cuentas, previsiones de ventas y de inversión. Añádase el factor crisis económica a la mezcla y tenemos una receta para el fracaso. Pero la determinación es más poderosa incluso que el talento. Y cuando ambos se juntan, se logra lo considerado imposible.
Poco a poco Fernando Ávila fue viendo que los caminos se aclaraban. Algunas ventanas se abrieron primero. Más tarde comenzaron a abrirse las puertas. Y el proyecto fue tomando forma hasta que se hizo una realidad.
Ahora, cuando la Lincoln Mark LT llegue a los 27 distribuidores del país el primero de septiembre, esto no significará sólo el arribo de un vehículo más. No será simplemente el regreso de un vehículo exitoso. Porque en ese día, se estará poniendo el sello a uno de los capítulos más importantes de la historia de la industria automotriz nacional. En ese día, se estará comenzando a vender el primer Lincoln en toda la historia de la marca, que no será comercializado en Estados Unidos.
Puede ser que la respuesta del mercado al nuevo producto no sea tan generosa como antes, aunque debería serlo, ya que el nuevo es un vehículo mucho mejor que el que sustituye. Sin embargo, el valor simbólico que trae consigo ya es fuerte lo suficiente para merecer no sólo nuestra mención, también nuestro aplauso. El hecho de que exista de nuevo la Lincoln Mark LT, representa un premio al esfuerzo de muchos mexicanos, con Fernando Ávila al frente. Es una muestra de que las barreras pueden y deben ser vencidas. Es un ejemplo de que querer, definitivamente, es poder. Por esta lección que nos deja, no nos queda más que decir, gracias. El que la aprenda y la use en su vida, sabrá a qué me refiero.
Fernando Ávila, Director General de Lincoln México, eligió la lucha. Tenía por delante una tarea hercúlea. Había que convencer a todos a romper esquemas. Era necesario hacer que Estados Unidos, donde se producen las pickups del grupo Ford, aceptara fabricar un modelo del que serían hechos poco menos de dos mil unidades al año, cuando están acostumbrados a fabricar por arriba de las 100 mil, cuando menos. Hubo que tocar puertas con el departamento de diseño, que recibió la idea con un inesperado y bienvenido entusiasmo, a pesar de que no era un producto pensado para el mercado de Estados Unidos.
Esa lucha fue, curiosamente, más complicada en México. Como no había un precedente, hacer un vehículo sólo para este país era una especie de sueño guajiro. Muchas firmas y autorizaciones eran necesarias. En todos casos, se gastaron horas de juntas, presentaciones, explicaciones, hacer cuentas, previsiones de ventas y de inversión. Añádase el factor crisis económica a la mezcla y tenemos una receta para el fracaso. Pero la determinación es más poderosa incluso que el talento. Y cuando ambos se juntan, se logra lo considerado imposible.
Poco a poco Fernando Ávila fue viendo que los caminos se aclaraban. Algunas ventanas se abrieron primero. Más tarde comenzaron a abrirse las puertas. Y el proyecto fue tomando forma hasta que se hizo una realidad.
Ahora, cuando la Lincoln Mark LT llegue a los 27 distribuidores del país el primero de septiembre, esto no significará sólo el arribo de un vehículo más. No será simplemente el regreso de un vehículo exitoso. Porque en ese día, se estará poniendo el sello a uno de los capítulos más importantes de la historia de la industria automotriz nacional. En ese día, se estará comenzando a vender el primer Lincoln en toda la historia de la marca, que no será comercializado en Estados Unidos.
Puede ser que la respuesta del mercado al nuevo producto no sea tan generosa como antes, aunque debería serlo, ya que el nuevo es un vehículo mucho mejor que el que sustituye. Sin embargo, el valor simbólico que trae consigo ya es fuerte lo suficiente para merecer no sólo nuestra mención, también nuestro aplauso. El hecho de que exista de nuevo la Lincoln Mark LT, representa un premio al esfuerzo de muchos mexicanos, con Fernando Ávila al frente. Es una muestra de que las barreras pueden y deben ser vencidas. Es un ejemplo de que querer, definitivamente, es poder. Por esta lección que nos deja, no nos queda más que decir, gracias. El que la aprenda y la use en su vida, sabrá a qué me refiero.