ENTRE VERAS Y BROMAS

— Dinosaurios

...Y cuando los tapatíos despertaron, ayer, del sueño (o, si se prefiere, de la pesadilla) blanquiazul, los dinosaurios aún estaban ahí.
—II—
Ahí estaban: sonrientes; perfumados; bien peinados y bien trajeados; sin señales visibles de cualquier deterioro físico causado por los años —15— pasados en el ostracismo político; flamantes, pues: como recién salidos del pomo de formol.
Eran los invitados de honor en la fiesta de la resurrección. Algunos, en los efervescentes corrillos previos y posteriores a las tomas de posesión de los alcaldes en la Zona Metropolitana de Guadalajara, recordaron la escueta profecía, amenaza, maldición gitana o lo que haya sido, y cuya paternidad se atribuye al general Douglas McArthur, con que se despidieron, hace tres lustros, de los cargos públicos: “Volveremos”.
Volvieron, en efecto. Se reciclaron nombres que antaño estuvieron en el candelero de la política local. Los réprobos de ayer, son —¡abracadabra!— los benditos de hoy. Los que ayer fueron defenestrados, hoy aprenden que la capacidad de perdón —¿o la amnesia?— de la sociedad es infinita. O los tapatíos se pasan de nobles, o no tienen empacho en corroborar, en carne propia, que “el hombre sigue siendo el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”...
Hoy, de hecho, al repasar la lista de los asistentes, olorosa a naftalina, no faltarán quienes desconfíen de si los noticiarios de radio y televisión de ayer, no fueron, en realidad, grabaciones que datan de los tiempos de “La dictadura perfecta”, como llamó Mario Vargas Llosa a la hegemonía que durante siete décadas ejerció el eufemísticamente llamado “partidazo”; tampoco faltarán, al reencontrarse con nombres que ya parecían sepultados por el polvo del olvido, quienes sospecharán, por un momento, que el voceador, por socarrón o por “malora”, les entregó un periódico de mediados de la década antepasada.
—III—
Hoy que inicien formalmente sus labores las nuevas administraciones, comenzarán a despejarse varias incógnitas: ¿Habrá servido el ostracismo de los candidatos del partido surgido —según sus rápsodas— de las impolutas banderas de la ya pronto centenaria Revolución Mexicana, para prepararse para gobernar, ahora sí, en beneficio del pueblo...? ¿Comenzarán los ciudadanos a constatar las bondades de la alternancia...? O, por el contrario, ¿se pasará del monopolio de un partido a un “duopolio” que deje la desoladora moraleja de que a la postre es tan malo el pinto como el colorado...?

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