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Ciencia Temporada de lluvias
“Nosotros iniciamos a partir del mes de enero, ¿con qué? Con la revisión de las presas, la actualización y detección de las zonas de riesgo y en un momento dado su difusión oportuna para poder evitar algún accidente”, Comandante Jaime Alberto Moreno Cacho, Director Operativo de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos.
Por: José Langarica
Entre el 23 y el 24 de julio del 2007 habían trascurrido ya 12 horas continuas de lluvia. Un arroyo en la colonia Santa María Tequepexpan arrastró dos camionetas, en una de las cuales viajaba un matrimonio y su nieto; en el cruce de la avenida 8 de Julio con la calle 5 al sur de Guadalajara; en Zapopan, en un arroyo que desemboca en la planta hidroeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad; en el paso a desnivel que se encuentra en los cruces de la avenida Niños Héroes y Washington; todos los escenarios reportaron víctimas mortales.
Desde luego existen peores destinos que anunciarse ensopado en una reunión, o llegar tarde merced de un tráfico imposible. Durante el verano, la más inocente salida cotidiana puede llevarnos a una trampa mortal. 64 personas murieron el pasado temporal de lluvias, incluyendo a dos policías que pretendían auxiliar a un automóvil varado en una calle inundada.
“Esos compañeros al parecer intentaron ayudar a un vehículo y quedaron atrapados por la corriente”, explica Carlos Cantero, rescatista de la Unidad de Protección Civil del Estado de Jalisco. “Es donde entra la solidaridad de uno y la imprudencia de las personas que ven el problema y que se les hace muy fácil intentar cruzarlo”.
“Mucha de la gente piensa que la corriente viene -como se dice cotidianamente- en burros; eso quiere decir que viene en un tipo ola”, abunda Francisco Javier Encarnación Morán, segundo oficial operativo. “Pero en ocasiones no viene así, sino que se va incrementando el nivel del agua”.
Francisco y Carlos lo saben: fueron parte del grupo de brigada acudiendo luego que una crecida del Río Guajo tomara la vida de 16 personas que acampaban a sus orillas, anotando la mitad de las muertes por inundaciones del temporal pasado. Mientras más rápido comprendamos que el tipo de lluvias de Guadalajara no se dan en cualquier sitio, mejor.
La regla de 30 centímetros:
Es muy común entre quienes se ufanan del motor de su vehículo, ver a los encharcamientos como retos y no como amenazas. Este modo de pensar resulta totalmente equivocado. Un nivel de agua que alcanza el de la banqueta, es indicativo de una profundidad de 30 centímetros, por tanto es considerado peligroso por una serie de razones.
Por un lado, el ventilador del auto puede llevar el agua a la máquina, apagándola, resultando en un vehículo varado. O bien, puede incluso entrar al motor, dañándolo. Por si esto fuera poco, “las balatas se van humedeciendo, y cada vez que están acuosas, responden menos el sistema de frenos. Es un riesgo que puede ocasionar un choque”, detalla el mayor Trinidad López Rivas, Director General de Protección Civil.
Antes, durante y después
Autoridad en el tema, el mayor Trinidad López Rivas añade: “Jalisco es un Estado vulnerable ante los cinco fenómenos perturbadores. Trabajamos primeramente desde marzo y abril en reuniones periódicas con las tres instancias de gobierno: municipio, Estado y Federación, a través de nuestras ocho bases regionales. Pero, de forma paralela, en la actualización de censos de población en zonas vulnerables. Se hacen obras de defensa: el desazolve de arroyos, causes y canales; el levantamiento de bordos para evitar inundaciones en las poblaciones. Trabajamos en tres etapas: el antes, el durante (que es durante la tormenta) y el después (desaguar, sanear la zona, atender a las familias). Pero a mí me parece que la parte fundamental de este operativo es la preventiva. Tenemos que hablar con la población a través de diferentes medios para que sepa qué hacer durante el temporal”.
Una urbanización poco inteligente
Guadalajara ha crecido aprovechando la engañosa conveniencia de los márgenes de arroyos y zonas bajas en los cuales desembocaban. Así fue como ocurrió en el siglo XIX en las zonas de Mexicaltzingo y Analco, asentadas en los márgenes de los ríos San Juan de Dios y El Arenal; el centro comercial Plaza Patria, en la parte baja de la subcuenca, imitó esta tendencia en los años setenta, generando con ello un impacto considerable en el cauce del río. Esto hizo necesario crear un colector conectando la cuenca superior de Los Colomos con el parque Ávila Camacho. No sorprende que Plaza Patria siga siendo uno de los puntos de riesgo sobre la ciudad.
Plaza del Sol representa un escenario similar: 10 mm de lluvia durante 10 minutos bastan para generar fuertes inundaciones.
Otras zonas peligro pueden localizarse en la microcuenca Mesa Colorada y la parte media y final de Arroyo Hondo, así como en el Arroyo Grande-Garabatos, a la altura de la Colonia El Mante.
Los municipios de Tlajomulco, Tlaquepaque y El Salto han presentado –especialmente durante el 2004- severas inundaciones en buena parte por no haber aprendido de los errores de Guadalajara y Zapopan. El mecanismo del agua es sutil. Cambios en su cause en un lado pueden generar efectos en principio insospechados: Nuevos desarrollos en la parte alta de las subcuencas (a saber, La Primavera), así como en las partes bajas (Las Pintas, Huizachera), o sobre canales (Las Pintas), presas y bordos (El Molino), cambiaron la distribución del follaje junto al cause de diferentes escurrimientos. Sin crear nueva infraestructura hidráulica conduciendo los cauces a las partes más bajas, ampliando su capacidad de conducción, se han generado los problemas de la cuenca del Ahogado.
¿Está lloviendo más?
Son estos cambios en el uso del suelo los responsables de muchas de las secuelas que observamos, y no a que esté lloviendo más que antaño:
“Los datos máximos de lluvia para Guadalajara no se han alcanzado (recientemente)”, apunta el ingeniero Rubén Bautista del Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) de la Universidad de Guadalajara. “El año más seco ocurrió en 1949; el año más lluvioso es 1984. El año 2006 alcanzó la sexta posición en uno de los seis años con más volumen de precipitación, pero llegamos a los niveles de los años cuarenta, cincuenta y demás. Son datos obtenidos de 120 años de historia del Instituto. Cierto, el año pasado hubo 34 muertes, pero atribuirlas a la falta de pronóstico meteorológico, no. No se podría considerar como tal”.
“En 2000 hubo 795 milímetros, en el 89, 697, etcétera”, observa por su parte el general brigadier Gustavo Salgado Rodríguez, también del IAM. “En cambio, ha habido máximas como en el año del 58: mil 297.”
Recientemente Luis Valdivia Ornelas, de la Universidad de Guadalajara, señaló unos 198 puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara susceptibles a encharcamientos y hasta a inundaciones severas por las lluvias. De ahí se destacan El Dean, la Zona Industrial, la colonia Ferrocarril, Cruz del Sur, Gobernador Curiel y Plaza del Sol, entre otras.
Cruceros conflictivos
“Cotidianamente se encharcan ahí en Colón, o en Roble, o Inglaterra: no podemos generalizar diciendo que siempre se van a inundar, porque no es cierto. Hay que rodear mejor, buscar una ruta alterna”.
Mayor Trinidad López Rivas, Director General de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos.
Entre el 23 y el 24 de julio del 2007 habían trascurrido ya 12 horas continuas de lluvia. Un arroyo en la colonia Santa María Tequepexpan arrastró dos camionetas, en una de las cuales viajaba un matrimonio y su nieto; en el cruce de la avenida 8 de Julio con la calle 5 al sur de Guadalajara; en Zapopan, en un arroyo que desemboca en la planta hidroeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad; en el paso a desnivel que se encuentra en los cruces de la avenida Niños Héroes y Washington; todos los escenarios reportaron víctimas mortales.
Desde luego existen peores destinos que anunciarse ensopado en una reunión, o llegar tarde merced de un tráfico imposible. Durante el verano, la más inocente salida cotidiana puede llevarnos a una trampa mortal. 64 personas murieron el pasado temporal de lluvias, incluyendo a dos policías que pretendían auxiliar a un automóvil varado en una calle inundada.
“Esos compañeros al parecer intentaron ayudar a un vehículo y quedaron atrapados por la corriente”, explica Carlos Cantero, rescatista de la Unidad de Protección Civil del Estado de Jalisco. “Es donde entra la solidaridad de uno y la imprudencia de las personas que ven el problema y que se les hace muy fácil intentar cruzarlo”.
“Mucha de la gente piensa que la corriente viene -como se dice cotidianamente- en burros; eso quiere decir que viene en un tipo ola”, abunda Francisco Javier Encarnación Morán, segundo oficial operativo. “Pero en ocasiones no viene así, sino que se va incrementando el nivel del agua”.
Francisco y Carlos lo saben: fueron parte del grupo de brigada acudiendo luego que una crecida del Río Guajo tomara la vida de 16 personas que acampaban a sus orillas, anotando la mitad de las muertes por inundaciones del temporal pasado. Mientras más rápido comprendamos que el tipo de lluvias de Guadalajara no se dan en cualquier sitio, mejor.
La regla de 30 centímetros:
Es muy común entre quienes se ufanan del motor de su vehículo, ver a los encharcamientos como retos y no como amenazas. Este modo de pensar resulta totalmente equivocado. Un nivel de agua que alcanza el de la banqueta, es indicativo de una profundidad de 30 centímetros, por tanto es considerado peligroso por una serie de razones.
Por un lado, el ventilador del auto puede llevar el agua a la máquina, apagándola, resultando en un vehículo varado. O bien, puede incluso entrar al motor, dañándolo. Por si esto fuera poco, “las balatas se van humedeciendo, y cada vez que están acuosas, responden menos el sistema de frenos. Es un riesgo que puede ocasionar un choque”, detalla el mayor Trinidad López Rivas, Director General de Protección Civil.
Antes, durante y después
Autoridad en el tema, el mayor Trinidad López Rivas añade: “Jalisco es un Estado vulnerable ante los cinco fenómenos perturbadores. Trabajamos primeramente desde marzo y abril en reuniones periódicas con las tres instancias de gobierno: municipio, Estado y Federación, a través de nuestras ocho bases regionales. Pero, de forma paralela, en la actualización de censos de población en zonas vulnerables. Se hacen obras de defensa: el desazolve de arroyos, causes y canales; el levantamiento de bordos para evitar inundaciones en las poblaciones. Trabajamos en tres etapas: el antes, el durante (que es durante la tormenta) y el después (desaguar, sanear la zona, atender a las familias). Pero a mí me parece que la parte fundamental de este operativo es la preventiva. Tenemos que hablar con la población a través de diferentes medios para que sepa qué hacer durante el temporal”.
Una urbanización poco inteligente
Guadalajara ha crecido aprovechando la engañosa conveniencia de los márgenes de arroyos y zonas bajas en los cuales desembocaban. Así fue como ocurrió en el siglo XIX en las zonas de Mexicaltzingo y Analco, asentadas en los márgenes de los ríos San Juan de Dios y El Arenal; el centro comercial Plaza Patria, en la parte baja de la subcuenca, imitó esta tendencia en los años setenta, generando con ello un impacto considerable en el cauce del río. Esto hizo necesario crear un colector conectando la cuenca superior de Los Colomos con el parque Ávila Camacho. No sorprende que Plaza Patria siga siendo uno de los puntos de riesgo sobre la ciudad.
Plaza del Sol representa un escenario similar: 10 mm de lluvia durante 10 minutos bastan para generar fuertes inundaciones.
Otras zonas peligro pueden localizarse en la microcuenca Mesa Colorada y la parte media y final de Arroyo Hondo, así como en el Arroyo Grande-Garabatos, a la altura de la Colonia El Mante.
Los municipios de Tlajomulco, Tlaquepaque y El Salto han presentado –especialmente durante el 2004- severas inundaciones en buena parte por no haber aprendido de los errores de Guadalajara y Zapopan. El mecanismo del agua es sutil. Cambios en su cause en un lado pueden generar efectos en principio insospechados: Nuevos desarrollos en la parte alta de las subcuencas (a saber, La Primavera), así como en las partes bajas (Las Pintas, Huizachera), o sobre canales (Las Pintas), presas y bordos (El Molino), cambiaron la distribución del follaje junto al cause de diferentes escurrimientos. Sin crear nueva infraestructura hidráulica conduciendo los cauces a las partes más bajas, ampliando su capacidad de conducción, se han generado los problemas de la cuenca del Ahogado.
¿Está lloviendo más?
Son estos cambios en el uso del suelo los responsables de muchas de las secuelas que observamos, y no a que esté lloviendo más que antaño:
“Los datos máximos de lluvia para Guadalajara no se han alcanzado (recientemente)”, apunta el ingeniero Rubén Bautista del Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) de la Universidad de Guadalajara. “El año más seco ocurrió en 1949; el año más lluvioso es 1984. El año 2006 alcanzó la sexta posición en uno de los seis años con más volumen de precipitación, pero llegamos a los niveles de los años cuarenta, cincuenta y demás. Son datos obtenidos de 120 años de historia del Instituto. Cierto, el año pasado hubo 34 muertes, pero atribuirlas a la falta de pronóstico meteorológico, no. No se podría considerar como tal”.
“En 2000 hubo 795 milímetros, en el 89, 697, etcétera”, observa por su parte el general brigadier Gustavo Salgado Rodríguez, también del IAM. “En cambio, ha habido máximas como en el año del 58: mil 297.”
Recientemente Luis Valdivia Ornelas, de la Universidad de Guadalajara, señaló unos 198 puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara susceptibles a encharcamientos y hasta a inundaciones severas por las lluvias. De ahí se destacan El Dean, la Zona Industrial, la colonia Ferrocarril, Cruz del Sur, Gobernador Curiel y Plaza del Sol, entre otras.
Cruceros conflictivos
“Cotidianamente se encharcan ahí en Colón, o en Roble, o Inglaterra: no podemos generalizar diciendo que siempre se van a inundar, porque no es cierto. Hay que rodear mejor, buscar una ruta alterna”.
Mayor Trinidad López Rivas, Director General de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos.