Jalisco

Las broncas del dipu-verde

Hacía rato que no teníamos un diputado tan “pintoresco” como Enrique Aubry, del Partido Verde

Hacía rato que no teníamos un diputado tan “pintoresco” como Enrique Aubry, del Partido Verde. Aubry cumple con todos los requisitos para denigrar el trabajo legislativo. Las cuatro cosas que los ciudadanos odiamos de los diputados: prepotencia, falta de preparación para el puesto, actitud gandaya y una agenda que nada tiene que ver con la vida del Estado. Las cumple todas.

Por supuesto que hay otros diputados que tiene una o dos de esas características, pero difícilmente podemos encontrar otro que tenga las cuatro.

Enrique Aubry viene de una familia muy activa en la política veracruzana, pero él ya creció en la Ciudad de México. Ahí conoció a los hijos de Jorge González Torres, herederos del partido, y formó parte de lo que se conoció como los niños-verdes, jóvenes de clase media y media alta que rodeaban al Niño Verde mayor, Jorge Emilio González Martínez. Fue así como llegó a regidor del municipio de Cuautitlán en el Estado de México y como se convirtió en “delegado con funciones de presidente” (Aubry dixit) del Partido Verde, en Jalisco. Su función como delegado-presidente fue relegar a la estructura local del Verde y representar los intereses del dueño. Ya puestos en marcha, se hizo candidato plurinominal para el Congreso de Jalisco, siendo simultáneamente regidor en el Estado de México. Su elección fue impugnada, pues era imposible en términos lógicos, que el señor acreditara su vecindad en Jalisco siendo regidor allá, pero el Tribunal Electoral desechó la impugnación por cuestiones de forma y nos lo enjaretaron como diputado.

El dipu-verde se hizo aún más famoso porque hace ocho días, a la salida del Estadio Jalisco, le echó bronca al diputado José Antonio De la Torre y sacó a relucir sus guaruras (que pagamos nosotros, por supuesto). No es la primera vez que Aubry saca a pasear su machismo y prepotencia. De febrero para acá le ha cantado la bronca a José María Martínez, por un asunto del reparto de oficinas; luego a Salvador Arellano, porque el señor dijo que se estaban “metiendo en sus comisiones”. En otra ocasión insultó en público al líder de la bancada del PRI, Roberto Marrufo, que lo toleró porque necesita su voto.

Para colmo, Aubry está “exigiendo” una de las siete posiciones en la renovación del Instituto Electoral porque dice que no hay que hacerse bueyes, el Instituto se lo terminarán repartiendo los diputados, como siempre lo han hecho. Lo único que falta es que el señor cante la bronca por no entregarle su parte del botín.

Esto, como diría Monsiváis, es sólo para documentar el optimismo. Salud.

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