México

Un Desfile Militar con mayor vigilancia

El Presidente Felipe Calderón acompañado de su familia, así como del general Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa; y del secretario de Marina, Francisco Saynez fueron los asistentes de honor en el Desfile Militar por el 198° aniversario de la Independencia.

CIUDAD DE MÉXICO.- Con medidas de seguridad y controles más marcados para los civiles, las Fuerzas Armadas mexicanas protagonizaron uno de los desfiles más breves pero emotivos de los últimos años, destacando la participación femenina en operaciones especiales.

La presencia de la Armada de México, desde el inicio del desfile que conmemoró el centésimo nonagésimo octavo aniversario del inicio de la lucha de Independencia, así como el paso de aviones de la Fuerza Aérea y de la Marina en una plancha del Zócalo de la Ciudad de México, dieron realce a la parada militar aplaudida por miles de personas.

Pero las sorpresas no sólo estuvieron en la plancha del Zócalo. El balcón presidencial fue de nueva cuenta escenario de atención en el que los hijos del Jefe del Ejecutivo, Felipe Calderón, vistieron ahora totalmente de blanco, saludaron a la Bandera y al contingente militar como lo deben hacer los civiles y vieron y escucharon a su padre entonar el himno del Colegio Militar a paso de ese contingente.

Además, Felipe Calderón extendió las muestras de respeto y admiración al Cuerpo de Guardias Presidenciales, y en especial al contingente de la Escuela Militar de Enfermería de la Defensa Nacional con aplauso prolongado ante las figuras y uniformes blancos de las mujeres del Ejército.

Y dos mujeres, la teniente de corbeta del Servicio de Sanidad Naval (Enfermera y Urgencióloga) Cecilia Azucena Sáenz Morales, y la primer maestre (Estudiante Becaria) Zaida Carina Romero Román, dieron más razones para ello, apareciendo como comandos de Fuerzas Especiales (FES) de Infantería de Marina y descolgándose desde un helicóptero Panther en un ejercicio de inserción en soga rápida para capturar a narcotraficantes y terroristas.

Una ceremonia muy segura

Veinticuatro horas antes del desfile, alrededor de 30 elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) se apostaban en las azoteas de los edificios del Gobierno del Distrito Federal, de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), del Hotel Majestic y del Monte de Piedad.
En el otro extremo del Zócalo, la Catedral Metropolitana y sus campanarios no escaparon de la presencia militar, atenta a todo movimiento reportado en radios y teléfonos a las células de cinco elementos que con sus trajes circulaban en el perímetro de la plancha central.

Y en el aire, oculto solo hasta el final del desfile, el avión Embraer de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) para vigilancia estratégica, hacía un único y discreto pase a espaldas de la Catedral, cuando la multitud se dispersaba hacia los cuatro puntos cardinales, revisando sus cámaras y celulares para ver quien hacía la mejor foto o video de las tropas.

Antes, el público disfrutaba las evoluciones de las 62 aeronaves que en cinco ocasiones pasaron sobre la Plaza de la Constitución, como en otros años.

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