Jalisco

Familiares de “sospechosos” señalan falta de información en el IMSS

Con el aumento en la afluencia de personas que temen infectarse del virus A H1N1, el IMSS no ha informado si están sobresaturados ni cuánto hay que esperar para ser atendido

GUADALAJARA, JALISCO.- Él ardía como el infierno, con tos, dolor de cabeza y 24 años de edad. “Está invadido de influenza”, pensó ella invadida por el pánico. Lo trepó a un taxi y lo llevó a la clínica 48 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El jueves, ella está sentada con la madre de su esposo en los únicos asientos del pasillo del piso nueve de la clínica 46, donde el IMSS arraiga a los “sospechosos” de contagio de influenza humana, detrás de dos puertas colocadas el lunes pasado para “aislar” este virus que algunos expertos califican como “promiscuo” por la facilidad que tiene para mutar e intercambiar material genético con gripes de otra especie (en este caso, el cerdo).

Ambas respiran miedo y en silencio, como las calles, la ciudad, el país... Con el rostro anónimo detrás de una tela azul, fracturan el aire con las palabras cuando se les pregunta cómo está su familiar.

“Se enfermó ayer (el miércoles) en la mañana, de la 48, lo mandaron a la 110; que ahí iban a hacerle estudios y luego que no, que para acá (la 46). Pero nomás no informan nada. Estamos muy mal atendidos todos”, cuenta indignada la madre, quien se desahoga porque “ya pasó lo peor”: confirmaron que su hijo no es de los que tienen “ese virus”; es de los más de 100 casos descartados en Jalisco.

“Metieron a seis o a siete en una misma ambulancia, a las tres de la mañana, imagínese. Los mandaron sin expediente y sin familiares, a excepción de mi hijo y de otro. Llegando aquí no los querían atender porque no traían familiares ni expedientes pero venían graves, con temperatura… de veras muy mal el trato”, agrega la madre quien repentinamente veda sus palabras –como los besos, los abrazos, en estos tiempos virulentos– y agranda los ojos ante la aparición del “jefe del piso 9”, que ordena a la reportera retirarse “porque la política del IMSS es que toda la información debe ser manejada a través de la Secretaría de Salud de Jalisco (SSJ). Vaya a Dirección, con la directora”, recalca y remueve sus labios para llamar a seguridad por su radio.

Piso 2: “Si gusta puede esperar a la directora, no tarda… en estos días se la pasa en urgencias o en terapia intensiva”, justifica la secretaria. En ese lapso llega una doctora encinta, pidiendo que la reubiquen a otra clínica. Desde el martes 28, el Gobierno federal indicó que las embarazadas no debían laborar. Le comentan que vaya con otro doctor.

–    “Vengo de con él, me dijo que viniera para acá porque mi jefe dijo que tenía que seguir presentándome”, dice la mujer que cubre su embarazo con una gran bata blanca.

–    “Ay, qué raro que la hayan mandado para acá”, reflexiona la secretaria, apenada porque se evidencia que no hay coordinación al interior de la institución y porque forzosamente brota otra inquietud: ¿Si así es el trato y los cuidados con el personal, qué pasa con la atención a los enfermos?


Otra de las trabajadoras busca entre las torres de papeles.

– “Aquí está, venga (levanta un par de hojas engrapadas). Aquí dice que por orden oficial las embarazadas no pueden trabajar. Es muy riesgoso que trabaje. Váyase con el sindicato, con este papel se ampara”.
La embarazada se despide con el documento en sus manos, aliviada. En minutos llega la directora y reitera la postura de “imposible” que permitan entrevistar a cualquier persona dentro del Instituto, “es una normativa y no es por ocultar información”. Se levanta, se despide y al darse vuelta replica en secreto a sus trabajadores: “Acompáñenla (a la reportera), asegúrense de que salga del edificio en este momento”.
Al cruzar la puerta de salida, en Lázaro Cárdenas casi esquina 8 de Julio, el policía se alborota, lanza claves “secretas” de que “aquí está a la que buscan” y pide a la gente que “la detengan”. En segundos se aglomeran otros policías exigiendo con voz elevada a la reportera que se identifique, que los medios tienen prohibido el paso y que “qué busca”.

Posteriormente, Comunicación Social del IMSS pidió una disculpa a este diario e intentó conseguir una entrevista solicitada desde hace una semana tanto a esta dependencia como a la SSJ, en cuanto a la capacidad de respuesta de ambas instituciones a la epidemia. Sin embargo, la Dirección General, en la Ciudad de México, reiteró que toda la información debe manejarla el Gobierno del Estado. Hasta el momento no han transparentado cuántas camas tienen, cuántos medicamentos, cuántos doctores capacitados, cómo ha sido el trato o el procedimiento a los pacientes y a los familiares de los posibles casos del virus A H1N1.

Urgencias: “El purgatorio”

Dicen por ahí que “los besos mexicanos te llevarán al paraíso”. Hasta el momento, en Jalisco nadie ha llegado hasta allá, de acuerdo con cifras oficiales del Gobierno del Estado. Pero muchos han tenido que atravesar el purgatorio.

El lunes 27, médicos especialistas y directivos del IMSS determinaron en una reunión que los pacientes con síntomas de influenza serían canalizados a la clínica 46, por ser de las pocas que cuentan con un piso de Infectología. A mediodía, Urgencias estaba saturado y no había camas para todos los enfermos, de acuerdo con personal de esta área.

En esta clínica, como en otras del IMSS, al no haber cabida los asignan a camillas, si bien les va. En la 45 (ubicada en Santa Tere), por ejemplo, los enfermos pueden pasar la noche amarrados al suero y a los medicamentos que les suministran vía intravenosa, y sentados en una silla.

Con el aumento en la afluencia de personas que temen infectarse del virus A H1N1, el IMSS no ha informado si están sobresaturados ni cuántas horas tiene que esperar un enfermo con más de 38 grados de temperatura y el miedo a flor de piel. Aún peor, si llegan a otra clínica tienen que aguardar a que una ambulancia esté disponible para trasladarlos, como el joven de 24 años que llegó con fiebre casi un día después y del cual EL INFORMADOR no pudo concluir su historia, por la instrucción de desalojar el edificio.

Otro paciente que desde hace dos semanas considera que muestra todos los síntomas que “explican los medios de comunicación”, al igual que su esposa, su hija, su yerno y su nieto (los últimos tres siguen hospitalizados), cuenta que han sido días de incertidumbre porque “no nos hicieron la prueba para ver si tenemos esa enfermedad, pero tampoco nos dicen nada. Nuestra pregunta, si no tenemos, ¿entonces qué tenemos, pues?, porque se muere uno ¿y qué?”.

Continúa el relato vía telefónica (no pueden salir de casa porque siguen enfermos) y explica que a su nieto no lo quisieron recibir en la 110 aunque tenía fiebre, “porque decían que era más peligroso internarlo. Pero ahorita (el sábado) se lo llevó su mamá a uno privado, porque ya se puso más malito… en serio que a nadie, a nadie se le puede desear, yo veo que todos andan sin cubrebocas… ‘algame Dios, sólo el que carga esto sabe lo que pesa’”.

Otro caso es la hija de una reportera de la televisión. La ingresaron al Hospital Civil el miércoles pasado y los estudios para determinar si era influenza los hicieron hasta el día siguiente, porque “en la noche los laboratorios están cerrados”. En teoría, los resultados deben estar en 24 horas, pero los entregaron después de 30 horas y vía telefónica. La madre exigió tener los documentos impresos y después de que el asunto se transmitió en el noticiero para el que labora, la Secretaría de Salud Jalisco aceptó entregarlos.

Y una vez más la pregunta: ¿Es el mismo trato para los que no tienen recursos?, ¿se les informa de todo lo que pasa? Al menos la mamá del joven internado en la 46, entrevistada por EL INFORMADOR, asegura que no.

En los manuales de la Organización Mundial de la Salud para abordar esta epidemia, la transparencia de los gobiernos hacia la población es una prioridad.

¿Realidad o ficción?


Por internet y por las calles circulan ecos de rumores, leyendas y suspicacias, ante la falta de credibilidad en los gobernantes.
Para un franelero de la avenida Chapultepec, “esto es como el chupacabras aquel de (Carlos) Salinas (de Gortari). Ya va a ver, nos van a salir con alguna transa. Y lo malo es que uno pues no saca nada de dinero estos días, porque la gente ya no sale y ¿en qué trabaja uno?”.

Un niño cree que es como el ántrax: “Es un atentado terrorista”, afirma con la seguridad que le dan “todas las noticias que ha visto en la televisión últimamente, “porque no tengo nada mejor que hacer… ahora sí me siento muy informado”.

A los correos llegan mensajes de que todo es un negocio farmacéutico o una cortina de humo para despistar a la gente. Otros, los que se quedan en casa o salen con cubrebocas, piensan que son las medidas de protección mínimas para que esto “no sea una pandemia”.

La religión católica también está en punto de ebullición. Una creyente afuera del Templo Expiatorio recuerda a los católicos que a esta enfermedad no hay que tenerle pánico. “Al pecado deberíamos tener miedo. Mire, todo es cuestión de fe, estamos pidiendo a la virgencita de Zapopan para que nos libre de esta influenza. Y vea, no han llegado casos a Jalisco, porque hemos abogado y ha intercedido para que no llegue esta calamidad”.

Otra mujer va pasando con su cubrebocas y señala que no teme por ella sino por el mundo, porque esta “peste” es una señal de las cartas de Lucía (se refieren a la desorientación diabólica en el mundo): un símbolo de que se acerca el fin del mundo.

Las clínicas lucen atiborradas por la alerta sanitaria. Autoridades instan a evitar la saturación y estar alerta ante los síntomas de la influenza humana, enfatizando la alta temperatura.

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