Focos de alerta

Los problemas derivados de la violencia e inseguridad pública, a causa del narcotráfico y la delincuencia organizada, y cuyo combate ha sido la bandera de la administración de Felipe Calderón desde sus inicios, había sido para los jaliscienses, y los tapatíos en especial, un tema lejano; noticias cotidianas de ejecuciones, enfrentamientos entre grupos criminales y entre éstos y las fuerzas federales, parecían ajenos; los hechos violentos en Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Baja California, Tamaulipas, e incluso el Distrito Federal, no habían tenido eco en Jalisco, salvo casos aislados que de manera esporádica se habían suscitado. Ahora es diferente, y se han encendido los focos rojos en el Estado.

Los acontecimientos de los últimos días, como los de Puerto Vallarta la semana pasada, y el más reciente, la persecución y detención de un grupo de supuestos sicarios en el Periférico, han despertado el temor bien fundado de que nuestro Estado empieza a ser tierra de conquista para los grupos delincuenciales, que por el efecto “cucaracha”, ante la guerra que les están dando las fuerzas federales en otras entidades, están llegando aquí con la intención de sentar sus reales, ya sea para “ajustar cuentas” entre las diversas bandas, o bien para continuar con su actividad.

Las autoridades estatales y municipales se resisten a aceptar que Jalisco, y Guadalajara, sean parte ya del territorio de estrategia para las actividades del narcotráfico y la delincuencia organizada. Insisten en que se trata de hechos aislados, y que no es necesaria la presencia de las fuerzas federales (Ejército y Policía Federal Preventiva) para llevar a cabo operativos como los implementados en entidades del Centro y Norte del país.

Sin embargo, la percepción del ciudadano común es muy distinta, y la preocupación porque el Estado se convierta en tierra de dominio del crimen organizado ha aflorado. Esta percepción es compartida por grupos representativos y el mismo Poder Legislativo, que pide al Ejecutivo tomar cartas en el asunto y actuar en consecuencia, antes de que la situación se vuelva incontrolable y sea demasiado tarde.

Se han encendido los focos rojos, las voces de alerta no se han hecho esperar, y es que la paz y tranquilidad que ha caracterizado a Jalisco y su capital Guadalajara, parece estar en grave riesgo... Así lo hacen suponer los acontecimientos recientes, ante los cuales bien vale la pena que se tomen todas las medidas preventivas de que se disponga.

Resguardar la integridad de los ciudadanos y procurar la paz y la tranquilidad en el Estado debe ser prioridad para las autoridades, que primero deben aceptar que el problema de la inseguridad ya está presente aquí, y a partir de ello emprender las acciones que sean necesarias, incluso solicitar la presencia de las fuerzas federales, como ha sucedido en otras entidades.

Temas

Sigue navegando