México

El lodo y la terquedad

Desde la ciudadanización de estos organismos, la historia electoral del país ha transitado por un camino esquizofrénico

A pesar de toda la experiencia, sigue presente la esperanza. O, en otras palabras: fregadera tras fregadera, aún es posible creer, casi con necedad, que en política es posible limpiar el lodo. Desde 2003, hace siete años ya, numerosas voces se han alzado para criticar la forma en la que los partidos políticos eligen a los consejeros electorales que dirigen el IFE y los organismos electorales en los estados. Dicen que se los reparten. Y dicen bien, pero eso tiene implicaciones distintas dependiendo de cómo se los reparten.

Desde la ciudadanización de estos organismos, la historia electoral del país ha transitado por un camino esquizofrénico: cada año son más eficientes los institutos electorales, cada vez hay más expertos, pero al mismo tiempo, cada día hay más presiones de los jugadores (los partidos políticos) para meter mano y echar lodo a estas instituciones.

En muchos casos los políticos lo han logrado: han dejado tan honda huella en los hombres o mujeres que les deben el cargo, que cuando se presenta la necesidad de castigar a los partidos por violar la ley, siempre hay algún consejero “consentidor”. En la última elección federal, en el Comité Conciudadano para la Observación Electoral documentamos esa actitud. No sólo eso: en muchos institutos los consejeros se ven obligados a contratar equipos impuestos por los partidos políticos y, en el peor de los casos, piden a quienes ya trabajan que busquen padrinos para mantener el empleo.

Sin embargo, las porquerías de las que hemos sido testigos no terminan por amilanar a los ciudadanos demócratas. Hay una saludable insistencia por seguir el proceso de selección de consejeros, por pedir que se haga limpio y claro, por exigir que se atemperen las presiones partidistas.

Hoy, el Comité Conciudadano, en donde se agrupan académicos, periodistas y activistas de todas partes de la República, está circulando un llamado a los partidos que, entre otras cosas, pide “un Consejo fuerte por sí mismo, compuesto por personas capaces, conocedoras de los procesos y la legislación electoral, de probada autonomía y compromiso con la vigencia de los derechos políticos de los ciudadanos”.

Regresen y lean, por favor. La petición continúa, y saludablemente, los ciudadanos están presentes para exigir instituciones imparciales, que funcionen con los criterios constitucionales con los que fueron formadas. Una y otra vez se ha pedido “un Consejo fuerte por sí mismo”. Y una y otra vez hay que volverlo a exigir. Siempre. Ésa es la dinámica democrática.

Hoy el IFE renueva tres sillas de las nueve que tiene en su dirección colegiada; hace dos días, el instituto de Colima renovó todo su Consejo y en pocas semanas se renovará completo el Consejo equivalente en Querétaro. A pesar de toda la porquería que se ha visto, a pesar de la dinámica política, otra vez hay que indicar con terquedad, desde todos los espacios posibles, por dónde se debe transitar.

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