— Migajas
Conmovido por la tragedia de destrucción y muerte que se abatió sobre Haití, el flamante presidente municipal de Zapopan, Héctor Vielma, dispuso —según refieren las notas informativas— incorporar a los donativos que de inmediato comenzaron a fluir de todo el mundo, su salario de un mes. Las notas no precisan si se trata de los poco más de 100 mil pesos que, por ley, le corresponden, o si se trata del sueldo de un peso mensual que él decidió autoasignarse.
“La Araña” ya investiga...
—II—
En lo que ese asunto se aclara —y, en todo caso, siempre a partir del presupuesto, por una parte, de que el señor Vielma querrá ser generoso en su óbolo, y, por la otra, de que sigue siendo cierto que la caridad se desvirtúa cuando se cacarea (“Cuando des limosna, no hagas tocar la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles... Mas, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, consigna San Mateo en un fragmento del Sermón de la Montaña)—, hay otro asunto...
Se trata de un capítulo de la entrevista radiofónica del gobernador Emilio González Márquez, el lunes pasado, aludida en los comentarios de martes y miércoles en este mismo espacio.
A la vista de que el aún incipiente 2010 será, por las razones que han sido ampliamente difundidas en los últimos meses, un año “de vacas flacas” en materia de aportaciones del presupuesto federal para Jalisco, se planteó si ese hecho ameritaría algún ajuste a favor de la austeridad en el gasto público. González Márquez dijo que sí: que se había dispuesto cancelar las comidas de los funcionarios públicos (“en las que consumen viandas que no pedirían si tuvieran que pagarlas de su peculio”, expresó) con cargo al presupuesto.
—III—
La intención es buena. Sin embargo, faltaría saber qué tanto aliviará el gasto público esa medida... y qué perjuicio social ocurriría en Jalisco si, con el ánimo de ajustar el presupuesto al efecto de que la aplicación del dinero de los impuestos beneficiara más a los gobernados que a los gobernantes, si se desaparecieran, de cuajo, algunas dependencias —las famosas “supersecretarías”, por ejemplo— que más parecen haber sido creadas para pagar favores que para buscar “el bien común” que era, en tiempos pretéritos, el valor supremo en la venerable (y ahora extinta, según todos los indicios) filosofía panista.
Conmovido por la tragedia de destrucción y muerte que se abatió sobre Haití, el flamante presidente municipal de Zapopan, Héctor Vielma, dispuso —según refieren las notas informativas— incorporar a los donativos que de inmediato comenzaron a fluir de todo el mundo, su salario de un mes. Las notas no precisan si se trata de los poco más de 100 mil pesos que, por ley, le corresponden, o si se trata del sueldo de un peso mensual que él decidió autoasignarse.
“La Araña” ya investiga...
—II—
En lo que ese asunto se aclara —y, en todo caso, siempre a partir del presupuesto, por una parte, de que el señor Vielma querrá ser generoso en su óbolo, y, por la otra, de que sigue siendo cierto que la caridad se desvirtúa cuando se cacarea (“Cuando des limosna, no hagas tocar la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles... Mas, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, consigna San Mateo en un fragmento del Sermón de la Montaña)—, hay otro asunto...
Se trata de un capítulo de la entrevista radiofónica del gobernador Emilio González Márquez, el lunes pasado, aludida en los comentarios de martes y miércoles en este mismo espacio.
A la vista de que el aún incipiente 2010 será, por las razones que han sido ampliamente difundidas en los últimos meses, un año “de vacas flacas” en materia de aportaciones del presupuesto federal para Jalisco, se planteó si ese hecho ameritaría algún ajuste a favor de la austeridad en el gasto público. González Márquez dijo que sí: que se había dispuesto cancelar las comidas de los funcionarios públicos (“en las que consumen viandas que no pedirían si tuvieran que pagarlas de su peculio”, expresó) con cargo al presupuesto.
—III—
La intención es buena. Sin embargo, faltaría saber qué tanto aliviará el gasto público esa medida... y qué perjuicio social ocurriría en Jalisco si, con el ánimo de ajustar el presupuesto al efecto de que la aplicación del dinero de los impuestos beneficiara más a los gobernados que a los gobernantes, si se desaparecieran, de cuajo, algunas dependencias —las famosas “supersecretarías”, por ejemplo— que más parecen haber sido creadas para pagar favores que para buscar “el bien común” que era, en tiempos pretéritos, el valor supremo en la venerable (y ahora extinta, según todos los indicios) filosofía panista.