Jalisco

Oprobio

Entre bromas y veras por Jaime García Elías

Alguien, con todo dolor de su corazón, y no “nada más por jo... robar”, según una de las mejores frases de conocido ex-gober, llamó a Guadalajara “La ciudad de los grandes proyectos... fallidos”.
Botón de muestra (uno entre tantos): el “centro comercial” que se perpetró —bonito verbo en cuyos resultados va implícito “pecado o culpa grave”— en el subterráneo de la  ex Plaza de los Laureles, rebautizada en ocasión del 450o. aniversario de la fundación de la ciudad como “Plaza Guadalajara”.

—II—

Su historia, a grandes rasgos, es la siguiente: a raíz de que las calles del Centro Histórico, “peatonalizadas” desde la década de los setenta del siglo pasado, devinieron en tianguis, en la administración municipal antepasada —con Emilio González Márquez como alcalde— se planteó como solución, so pretexto de “dignificar” la zona, ubicar a los vendedores ambulantes o semifijos en locales (“dignos”, también se decía) que se habilitarían en el subterráneo de la plaza frente a Catedral y la Presidencia Municipal. Hubo, como de ordinario, resistencias de los hipotéticos beneficiarios de la obra. Finalmente, el proyecto se consumó. Sin embargo, las quejas surgieron de inmediato, parte por las imperfecciones del mismo (saturación, espacios mínimos, locales vacíos o abandonados por incosteables, filtraciones de agua, fallas en los servicios sanitarios...), parte porque el número de los posibles compradores era significativamente inferior que cuando el comercio se hacía arriba.

Ahora, según una iniciativa presentada la semana pasada por la regidora Dulce Roberta García, se plantea un nuevo proyecto para “remozar y rehabilitar” esos espacios... mientras los vendedores ambulantes de baratijas, juguetes y golosinas —como es público y notorio— no sólo han vuelto a invadir las calles que se pretendían “dignificar” sepultándolos en el subterráneo, sino que han sido legitimados por el municipio, puesto que sus inspectores los pasan a la báscula todos los días, cobrándoles el consabido “derecho de piso”.

—III—

Precisamente porque faltó, desde el principio, la visión —parte empresarial, parte gubernamental— para conciliar la necesidad de ganarse honestamente la vida de los comerciantes con la de proporcionar a los visitantes de la zona, tanto lugareños como turistas, un espacio de veras digno, un oasis como los que han sabido darse Guanajuato, Zacatecas, San Luis, Morelia y muchas otras ciudades, la presentación de un nuevo proyecto implica la confesión de que el actual resultó fallido. Por una razón: por mediocre...
(Es decir, por llevar, para su oprobio, como pecado original, la marca de la casa).

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