VEJEZ Y DESILUSIÓN: Sin embargo, conforme transcurren la décadas, tras haber cumplido 30, 40, 50, 60 o más años, nos percatamos de que lo que el tiempo nos ha ido dejando han sido sólo arrugas y envejecimiento; que poco a poco aquella ansiedad se fue apagando, que las utopías se tornaron decepciones; que el cuerpo otrora vigoroso, es ahora un saco de achaques, que el ánimo está repleto de verdugones dejados por los golpes, fracasos, humillaciones e injusticias; que detrás de las puertas del paraíso soñado, no encontramos nada, o que ni siquiera pudimos ingresar por falta de méritos suficientes, ni haber gozado de privilegios requeridos; que el mentado éxito, si alguno, se volvió finalmente humo efímero e insatisfactorio.
SÓLO RECUERDOS: Hoy, como ancianos, sólo nos corresponde memorar el pasado ajeno y propio, lo cual irremediablemente nos conduce a ese melancólico acercamiento al destino final, pues nos hace tomar conciencia de que ya transcurrió la mayor parte de la andadura, que la comedia está en el último acto. Con todo, pese a esa dolorosa y constante regresión, a esa añoranza del pasado y del presente, será menester continuar caminando y arrastrando el peso de la vida sin dejarnos aplastar por la dolencia, ni por el desprecio que suscita nuestra vejez, sino tratando de renovar cada día el interés, la curiosidad y el deseo de vivir, aún en este confuso mundo que sabemos ya no nos corresponde y en el cual nomás no nos hallamos, pero en el que, de cualquier manera, conservamos todavía un rincón y lo tendremos, hasta el instante en que dejemos de ser; instante que, dicen, será lamentable, pero del cual, al fin y al cabo, ya no seremos testigos.
JOSÉ LUIS MEZA INDA / Escritor.
Correo electrónico: meza_indahotmail.com