Jalisco
¿Pistolitas de agua?
Era difícil que la administración de Rodolfo Ocampo al frente del SIAPA terminara bien
Era difícil que la administración de Rodolfo Ocampo al frente del SIAPA terminara bien. El desmantelamiento del equipo técnico era en sí mismo un pecado político grave, pues el conocimiento de los técnicos es, a fin de cuentas, patrimonio de la ciudad. Haber usado la nómina para proteger a sus cuates y darles chamba a sus compañeros de partido, ésos que votan en las asambleas panistas, fue un uso indebido de los recursos públicos. Pero, si se prueban las acusaciones de desvío y malversación de fondos, podemos cantar, como esos strikes que se ven desde que salen de la mano del lanzador, el fin de la carrera política de Ocampo.
Prudencia obliga. No sería la primera vez que funcionarios públicos sueltan una auditoría a medias para luego comenzar a bajarle la espuma al chocolate. No digo que los alcaldes no tengan razón ni mucho menos, que no tengan conocimiento de causa, simplemente hasta no ver resultados jurídicos, demandas concretas contra personas concretas por delitos concretos, no hay nada; lo demás es la chora interminable. Lo peor que le puede pasar al SIAPA es que se metan en un rollo de desgaste dizque para meter a Ocampo al bote y a final de cuentas, todo resulte en un gran arreglo político donde los alcaldes tuvieron sus 15 minutos de gloria en los medios de comunicación y nada más.
Pocas instituciones hay tan delicadas como el Sistema Intermunicipal de Agua Potable. Fue un acierto de sus creadores sacarlo de la esfera política, y fue un error de los dos últimos gobiernos panistas usarlo como refugio de desempleados del partido. Existe el riesgo de que ahora, en manos del PRI, quieran también utilizarlo como bandera política, sea para golpear a los de atrás o para construir desde ahí una plataforma electoral. Si los alcaldes priistas que ahora tienen el control del organismo operador lo usan sólo para el golpeteo, los únicos perjudicados vamos a ser los ciudadanos. Los políticos, a fin de cuentas, se entienden entre ellos y siempre tienen un asunto que negociar a cambio. Los ciudadanos, por el contrario, sólo vamos por las de perder.
Si hay delitos, que se persigan y hasta el fondo. Si sólo es revanchismo político, por favor no usen uno de los pocos espacios en los que los ciudadanos teníamos certezas (la certeza de que no era lo mejor, pero se manejaba con criterios técnicos) para darse en la torre los unos a los otros.
Si son pistolitas de agua, mejor no nos presuman.
Prudencia obliga. No sería la primera vez que funcionarios públicos sueltan una auditoría a medias para luego comenzar a bajarle la espuma al chocolate. No digo que los alcaldes no tengan razón ni mucho menos, que no tengan conocimiento de causa, simplemente hasta no ver resultados jurídicos, demandas concretas contra personas concretas por delitos concretos, no hay nada; lo demás es la chora interminable. Lo peor que le puede pasar al SIAPA es que se metan en un rollo de desgaste dizque para meter a Ocampo al bote y a final de cuentas, todo resulte en un gran arreglo político donde los alcaldes tuvieron sus 15 minutos de gloria en los medios de comunicación y nada más.
Pocas instituciones hay tan delicadas como el Sistema Intermunicipal de Agua Potable. Fue un acierto de sus creadores sacarlo de la esfera política, y fue un error de los dos últimos gobiernos panistas usarlo como refugio de desempleados del partido. Existe el riesgo de que ahora, en manos del PRI, quieran también utilizarlo como bandera política, sea para golpear a los de atrás o para construir desde ahí una plataforma electoral. Si los alcaldes priistas que ahora tienen el control del organismo operador lo usan sólo para el golpeteo, los únicos perjudicados vamos a ser los ciudadanos. Los políticos, a fin de cuentas, se entienden entre ellos y siempre tienen un asunto que negociar a cambio. Los ciudadanos, por el contrario, sólo vamos por las de perder.
Si hay delitos, que se persigan y hasta el fondo. Si sólo es revanchismo político, por favor no usen uno de los pocos espacios en los que los ciudadanos teníamos certezas (la certeza de que no era lo mejor, pero se manejaba con criterios técnicos) para darse en la torre los unos a los otros.
Si son pistolitas de agua, mejor no nos presuman.