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Blas Galindo, más que Sones de mariachi

Clásica

El pasado 3 de febrero se cumplieron 100 años del natalicio de Blas Galindo, músico nacido en San Gabriel, Jalisco, quien dedicó su carrera principalmente a la composición y la docencia. Como en muchos otros casos, las referencias a su trayectoria suelen ceñirse injustamente a una sola obra, en particular a sus celebérrimos Sones de mariachi, ignorándose el resto de las más de 150 obras que conforman su catálogo, compuesto por música para piano, orquestal y vocal principalmente.

Blas Galindo comienza sus estudios en su pueblo natal formando parte del coro que dirigía el maestro Antonio Velasco, encargado de la música de la parroquia, quien le inició también en el estudio del piano y de los primeros conocimientos de teoría musical. Posteriormente participa en la banda de música del pueblo y finalmente, en 1931, se traslada a la Ciudad de México para cursar estudios en el Conservatorio Nacional, donde tuvo oportunidad de ser alumno de Carlos Chávez, José Rolón y Candelario Huízar, entre otros.

Sus primeras composiciones son principalmente para piano, destacando la Suite número 2, Llano alegre y Un loco. Al principio de la década de los 40, Galindo comienza a elaborar trabajos para orquesta en los que incluye la participación del mariachi: El zopilote mojado, Los cuatro reales y los mencionados Sones de mariachi, obras que se adaptaban muy bien al movimiento nacionalista tan en boga en esos años y en el cual se hallaba inmerso -casi a manera de requisito- para el desarrollo de su carrera.

Estudió en Estados Unidos con el compositor Aaron Copland, en 1941. De vuelta a México se integró al plantel docente del Conservatorio Nacional, llegando a ocupar el cargo de director entre 1947 y 1961, a la vez que comenzó a cultivar su faceta de director de orquesta, que se fue desarrollando fructíferamente.

Respecto a su trayectoria como compositor, no pueden dejar de mencionarse sus sinfonías, conciertos para piano, el Homenaje a Rubén Darío, el Homenaje a Cervantes y las cantatas Suave Patria y Homenaje a la Independencia de México, piezas relevantes en su larga trayectoria que terminaría con su muerte, acaecida el 19 de abril de 1993.

Desafortunadamente en Jalisco, su Estado natal, la efeméride del nacimiento de este músico ha pasado prácticamente desapercibida, aunque no para la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), que en el concierto de mañana, a las 12:30 horas, en el Teatro Degollado, volverá a interpretar los Sones de mariachi que ya tocó ayer. Por otro lado, en la Ciudad de México sí se realizó un homenaje al compositor jalisciense con la presencia de su hijo, Carlos Blas Galindo Mendoza, director del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), además de diversos investigadores y músicos. Al final del acto, la Orquesta Juvenil "Carlos Chávez" ofreció un concierto con música de Blas Galindo.

En el marco de esta ceremonia, el hijo del homenajeado expresó su deseo de que la conmemoración del centenario del natalicio de su padre pueda "servir de arranque, dentro de un plan, para que se toquen con mayor frecuencia sus creaciones", ya que "los grupos musicales mexicanos no programan música del país ni latinoamericana, y las disqueras tampoco la graban, por lo tanto nadie la conoce...".

Respecto a la obra de su progenitor, Galindo Mendoza consideró que no se mantuvo encasillada dentro del nacionalismo toda vez que en ella se incluyó con el paso del tiempo el uso de nuevos recursos y elementos provenientes sobre todo de los movimientos de vanguardia.

De la misma opinión es la musicóloga Xochiquetzal Ruiz, quien destacó el uso de diversos lenguajes en la obra de Blas Galindo, lo cual fue posible debido a que toda su vida fue "un estudioso de primera línea", lo que le permitió contar con una sólida preparación.

Además, Galindo Mendoza manifestó que una de las grandes contribuciones de su padre tuvo lugar en el área de la educación, pues ayudó a "edificar el gran andamiaje de la cultura artística, específicamente de la cultura musical, de la primera mitad del siglo XX".

Este aspecto no puede ser pasado por alto, pues en él denotaba Galindo su gran amor por la música. De hecho, si se me permite hacer un apunte personal, recuerdo la entrevista radiofónica que se le hizo con motivo de su cumpleaños número 80 (en 1990), transmitida por Radio Universidad de Guadalajara, y la manera en que se explayaba hablando de su vida, sus estudios y la música en general, y en particular, la forma en que animaba a los estudiantes de música interesados en la composición para que, sin importar su edad, se dieran a la tarea de trabajar en esa área de una forma natural, es decir, olvidándose de la idea de buscar que sus trabajos se parecieran a los de algún compositor conocido.

Por último, cabe citar que Carlos Blas Galindo ha manifestado que buscará la manera de rescatar el legado de su padre: "Si las disqueras y los directores artísticos no entienden por las buenas, entonces tendremos que solicitar que se legisle, para que un porcentaje de la programación de cada temporada de las orquestas sea de compositores latinoamericanos y mexicanos que ha habido y hay muchísimos".

Una propuesta valiosa, sin duda, que podría también considerarse -de llegar a buen término- parte del legado de Blas Galindo.

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