Jalisco

Maderas distintas

No es lo mismo reforestar que plantar arbolitos. A los políticos les encanta plantar arbolitos porque es de lo más fotogénico

No es lo mismo reforestar que plantar arbolitos. A los políticos les encanta plantar arbolitos porque es de lo más fotogénico. Todos los asesores de prensa y de imagen les dicen que salir en la tele o en la portada de los diarios sembrando arbolitos los hace ver como sensibles, campiranos, preocupados por el medio ambiente y hasta ecologistas, que va muy bien con los jóvenes. El problema es que el compromiso termina ahí.

“Reforestación sin evaluación es pachanga”. La frase, aunque suene paradójico es de Cibrián, el ex director de Conafor que tuvo que salir porque no le salieron las cuentas de los arbolitos sembrados. Y no le salieron no porque no tuviera la capacidad técnica, sino porque la política lo envolvió y lo arrolló. Cuando Greenpeace le contó los árboles y el presidente Calderón le pidió explicación, no hubo manera de sostener los 100 millones de árboles de los que se hablaba. Calderón nunca más volvió a tocar el tema y lo que era la política pública más importante del sexenio, lo que era la dependencia que más creció, proporcionalmente, simplemente quedaron borrados del mapa.

A Calderón se le olvidó reforestar y Conafor no ha vuelto a aparecer en las primeras planas. A nivel Jalisco pasó algo muy similar. El gobernador se propuso, en los albores de su sexenio, reforestar con plantaciones comerciales 20 mil hectáreas de Jalisco. Invitó a Andrés Zermeño, ex alcalde de Tlajomulco, a dirigir el programa, pero pronto comenzaron las grillas entre funcionarios, aparecieron los problemas, el programa pasó a tercer plano y hoy la meta son cinco mil hectáreas.

Hay varias cosas para aprender de estas experiencias. La primera es que plantar árboles no es enchílame otra, requiere conocimiento técnico. La segunda es que los políticos y los árboles no son buenos compañeros, ahora sí que están hechos de distinta madera; refrescar es un proceso que requiere paciencia y dedicación, la política está hecha de flashazos e inmediatez. La tercera es que lo peor que podemos hacer es no aprender de lo echado a perder. Si contamos lo recursos invertidos en desarrollo forestal en Jalisco y en el país, es mucho lo que nos ha costado este proceso, y sin embargo es aún muy poco comparado contra lo que hay que invertir.

 A pesar de todo, hay dos condiciones básicas que no han cambiado: Jalisco tiene un gran potencial forestal y hay miles de millones de dólares de productos madereros que cada año importamos y que se pueden convertir en oportunidades (una buena parte de la madera de pino viene de Chile, de una especie nativa de esta zona del país). Lo que tenemos ahora y no teníamos hace 12 años es gente con experiencia, con éxitos o fracasos, de los cuales hay que aprender.

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