Jalisco

Vulnerabilidad social acompaña a padres jóvenes

Jalisco tiene uno de los porcentajes más bajos de embarazos entre adolescentes, pero florecen en medio de la marginación

GUADALAJARA, JALISCO (07/ABR/2012).- Nunca quiso tener hijos. Pero los planes salieron mal. Hoy, a sus 22 años, Tere Romero es madre de cinco. Mientras recuerda aquel fallido anhelo, hace maniobras para que la energía de sus dos más pequeños no se salga de control. A Kimberly Alejandra, quien apenas cumplió el año, la sostiene con ambas manos al ras de las rodillas, la agita, la acuesta, la levanta, lo que sea necesario para que no estalle en lágrimas. Ángel es más esquivo. Tiene dos años y quiere conocer, tocar, jalar, escalar, probar todo lo que está a su alcance. La joven madre, con la niña en los brazos, lo inmoviliza desesperada. Él lucha y muerde en señal de defensa. Ella lo corrige con un manotazo en la boca. Lo sienta envuelto en llanto… y se le vuelve a ir.

Tere no es la única que a su edad debe priorizar el cuidado de sus hijos, tampoco la única que aprende a ser madre a edad temprana, en lugar de formarse académicamente, de hacer una carrera. Sólo en Jalisco y durante 2010 se registraron 24 mil 283 partos de mujeres menores de 19 años (492 entre menores de 15 años), lo que representa 16% del total de alumbramientos contabilizados en tal periodo, según las más recientes estadísticas del Consejo Estatal de Población (Coepo).

La media nacional de madres adolescentes es de 18% del total de progenitoras. Jalisco es el quinto Estado con menor incidencia, su cifra es 16%. El de Chihuahua, es el problema más grave con 23 por ciento.

Pero en Guadalajara, Luis, pareja de Tere, al escuchar el escandaloso llanto de Ángel se acerca con el rostro endurecido, mirada fija, tono hostil, como si hubiera encontrado a la responsable del escándalo del menor:

—O cuidas al niño o mejor ya nos vamos.

No vio lo que pasó. Ella no dijo nada.

Él es 10 años mayor que ella, paga la renta, mantiene a los dos niños y a ella: él manda. ¿Y los otros tres hijos de Tere? No son de Luis, así que, antes de que él entrara en su vida, la joven madre —que deja ver la palabra ‘Alonso’ ornamentalmente tatuada en su espalda, a la altura de los hombros— ya les había dado diferentes destinos.

Al primero lo concibió cuando tenía 14 años; se llama José, tiene ocho años de edad y vive en casa de su joven pero “fatigada” abuela materna. Lo quiere enviar a un internado porque ya no lo puede mantener. “¿Dónde más puede estar?”, pregunta Tere agotando las opciones. “Conmigo no se quiere ir, ni ‘mamá’ me dice”. El padre del niño se fue a vivir a Estados Unidos. No regresó.

A Valeria la tuvo a los 15. Hoy, la pequeña tiene seis años y va a entrar a la primaria. Ella vive con su abuela paterna porque su padre, Chucho, de 23 años, quiso cuidarla y hacerse cargo. Trabaja como limpiavidrios a un costado del Parque Agua Azul, sobre González Gallo, pero “ya no se droga, ni nada”, según promete él mismo. Ahí conoció a Tere hace unos años y fue cuando concibieron a Valeria. Pero Luis, su actual pareja, también limpiavidrios, le prohíbe trabajar.

Falta Emmanuel, el tercer bebé. Ya tiene cuatro años, hijo de otro hombre que también se dedica a limpiar parabrisas en los cruceros. Cuando todavía trabajaba, Tere llevaba a este pequeño con ella. “Pero, como mi tía veía que a veces se me mojaba por la lluvia, me dijo que se lo diera y que ella me lo cuidaba”. Le tomó la palabra. Ahora la tía se hace cargo de todo.

En 2010, uno de los mayores índices

Así que ya no ve a ninguno de los tres primeros porque ahora vive con los dos más pequeños, Ángel y Kimberly, y con Luis, padre de ambos. El año en que nació Ángel —2010— fue el mismo en que Jalisco documentó el porcentaje más alto en 40 años de madres adolescentes con al menos un hijo nacido vivo, con siete por ciento.

Griselda Uribe Vázquez, doctora investigadora de la Universidad de Guadalajara, ve más allá de los números fríos. Para ella, la dificultad del fenómeno radica en las delicadas condiciones socioeconómicas que viven los adolescentes al convertirse prematuramente en padres: “No es otra cosa que la condición de vulnerabilidad de los jóvenes frente a un sistema económico que los está pauperizando tremendamente”.

Eso significa que, además de los riesgos físicos que implica un parto para una joven menor de 19 años (por lo que el embarazo en adolescentes se considera un problema de salud pública), conseguir las condiciones económicas para educar y sacar adelante a su bebé, a veces sin el apoyo de su familia o pareja, se vuelve la lucha de todos los días.

Tere pasó su infancia con su madre y sus esporádicas parejas en vecindades, donde fue presa fácil de agresiones físicas: primero de sus hermanos y padrastros, y después de sus propias parejas controladas por el efecto de las drogas y alcohol.

Aunque sí los llegó a probar, nunca se envolvió en los enervantes, menos durante sus cinco embarazos. “¡Nombre! Yo sí me porté bien. Había una muchacha ahí en el crucero que, embarazada, andaba bien toncha (drogada): le valía y ya tenía tres (hijos)”.

Tere conoce muchos casos como el suyo. Madres adolescentes con más de tres hijos y de distintos padres no son novedad en los barrios donde creció, en el crucero en que trabajó. De hecho, busca quién le pueda bautizar a Kimberly, porque el requisito para ser padrino en la Iglesia Católica es estar debidamente casado, y “¿de dónde saco yo unos casados?”. No es un algo común entre sus conocidos.

Lo que la mantiene tranquila es saber que ya no tendrá hijos, le practicaron la salpingoclasia después del último parto.

Dice que nunca consideró la posibilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS), por eso nunca tomó las precauciones. Tampoco recibió orientación sobre planificación, ni sobre el uso de anticonceptivos. No es porque no existan, de hecho, el Consejo Nacional de Población (Conapo) desplegó en febrero y marzo pasados la campaña nacional “Un condón es más confiable que el destino”, para hacer conciencia entre los adolescentes sobre los riesgos de practicar relaciones sexuales sin preservativo.

Los spots se han transmitido en televisión, radio y cine, y han colocado carteles en zonas públicas como el Tren Ligero, en el caso de Guadalajara. Todos ellos dicen que, si te cuidas, es más probable que sigas disfrutando tu tranquila vida de joven, sin responsabilidades prematuras como la paternidad.

Tere tiene televisión pero no radio. No ha visto los spots. Y no son los primeros que se difunden sobre el tema: en 2011 hubo una campaña similar y hay permanentes programas preventivos en el sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), así como becas por parte de la Secretaría de Educación para que padres jóvenes sigan estudiando. Pero a lo largo de su adolescencia no escuchó algo que la hiciera tomar decisiones al respecto, sobre su salud o educación.

La Secretaría de Salud y el Conapo lanzan sus programas preventivos advirtiendo a las más de 700 mil mujeres jaliscienses vulnerables a convertirse en madres adolescentes que las consecuencias pueden ser abandonar los estudios, contraer una ETS, frustrar un proyecto de vida, verse obligadas a trabajar o decirle adiós para siempre a sus compromisos sociales, entre otras.

Tere no conoció programas preventivos. En su caso, al embarazarse, a los 14 años, no tuvo que dejar la escuela porque no pasó de cuarto grado de primaria. No tuvo que buscar trabajo porque desde los 12 años limpia vidrios en el crucero de la Calzada Independencia y González Gallo. Vivía al día, entre violencia y drogadicción. De un embarazo y otro.

Pero eso fue en el pasado. En el presente, ella se encarga de cuidar en casa a sus hijos más pequeños, los dos que “le quedan”. Aunque no sabe qué pasa con los otros tres, le gustaría que estudiaran. Los “medianos” probablemente lo hagan con ayuda de sus tutores. El más grande, José, no conoce una escuela ni un núcleo familiar. Heredó la vecindad, la violencia, los vicios, el trabajo, la calle, el abandono. La vida que Tere, su madre, vivió a su edad.

Estados
Tasa de natalidad

16% de los partos en Jalisco tiene lugar entre madres adolescentes; es el quinto porcentaje más bajo del país.

18% de los partos en México ocurre entre madres adolescentes; 23% de ellos se registra en Chihuahua.

Conteo
Marca histórica

7% de las madres jaliscienses eran adolescentes en 2010. Fue el mayor registro para el Estado en 40 años.

700 mil mujeres adolescentes de Jalisco son consideradas como vulnerables a un embarazo por falta de prevención.

Crecimiento
Índice de madres adolescentes

En 2010 se registraron 161 mil 798 nacimientos, de los cuales 27 mil 283 fueron entre mujeres menores de 19 años de edad.

Bolaños es el municipio de Jalisco con mayor índice de madres adolescentes en 2010, con 14.8% del total de partos.

El más alto porcentaje de madres adolescentes de los últimos 40 años en Jalisco, se registró en 2010, con 7% del total.

Ese crecimiento es, sin embargo, proporcional al de la población.Sólo cuatro de cada 10 mujeres entre 15 y 19 años utilizaron algún tipo de anticonceptivo en el primer encuentro sexual, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2009.

Más de 15 organizaciones gubernamentales han enviado al Congreso de la Unión una iniciativa para decretar el 26 de septiembre como el Día Nacional de la Prevención del Embarazo No Planificado en Adolescentes, para reforzar medidas y programas nacionales preventivos.

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