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Mezcala, la isla con historia sagrada

GUADALAJARA, JALISCO (25/JUL/2010).-  La oferta cultural que actualmente presenta de la Isla de Mezcala, en el lago de Chapala, dista mucho de estar a la altura del que fuera un lugar sagrado para los indígenas y luego un reducto histórico de la Independencia Mexicana.

Mezcala significa lugar “donde habita la luna”, aunque otras versiones apuntan que es el mezcal, bebida fermentada del agave, quien dio origen al nombre de la isla volcánica que se encuentra a cinco kilómetros, lago adentro, frente al pueblo del mismo nombre y que pertenece al municipio de Poncitlán, Jalisco.

Se trata de un lugar mágico y seductor, a pesar del descuido en que permanece.

Si bien el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza, desde meses atrás, una labor lenta de reconstrucción de lo que fuera el presidio, en cambio los vestigios prehispánicos están llenos de zacate y algunos de basura.

La isla está considerada como el único lugar a donde las tropas españolas no pudieron entrar durante la Independencia, pero también fue un centro tonal donde los huicholes acudían para ofrecer sacrificios a sus dioses, según los vestigios encontrados en la zona, datados con tres mil años de antigüedad.

En el exterior el presidio ya luce como en sus mejores días, las cuatro murallas y el foso que la circunda han sido restaurados y por dentro poco a poco se van resanando la cocina, el recibidor, las celdas de castigo y dormitorios.

El patio central ha sido limpiado pero aún falta trabajo de restauración en la totalidad de marcos y puertas, en lo que será un museo de antropología.
La idea del Gobierno Federal era tener listo el rostro rejuvenecido de Mezcala para las fiestas del Bicentenario de la Independencia y la Revolución, pero las disputas entre comuneros y el INAH, más el cambio de administración municipal de Poncitlán, han retrasado el proyecto.

La entrada a la isla está llena de ciruelos, nopales, paloblanco y otras especies que cubren un camino empedrado conservado en buenas condiciones, pero la presencia de una cabaña maloliente donde un par de policías estatales registran a los visitantes en una lista, da al traste con los esfuerzos por dignificar el lugar.

El sitio está lleno de historias y leyendas, como la del soldado español que se aparece por las noches a los pescadores, lamentando haber sido apresado por los indígenas, quienes -se dice- le cortaron los dedos de una mano para torturarlo.

Choca con tal belleza del lugar, la idea de que parte de la isla pudiera ser ofrecida en renta para fiestas particulares, según un letrero que se puede leer en estos días.

Para llegar a Mezcala hay dos vías: arribar al malecón de Chapala, toma la avenida que va a la antigua estación del ferrocarril y de ahí enfilarse a Mezcala de la Asunción. La otra es ir a Poncitlán y tomar la carretera a San Pedro Itzican donde se ofrece la mejor vista del lago, pero el precio es pasar por un tramo de terracería que podría dañar a los coches pequeños o bajos, con las piedras que arrastran las lluvias.

Una vez en malecón del pueblo, una lancha para 10 personas cobra 250 pesos por llevarlos a la isla y esperarlos una hora, con la guía de "jovencitos" lancheros.

Falta una infraestructura turística que sea respetuosa del medio ambiente y las tradiciones comunales, señalización y promoción de este lugar que es la historia viva de Chapala y Jalisco, que clama por ser contada bajo las sombras de los centenarios árboles del arrecife.

COMENTARIOS: ramongodinezortiz@gmail.com

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