Jalisco

Un gobernador sin bancada

El nombramiento de José María Martínez como coordinador de los diputados panistas no es una buena noticia para el Estado

El nombramiento de José María Martínez como coordinador de los diputados panistas no es una buena noticia para el Estado. No porque “Chema”, como le dicen sus cuates, tenga más o menos cualidades que su antecesor, sino por la pésima relación que tiene con el gobernador y con el secretario de Gobierno, sus dos interlocutores más importantes. Ayer, en rueda de prensa, el gobernador Emilio González Márquez dijo que las decisiones de la bancada panista no eran tema de su Gobierno. No pudo ser más frío ni su silencio más elocuente: el gobernador se quedó sin bancada en el Congreso.

No es difícil de entender que apenas a cuatro meses de arrancado el Congreso, el diputado González Uyeda haya tirado la toalla. Si, como suponemos, su aspiración es la candidatura a gobernador, la coordinación de la bancada era una excelente palestra, pero para el golpeteo. La sobreexposición mediática le estaba costando más de lo que le dejaba. Sin duda reencontrar el camino de regreso a la candidatura no le será fácil, pero por el que iba no llegaba o en el mejor de los casos, llegaba derrotado. Tampoco es difícil entender que José María Martínez agarre un toro que ya conoce, pues él fue coordinador y operador importantísimo de la segunda Legislatura del sexenio de Ramírez Acuña, en una situación muy similar de minoría panista.

“Chema”, además de representante de un grupo, tiene su propia agenda y habrá que vigilar con lupa sus intereses en el Poder Judicial.

Lo que es difícil de entender es que el presidente estatal de ese partido, Hernán Cortés Berumen, quien es el que, al menos en teoría, toma la decisión, haya optado por una salida que lejos de unificar a su partido lo que hace es reabrir la herida que se generó después de la elección y que terminó con la salida anticipada, aunque cuidada y acordada, del presidente estatal del PAN, Eduardo Rosales. Si la decisión la tomó Hernán, grave, pues deja ver un presidente de partido faccioso y con poca amplitud de miras; si la decisión se tomó en otro lado y él sólo la operó, peor.

Un Gobierno sin mayoría en el Congreso complica las decisiones, pero obliga a generar consensos. Así votamos el 5 de julio, tal como lo habíamos hecho en todas las elecciones intermedias. A ninguno de los tres últimos gobernadores le hemos dado mayoría en el Congreso en la segunda mitad de su periodo. Pero no es lo mismo tener una fracción minoritaria que no tenerla. En la práctica, su partido le dio la espalda a Emilio y el gobernador se quedó sin bancada. Independientemente de las grillas panistas, que son entre ellos, a un Ejecutivo sin brazo en el Legislativo le será mucho más complicada la toma de decisiones que requiere el Estado, y en esa perdemos todos.

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