Suplementos
Jardín de San Juan de Dios
El Centro de la capital potosina es un espacio que está a la espera constante de ser descubierto por aventureros
GUADALAJARA, JALISCO (16/AGO/2015).- San Luis Potosí ostenta hermosos jardines, uno de ellos es el de San Juan de Dios. Al espacio verde se asoman: el precioso templo de San Juan de Dios, que le dio nombre al Jardín; el opulento Museo Federico Silva, opulento en formas y, el deliciosos Restaurante Florida.
Federico fue asistente de Siqueiros y ha realizado fabulosas obras: Alux de la muerte, Fuente solar, Canto a un dios mineral y Espacio matemático. Martín Ernesto García Muñoz citó: “los juaninos, llegados en 1611, construyen el templo de San Juan de Dios que se ubica en el barroco sobrio propio de la época y que se comenzó a levantar en 1615, y, posteriormente, a un lado, se construyó el hospital. Este conjunto se reformará en el siglo XX”.
Del templo del Carmen, recorrimos una cuadra de la calle Juan Sanabria Díaz de León, periodista y político liberal (fue director del periódico El Porvenir y El Ahuizote. En 1907 estuvo preso en San Juan de Ulúa, posteriormente se unió a Madero, siendo electo diputado).
Nos cautivaron espesas frondas, era el Jardín San Juan de Dios, con bizarros prados, separados por andadores con faroles de dragones, caminamos despacio un andador, que nos fue acercando a un fantástico monumento, de basa cuadrada con columnas redondas salientes, que soportan capiteles corintios y ligan con otra columna para formar un arco de medio punto con volutas en su clave y en su remate, luego surge el pedestal con cortes ochavados y almenas suspendidas que curvean a las columnas salientes, enseñando otra almena. Sobre la cornisa, hay otra basa con una alta columna redonda y estriada, mostrando un capitel corintio, donde posa una esfera con una atractiva águila, extendiendo sus alas, como queriendo emprender el vuelo.
Atrás del monumento, nos atrajeron grandes esculturas, muy sofisticadas, un tanto abstractas: una morada, parecía un elefante; una roja, conformada por rectángulos en posición diagonal ascendente; un trípode negro, con cuatro cubos colgando, eran piezas del Museo referido.
Su fachada, comprendida por dos salientes con puerta, a sus lados unas lonas anunciaban: “Alberto Vargas, levedad y solides, la mesura de la forma”, arriba un frontón triangular. Entre los salientes, ocho vanos verticales y enrejados, al centro de ellos, otro saliente con columnas jónicas y arriba un frontón que delata al Museo, enfocado a la escultura contemporánea, inaugurado en 2003, siendo el primer museo con dicho enfoque en América Latina.
Suman once salas y se exhiben 75 obras, unas de Federico, cuenta con dos salas temporales, una comprende parte del Jardín, los corredores y la azotea. También se realizan talleres y conferencias. El señorial y neoclásico edificio, de 1907, fue proyectado por Antonio Anza. Espacio que ocupó el hospital juanino, en su fachada se abría una alta puerta de dos hojas, y a los lados daban luz altas ventanas cuadras, sus muros estaban reforzados por contrafuertes.
Después de apreciar la porfiriana fachada del Museo y sus vibrantes esculturas, nos acercamos al bonito templo aledaño, San Juan de Dios, su puerta en arco de medio punto sobre capiteles toscanos, la clave, labrada y saliente, sube con gracia al filo del frontón truncado.
La puerta fue enmarcada por medias columnas. Arriba de la cornisa, hay un nicho enconchado y vacio, con columnillas a los lados y rematado por un frontón truncado, arriba, un medallón circular con una cruz patente en relieve. A los costados del nicho, una ventana redonda. Sobre el cornisamento, una cruz de cantera y del lado derecho luce el campanario, de planta cuadrada y de dos cuerpos, con un vano arqueado por cara y enmarcados por medias columnas, cubierto por cúpula de cocho gajos, con linterna y cruz en su cúspide.
El interior es de una sola nave y muestra un mural de Fernando Leal, quien plasmó otro mural en la antigua estación del ferrocarril y también dio forma a los mosaicos del Teatro de la Paz.
Federico fue asistente de Siqueiros y ha realizado fabulosas obras: Alux de la muerte, Fuente solar, Canto a un dios mineral y Espacio matemático. Martín Ernesto García Muñoz citó: “los juaninos, llegados en 1611, construyen el templo de San Juan de Dios que se ubica en el barroco sobrio propio de la época y que se comenzó a levantar en 1615, y, posteriormente, a un lado, se construyó el hospital. Este conjunto se reformará en el siglo XX”.
Del templo del Carmen, recorrimos una cuadra de la calle Juan Sanabria Díaz de León, periodista y político liberal (fue director del periódico El Porvenir y El Ahuizote. En 1907 estuvo preso en San Juan de Ulúa, posteriormente se unió a Madero, siendo electo diputado).
Nos cautivaron espesas frondas, era el Jardín San Juan de Dios, con bizarros prados, separados por andadores con faroles de dragones, caminamos despacio un andador, que nos fue acercando a un fantástico monumento, de basa cuadrada con columnas redondas salientes, que soportan capiteles corintios y ligan con otra columna para formar un arco de medio punto con volutas en su clave y en su remate, luego surge el pedestal con cortes ochavados y almenas suspendidas que curvean a las columnas salientes, enseñando otra almena. Sobre la cornisa, hay otra basa con una alta columna redonda y estriada, mostrando un capitel corintio, donde posa una esfera con una atractiva águila, extendiendo sus alas, como queriendo emprender el vuelo.
Atrás del monumento, nos atrajeron grandes esculturas, muy sofisticadas, un tanto abstractas: una morada, parecía un elefante; una roja, conformada por rectángulos en posición diagonal ascendente; un trípode negro, con cuatro cubos colgando, eran piezas del Museo referido.
Su fachada, comprendida por dos salientes con puerta, a sus lados unas lonas anunciaban: “Alberto Vargas, levedad y solides, la mesura de la forma”, arriba un frontón triangular. Entre los salientes, ocho vanos verticales y enrejados, al centro de ellos, otro saliente con columnas jónicas y arriba un frontón que delata al Museo, enfocado a la escultura contemporánea, inaugurado en 2003, siendo el primer museo con dicho enfoque en América Latina.
Suman once salas y se exhiben 75 obras, unas de Federico, cuenta con dos salas temporales, una comprende parte del Jardín, los corredores y la azotea. También se realizan talleres y conferencias. El señorial y neoclásico edificio, de 1907, fue proyectado por Antonio Anza. Espacio que ocupó el hospital juanino, en su fachada se abría una alta puerta de dos hojas, y a los lados daban luz altas ventanas cuadras, sus muros estaban reforzados por contrafuertes.
Después de apreciar la porfiriana fachada del Museo y sus vibrantes esculturas, nos acercamos al bonito templo aledaño, San Juan de Dios, su puerta en arco de medio punto sobre capiteles toscanos, la clave, labrada y saliente, sube con gracia al filo del frontón truncado.
La puerta fue enmarcada por medias columnas. Arriba de la cornisa, hay un nicho enconchado y vacio, con columnillas a los lados y rematado por un frontón truncado, arriba, un medallón circular con una cruz patente en relieve. A los costados del nicho, una ventana redonda. Sobre el cornisamento, una cruz de cantera y del lado derecho luce el campanario, de planta cuadrada y de dos cuerpos, con un vano arqueado por cara y enmarcados por medias columnas, cubierto por cúpula de cocho gajos, con linterna y cruz en su cúspide.
El interior es de una sola nave y muestra un mural de Fernando Leal, quien plasmó otro mural en la antigua estación del ferrocarril y también dio forma a los mosaicos del Teatro de la Paz.