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En mi maleta
¿Fiesta o desmanes?
GUADALAJARA, JALISCO (13/JUN/2010).- Cuando hay eventos de talla internacional como lo es el Mundial de Sudáfrica, las aficiones más ruidosas, festivas, folclóricas y llamativas que caminan por las calles del país sedes o llenan los estadios de futbol, son la brasileña y la mexicana, y hasta ahora nadie se pone de acuerdo en cuál es la primera y la segunda.
En el recuerdo colectivo quedan las “hazañas” de aquel mexicano que orinó en el Arco del Triunfo parisino, apagando la flama del soldado desconocido y que causó un raspón diplomático entre Francia y nuestro país en el Mundial del 98 celebrado en el país galo.
Otro capítulo donde el protagonista fue un connacional, tuvo lugar en otro Mundial, cuando un mexicano tuvo la “grandiosa” idea de jalarle a la palanca del freno de emergencia en el tren de alta velocidad de Japón, en el año 2002, algo por cierto nunca antes visto por los nipones y que también causó dificultades en las relaciones internacionales, además de la multa de miles de dólares que tuvo que pagar el chistoso compatriota.
Para la fiesta del futbol que en estos días se vive en Sudáfrica, según la Asociación de Agencias de Viajes de México, los paquetes para asistir a ese país se agotaron completamente y los datos arrojan que en el partido inaugural ante el país anfitrión, hubo alrededor de 15 mil mexicanos apoyando a la Selección Nacional con banderas tricolores, tambores, máscaras de luchadores, sombreros charros y porqué no, hasta con las vuvuzelas (trompetas) que recién se están conociendo en aquellas tierras africanas.
Por cierto los paquetes resultaron nada baratos, si se considera que el de menor costo rondó los ocho mil dólares y hubo quien pagó hasta 22 mil.
Se habla mucho de las medidas de seguridad de las ciudades sudafricanas como la capital Johannesburgo pero la realidad es que lo mismo se ve en otras capitales del mundo incluidas las de Europa por ejemplo.
En los campos de entrenamiento de las selecciones verdeamarelas y del tricolor, se viven auténticas fiestas durante todo el día y hasta bien entrada la noche. Entusiasmo, alegría y emoción, propias de ambas aficiones, causan sorpresa y algarabía en los lugares turísticos y los no tan turísticos de Johannesburgo, casi desde que llegan al aeropuerto internacional OR Tambo.
Lo cierto es que cuando un mexicano viaja al extranjero, hace hasta lo imposible para darse a notar (sobre todo cuando viajan en grupo). Tienen ganas de ser vistos, de comer y beber bien y sobre todo las mujeres se inclinan por las compras.
Esperemos que en esta ocasión, los que sí pudieron ir al Mundial de Sudáfrica nos traigan buenas cuentas y no haya otro evento bochornoso del cual se hable durante mucho tiempo y que tenga por supuesto como protagonista a un mexicano alegre, que al son del “cielito lindo” evacue en algún atractivo de carácter histórico.
ramongodinezortiz@gmail.com
En el recuerdo colectivo quedan las “hazañas” de aquel mexicano que orinó en el Arco del Triunfo parisino, apagando la flama del soldado desconocido y que causó un raspón diplomático entre Francia y nuestro país en el Mundial del 98 celebrado en el país galo.
Otro capítulo donde el protagonista fue un connacional, tuvo lugar en otro Mundial, cuando un mexicano tuvo la “grandiosa” idea de jalarle a la palanca del freno de emergencia en el tren de alta velocidad de Japón, en el año 2002, algo por cierto nunca antes visto por los nipones y que también causó dificultades en las relaciones internacionales, además de la multa de miles de dólares que tuvo que pagar el chistoso compatriota.
Para la fiesta del futbol que en estos días se vive en Sudáfrica, según la Asociación de Agencias de Viajes de México, los paquetes para asistir a ese país se agotaron completamente y los datos arrojan que en el partido inaugural ante el país anfitrión, hubo alrededor de 15 mil mexicanos apoyando a la Selección Nacional con banderas tricolores, tambores, máscaras de luchadores, sombreros charros y porqué no, hasta con las vuvuzelas (trompetas) que recién se están conociendo en aquellas tierras africanas.
Por cierto los paquetes resultaron nada baratos, si se considera que el de menor costo rondó los ocho mil dólares y hubo quien pagó hasta 22 mil.
Se habla mucho de las medidas de seguridad de las ciudades sudafricanas como la capital Johannesburgo pero la realidad es que lo mismo se ve en otras capitales del mundo incluidas las de Europa por ejemplo.
En los campos de entrenamiento de las selecciones verdeamarelas y del tricolor, se viven auténticas fiestas durante todo el día y hasta bien entrada la noche. Entusiasmo, alegría y emoción, propias de ambas aficiones, causan sorpresa y algarabía en los lugares turísticos y los no tan turísticos de Johannesburgo, casi desde que llegan al aeropuerto internacional OR Tambo.
Lo cierto es que cuando un mexicano viaja al extranjero, hace hasta lo imposible para darse a notar (sobre todo cuando viajan en grupo). Tienen ganas de ser vistos, de comer y beber bien y sobre todo las mujeres se inclinan por las compras.
Esperemos que en esta ocasión, los que sí pudieron ir al Mundial de Sudáfrica nos traigan buenas cuentas y no haya otro evento bochornoso del cual se hable durante mucho tiempo y que tenga por supuesto como protagonista a un mexicano alegre, que al son del “cielito lindo” evacue en algún atractivo de carácter histórico.
ramongodinezortiz@gmail.com