Jalisco

Va de retro

De acuerdo con nuestras leyes, a nadie se puede detener por sospechoso

Se han llamado de diferentes maneras. Un tiempos fueron retenes, luego campaña de despistolización, más tarde volantas y ahora columnas. En el fondo es lo mismo, buscar la manera de detener sospechosos. Parte de la prevención del delito es adelantarse a los acontecimientos. Si un policía ve algo raro, fuera de lo normal, intuye que de ahí puede derivarse un posible delito o que detrás de ello hay un posible delito. Sin embargo, la Constitución prohibe a las autoridades cualquier detención arbitraria. El Artículo 16 dice literalmente que: "Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal de procedimiento", y establece que sólo cuando exista flagrancia de un delito entonces sí cualquier persona puede detener al delincuente, siempre y cuando lo ponga de inmediato a disposición de las autoridades. De acuerdo con nuestras leyes, a nadie se puede detener por sospechoso. Dicho de otra manera, parar a un joven o a un albañil (clientes frecuentes de las policías) para revisarles las mochilas, es ilegal.

Nos pueden gustar o no las leyes, nos pueden parecer buenas o malas, absurdas o coherentes, pero son las que tenemos y hay que acatarlas... y cumplirlas.

La presencia de la policía en las calles tiene dos funciones básicas: hacer sentir a los ciudadanos que están más seguros porque la presencia policiaca inhibe posibles delitos, y estar cerca de los lugares donde se cometen delitos para hacer una persecución más eficiente. Nada más. Los policías preventivos no investigan ni persiguen delincuentes. Las hoy bautizadas como columnas (las volantas de antes) sí sirven para inhibir, dan la idea de una presencia policial fuerte, y hasta de coordinación, pues andan policías municipales, estatales y federales juntos. El problema es que igual que los retenes o cualquier detención de un sospechoso, la acción es completamente arbitraria. La policía hace un prototipo de delincuente y actúa en función de ello. Ser joven, moreno y traer mochila a la espalda, es ser sospechoso; traer placas de Durango, ya no digamos de Sinaloa, es sospechosísimo; ser moreno, traer fajo piteado, andar en pick-up con placas de Sinaloa y oyendo música de banda, es ser candidato a levantón.

Dar seguridad es la primera misión y razón de ser del Estado, pero no puede, bajo circunstancias normales, pasar por encima de lo que le permite la ley (y decretar circunstancias anormales que anulen las garantías individuales requiere un procedimiento y un decreto que no están dados en estos momentos). El riesgo de las volantas, columnas, retenes o como quieran llamarle a los operativos conjuntos, es que terminen acosando jóvenes porque la evaluación se da por el número de detenidos, como si eso fuera en sí mismo un indicador de seguridad. A los policías les encantan los retenes, aunque nunca ha quedado claro si efectivamente sirven para algo.

Si las columnas sirven para una mejor coordinación e inhibición del delito, bienvenidas; si son, como siempre han terminado siendo estos operativos, para extorsionar jóvenes por el grave delito de tener cara de algo (delincuente, pandillero, motorolo, robacarros, etcétera) vamos para atrás.

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