Jalisco

El Hospital Civil absorbe gastos de pacientes abandonados

Cuando los familiares del enfermo no regresan por él, el nosocomio se hace cargo mientras es acomodado en un albergue

GUADALAJARA, JALISCO (07/JUL/2013).- A pesar de que no es un tema de grandes dimensiones en cuanto al número de pacientes, pues significa una mínima parte de los egresos hospitalarios por día, el abandono de enfermos sí representa un problema por el hecho de que los gastos de los pacientes son absorbidos por el propio hospital, refiere el sub director médico del Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, Antonio Mora Huerta.

“Normalmente se acomodan en un albergue, porque al hospital le cuesta muy caro el día cama; no es igual medirlo en un hotel que en un hospital, porque el costo no es nada más la cama, sino toda la instalación que rodea y el hospital que se paga, todo lo que nosotros ganamos, y las enfermeras”.

Este problema de abandono de pacientes es añejo en la unidad hospitalaria, pues el “Viejo Civil”, como se conoce entre la población, desde sus inicios se ha considerado como un lugar en donde se atiende a la comunidad doliente, sin recursos y en situación vulnerable.

Generalmente se trata de personas de la tercera edad con enfermedades crónicas debilitantes, y con nivel socioeconómico muy bajo, aunado a la pérdida de una red de apoyo familiar.

De acuerdo con el director del nosocomio, Héctor Raúl Pérez Gómez, son los vecinos o personas conocidas quienes muchas veces llevan al anciano al hospital, para que reciba atención médica.

Se presentan casos en los que los pacientes no tienen familiares en primer grado, y es cuando se logra contactar a familiares no tan cercanos, pero que a pesar de ello se hacen cargo de la persona.

Reconoce que el problema existe, pero que ya se tiene mayor conciencia que antes entre la sociedad, en el tema del respeto y apoyo al adulto mayor.

Sin embargo, un paciente que no es reclamado, o alguien que no tenga ninguna red de apoyo y recursos económicos nulos, es el nosocomio el que sale al quite.

“El hospital se hace cargo completamente; hay que recordar que las instituciones públicas como la nuestra, tenemos tabuladores de cuotas de recuperación, en donde si un paciente no tiene con qué aportar una cuota de recuperación, el paciente no aporta absolutamente nada, y quien aporta, pues eso nos sirve para los demás”, reconoce Pérez Gómez.

EL DATO

La ley los protege

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La Ley del Adulto Mayor, que entró en vigor en 2011, advierte que serán objeto de sanciones económicas quienes realicen cualquier acto de abandono, humillación, discriminación, burla, mofa, exploten, maltraten o abusen sexualmente de los adultos mayores. También prevén sanciones para quienes no compartan con los adultos mayores alimentación y cuidados.

IBA RUMBO A EU

Salió de su natal Guatemala en busca de dinero para mejorar su vida y la de su familia. Viajó, como miles de personas lo hacen cada año, en un tren que lo llevaría a Estados Unidos, donde previó que conseguiría un trabajo, mandaría dólares y podrían comprar una plancha para hacer tortas y venderlas.

El sueño americano se convirtió en pesadilla. En Guadalajara, al caer del tren donde viajaba, el joven de apenas 23 años sufrió un accidente en el que perdió sus dos piernas y dos dientes, además de sufrir más heridas.

Luego de ser atendido en la Cruz Roja, terminó en el Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, sin ningún familiar que lo reclamara ni dinero para pagar sus gastos.

Este es otro tipo de pacientes que, si bien no son abandonados por algún familiar que nunca los recogió, no hay nadie que se haga responsable de ellos, por lo que el hospital se hace cargo de su estancia hospitalaria.

Lo mismo sucede con las personas que llegan accidentadas o heridas, de las que no se sabe ni el nombre, por lo que nadie los reclama.

Es recurrente que este tipo de pacientes se queden en las instalaciones del hospital por varios días, o meses, pues en el caso de los migrantes no tienen a dónde ir, y evitan a toda costa decir de dónde provienen para que Migración no los regrese a su lugar de origen.

Respecto a los indocumentados, generalmente hombres, es un fenómeno que se ve cada vez más dentro del hospital, refiere la jefa de Trabajo Social del citado nosocomio, María Guadalupe Macías Villagrán.

“Hay veces que podemos tener de dos a tres pacientes (migrantes) por mes, o puede ser que no tengamos nada en un mes, o que tengamos hasta cinco o seis migrantes”, indica.

La mayoría de los migrantes que llegan a solicitar apoyo médico en el hospital, se trata en consulta externa por problemas como desnutrición, infecciones de vías urinarias o padecimientos bronquiales.

Cada que llegan migrantes, el hospital está obligado a dar aviso a Migración, quien los busca para regresarlos a su país, pero muchas veces no se quieren regresar y encuentran la manera de seguir con su viaje hacia Estados Unidos.

Sin embargo, según comenta la trabajadora social, cuando llega un migrante en condiciones graves, es común que vayan acompañados al menos por una persona, la cual le otorga un celular de bajo costo al paciente, para estar monitoreando su avance.

Según le han referido algunos pacientes en esta situación, estas personas, algunos de ellos migrantes ya radicados en Guadalajara, buscan a los indocumentados que bajan de los trenes con la finalidad de integrarlos a grupos de trabajo en avenidas, para que soliciten dinero o comida.

“La propuesta es que va a andar mendingando en las calles, andar en las esquinas, pidiendo dinero y tienes que dar una cooperación; entonces, los están monitoreando, cuando ven que ya se van a dar de alta, aquí la labor de Trabajo Social es tener que estar pegados a esos pacientes para convencerlos de que se vayan (a su país)”.

Durante su estancia en el hospital, que fue de dos meses, el joven guatemalteco estuvo acompañado de trabajadoras sociales, quienes lo comunicaban con su esposa para que no se perdiera el lazo familiar.

Luego de su recuperación, regresó a su hogar y con las aportaciones voluntarias de diversas personas se logró juntar el dinero que necesitaba para comprar su plancha y emprender su negocio de tortas.

“Se va, me habla por teléfono de Guatemala y me dice, mi esposa y yo estamos contentos de que nos volvimos a juntar, mis hijos también, contentos, y pensando y asimilando cómo vamos a manejar nuestro proyecto de vida”, finalizó Macías Villagrán.

Don Carlos

Don Carlos llegó por su propio pie a la Consulta Externa del Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” con problemas de desnutrición, gastrointestinales y pulmonares.

Requirió de medicamentos que no pudo comprar, por lo que fue derivado a la jefatura de Trabajo Social.

Fue ahí donde platicó su historia, a la que no quería regresar. Vivía en casa de su hijo, nuera y nietos, pero cuando murió su hijo, lo relegaron y dormía en el patio, con unos cartones como cobija, platicaba el anciano.

Se le buscó lugar en un asilo para ancianos, pero las trabajadoras sociales del hospital batallaron para encontrarle un espacio, porque no cualquier institución se quiere hacer cargo de una persona en todos los sentidos, como medicamentos, alimento y atención general.

También se buscó a su nuera para verificar la situación que el señor refirió, a lo que ella respondió que no se podía hacer cargo de él, pues era una mujer viuda que no tenía cómo poder apoyarlo.

Tras la búsqueda, el señor ingresó a un asilo, en donde después resultó que maltrataban a las personas que atendían, por lo que se envió a otro, en donde le ayudaron a tener una actividad productiva para poder ganar algún dinerito.

Pacientes como el señor Carlos recurren al Hospital Civil para recibir alguna atención, o son llevados por algún vecino o familiar, que después no se hace responsable de ellos.

  • Olvidan también a personas con problemas mentales

“Aquí vengo con mi hijo, les toca a ustedes; yo no me hago responsable”, fueron las palabras de una señora que llegó con su hijo de 16 años al Centro de Atención Integral en Salud Mental (Caisame) Estancia Prolongada, perteneciente a la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ).

El joven de 16 años presentaba daño cerebral severo por su abuso de las drogas, y según su madre, ya era imposible atenderlo; entonces, se le dio ingreso al centro, recuerda Francisco Javier Ramírez Barreto,  jefe de Hospitalización del Caisame Estancia Prolongada.

De la señora nada se supo después. Cuando el paciente mejoró su estado mental, empezó a referir algunos datos y fue posible encontrar a su abuelo, quien residía en la Ciudad de México.

Tras negociaciones para que se hiciera cargo del muchacho, el abuelo pidió tiempo para poder acondicionarle un lugar, y al cabo de dos meses, vino por su nieto y se lo llevó.

Este joven paciente es uno de las, en promedio, 10 personas que cada año son abandonadas en el centro coloquialmente denominado el “Zapote”, que equivale a 1% del total de ingresos.

“Alrededor de 1% de los pacientes (que llegan) tienen una situación de abandono, ya sea porque los familiares los traigan y se nos vayan, ya sea porque algún familiar que lo cuida ya no puede cuidarlo, o nos lo trae la Policía o el DIF, como una derivación”.

Se trata de pacientes con enfermedades mentales crónicas, como esquizofrenia, pacientes psicóticos o con lesiones cerebrales irrecuperables, que más allá de la dificultad de su padecimiento, lo que más pesa es la situación social y familiar que viven, pues son personas irritables o impulsivas que generan un distanciamiento familiar y tienen mayor susceptibilidad a ser abandonados.

En el periodo de vacaciones de verano, Semana Santa y Pascua o fin de año, es común que lleguen personas con pacientes con problemas mentales, porque supuestamente, lo notan mal o atraviesan por una crisis de su enfermedad.

La cuestión es que los familiares no regresan cuando se les indica en el hospital, y vuelven hasta que sus necesidades de no tener al paciente en casa se satisfacen, o llegaron de vacaciones.

“En periodo previo a vacaciones nos traen a los pacientes, y no vienen por ellos cuando se los pedimos, sino, probablemente dejan que pasen vacaciones y ya empiezan a venir”.

Aunque el fenómeno también se da en el Caisame Estancia Breve, es más común en Estancia Prolongada, refiere el médico.

“Es muy característico de la salud mental; los familiares están cansados, están lastimados, y la sociedad donde vive el paciente lo ha amenazado de que si vuelve a hacer algo lo van a abandonar”.

Enfermos “heredados”

De acuerdo con el médico, cuando ingresa un paciente, se trata de hacer un trabajo integral con él y su familia, a través de programas de psicoeducación.

Si la familia ya no puede mantener al paciente, debido a la gravedad de su enfermedad, se hacen puentes de comunicación con autoridades de su municipio, o con otros familiares para que el enfermo regrese a su entorno.

Es decir, se activa un proceso de atención para  buscar que el paciente no quede en situación de abandono.

“En cerca de 80 o 90% de los pacientes podemos contactar que algún familiar, o que alguna autoridad como el DIF, nos ayude, para que busquemos otras alternativas cuando el paciente ya ha sido egresado”.

En los casos en que los familiares no regresaron, el Caisame atiende al paciente para su pronta recuperación y rehabilitación integral de su padecimiento mental, además de capacitarlos, en quien es posible, para que puedan reincorporarse a la sociedad.

Otro tema es el de los pacientes “heredados” al Caisame. El estigma acerca de las enfermedades mentales continúa, pero ya no como anteriormente sucedía, cuando llegaban personas con pacientes para dejarlos por siempre en el centro.

“Tenemos una población de pacientes que nos fueron heredados desde hace muchos años, que ya viven con nosotros, y por la historia natural de su edad, hay pacientes que fallecen, y que sí fueron abandonados aquí a la puerta del hospital y que, bueno, esa práctica antes era muy usual”.

Hay casos en los que dejaban al paciente en el centro, y dada su condición mental tan deteriorada, no daba datos sobre su familia, por lo que quedaron a cargo del hospital.

Al tener esta problemática, desde hace 12 años se comenzó con una política institucional para ser un centro en donde se ofreciera una rehabilitación al paciente, pero no para que se quede de manera indefinida.

Según comenta el médico, es ahí donde entra el trabajo coordinado con otras instituciones y las propias familias de los pacientes.

“Evidentemente, termina siendo un problema, porque hay pacientes que no los puedes externar, que no tienes a dónde; al final, el paciente y su condición mental no te da ningún dato, y termina viviendo en nuestras instalaciones”.

La idea es que se logren acuerdos con otras  instituciones como asilos o albergues, para que acepten a los pacientes y sigan recibiendo su tratamiento de salud mental.

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