Jalisco
Ausencia de puentes saca lo temerario a los peatones
Usuarios de un centro de salud en Zapopan, mecánicos de Carretera a Chapala y vecinos de López Mateos denuncian un viacrucis cotidiano
GUADALAJARA, JALISCO (26/SEP/2012).- Las leyes y los códigos de Jalisco ponen al peatón como el usuario prioritario de las obras viales, pero la realidad es otra. Para ejemplo están tres cruces en los ingresos a la ciudad: Carretera a Saltillo y la calle Piedras Negras; Carretera a Chapala, desde el Periférico hasta la Calzada Lázaro Cárdenas; y Prolongación López Mateos, entre Ciudad Bugambilias y la plaza comercial después del Fraccionamiento El Palomar.
Desplazarse a pie por las proximidades de la Carretera a Chapala es evidencia suficiente: cientos de automóviles circulando a gran velocidad por ambos sentidos complican el andar del caminante, quien, a lo largo de poco más de tres kilómetros y medio (desde el Periférico hasta la Calzada Lázaro Cárdenas), sólo encuentra cinco puentes peatonales.
Los giros comerciales más comunes son llanteras; la gran afluencia de vehículos y los constantes accidentes atraen a decenas de mecánicos: ellos son quienes denuncian “pocas” alternativas para cruzar la carretera, aunque reconocen que hay más puentes que en otros puntos de la ciudad.
Mario Reséndiz, ayudante de una llantera próxima al cerro de El Tapatío, relata su accidentado inicio de jornada, pues la zona en que se halla su domicilio queda lejos de cualquiera de esos puentes. “Como el tráfico está duro como entre siete y ocho, entonces me cruzo con cuidado, los carros van más despacio. Si me voy a cualquiera (de los puentes), hago como 15 minutos caminando y, luego, otros 15 en bajarlo para regresarme: no me conviene”.
Del Periférico a Lázaro Cárdenas hay cinco puentes; son tres kilómetros y medio poblados con más de 10 colonias.Que no haya banquetas en muchas partes del tramo recorrido agrega peligro. “Por eso es la batalladera (sic) de diario; faltan puentes y, los que están, están flojos”, dice María Martínez Domínguez, vecina de la colonia El Órgano. Otros advierten que más puentes no resolverían nada: en la zona operan “bandas organizadas” que asaltan, precisamente, a quienes usan estos puentes.
Las “nuevas fronteras”
Parece una broma, pero reírse sonaría a insulto. En la Avenida López Mateos, entre Ciudad Bugambilias y el acueducto de San Agustín, hay siete puentes peatonales repartidos en ocho mil 600 metros lineales. De verdad, no es broma. Es más, Laura Castellanos Pérez, residente de la Colonia El Campanario, tiene que tomar un camión, a la salida de su casa, para llegar al siguiente puente peatonal y cruzar la avenida convertida en la Carretera Guadalajara-Colima.
“Aquí no tienes de otra… o te la avientas a la ‘¡viva México!’, o te jodes y le caminas”, dice la vecina de esta colonia zapopana, una de las zonas más afectadas por una frontera que se construyó con el tiempo, producto de la combinación entre urbanización y la preferencia de las autoridades por hacer vías rápidas para los automotores.
Los únicos puentes peatonales contiguos se localizan entre Ciudad Bugambilias y una plaza comercial después de El Palomar, es decir, dos kilómetros de frontera imaginaria constituida por ocho carriles, cuatro de cada lado, y un muro de contención que lo detiene todo, menos peatones temerarios.
Sobre la Carretera a Saltillo y el cruce con la calle de Piedras Negras —después de la valla, en la curva, donde tampoco hay banquetas— está el Centro de Salud Arroyo Hondo. Llegar a la consulta o a la revisión médica puede considerarse un acto de alto riesgo si es vecino de la colonia Villas de Guadalupe, en Zapopan, porque hay que bajar una escalera de piedras, esperar, correr y esquivar coches o camiones, brincar el muro de contención y volver a esquivar a los automóviles hasta llegar a la entrada y saber que el regreso será igual de peligroso.
Los vecinos saben que arriesgan su vida al cruzar la Carretera a Saltillo, pero actúan como si estuvieran acostumbrados a la falta de infraestructura para el peatón, como puentes, banquetas, pasos de cebra, semáforos, etcétera. Este cruce, que no está marcado como tal, es parte del requisito para llegar al Centro de Salud Arroyo Hondo, que tiene 17 años de existencia y en una jornada, de 08:00 a 20:00 horas, atiende más de 200 personas.
Hace tres años el centro de salud pidió formalmente un puente peatonal; expusieron que era urgente porque hasta han atendido a atropellados. ¿Los semáforos? Lejos: entre uno y otro hay casi 500 metros de distancia. Y nadie camina hasta allá porque implica ir a la orilla de la Carretera a Saltillo y sentir, muy de cerca, cómo los automóviles cortan el viento.
David Fernández Ruiz, médico responsable del Centro de Salud, explica que la solicitud del puente fue ignorada por el Ayuntamiento de Zapopan. “Dijeron que no”, dice Fernández Ruiz, quien atiende a vecinos que, paradójicamente, arriesgan su vida por la salud.
OBRAS ESTATALES
La Sedeur defiende inversiones
La Secretaría de Desarrollo Urbano afirma que sí ha invertido en puentes peatonales: ayer dijo que ha destinado más de 250 millones de pesos en el sexenio para 60 nuevos y para reforzar otros, incluyendo algunos de competencia federal, por petición de vecinos o municipios.
Desplazarse a pie por las proximidades de la Carretera a Chapala es evidencia suficiente: cientos de automóviles circulando a gran velocidad por ambos sentidos complican el andar del caminante, quien, a lo largo de poco más de tres kilómetros y medio (desde el Periférico hasta la Calzada Lázaro Cárdenas), sólo encuentra cinco puentes peatonales.
Los giros comerciales más comunes son llanteras; la gran afluencia de vehículos y los constantes accidentes atraen a decenas de mecánicos: ellos son quienes denuncian “pocas” alternativas para cruzar la carretera, aunque reconocen que hay más puentes que en otros puntos de la ciudad.
Mario Reséndiz, ayudante de una llantera próxima al cerro de El Tapatío, relata su accidentado inicio de jornada, pues la zona en que se halla su domicilio queda lejos de cualquiera de esos puentes. “Como el tráfico está duro como entre siete y ocho, entonces me cruzo con cuidado, los carros van más despacio. Si me voy a cualquiera (de los puentes), hago como 15 minutos caminando y, luego, otros 15 en bajarlo para regresarme: no me conviene”.
Del Periférico a Lázaro Cárdenas hay cinco puentes; son tres kilómetros y medio poblados con más de 10 colonias.Que no haya banquetas en muchas partes del tramo recorrido agrega peligro. “Por eso es la batalladera (sic) de diario; faltan puentes y, los que están, están flojos”, dice María Martínez Domínguez, vecina de la colonia El Órgano. Otros advierten que más puentes no resolverían nada: en la zona operan “bandas organizadas” que asaltan, precisamente, a quienes usan estos puentes.
Las “nuevas fronteras”
Parece una broma, pero reírse sonaría a insulto. En la Avenida López Mateos, entre Ciudad Bugambilias y el acueducto de San Agustín, hay siete puentes peatonales repartidos en ocho mil 600 metros lineales. De verdad, no es broma. Es más, Laura Castellanos Pérez, residente de la Colonia El Campanario, tiene que tomar un camión, a la salida de su casa, para llegar al siguiente puente peatonal y cruzar la avenida convertida en la Carretera Guadalajara-Colima.
“Aquí no tienes de otra… o te la avientas a la ‘¡viva México!’, o te jodes y le caminas”, dice la vecina de esta colonia zapopana, una de las zonas más afectadas por una frontera que se construyó con el tiempo, producto de la combinación entre urbanización y la preferencia de las autoridades por hacer vías rápidas para los automotores.
Los únicos puentes peatonales contiguos se localizan entre Ciudad Bugambilias y una plaza comercial después de El Palomar, es decir, dos kilómetros de frontera imaginaria constituida por ocho carriles, cuatro de cada lado, y un muro de contención que lo detiene todo, menos peatones temerarios.
Sobre la Carretera a Saltillo y el cruce con la calle de Piedras Negras —después de la valla, en la curva, donde tampoco hay banquetas— está el Centro de Salud Arroyo Hondo. Llegar a la consulta o a la revisión médica puede considerarse un acto de alto riesgo si es vecino de la colonia Villas de Guadalupe, en Zapopan, porque hay que bajar una escalera de piedras, esperar, correr y esquivar coches o camiones, brincar el muro de contención y volver a esquivar a los automóviles hasta llegar a la entrada y saber que el regreso será igual de peligroso.
Los vecinos saben que arriesgan su vida al cruzar la Carretera a Saltillo, pero actúan como si estuvieran acostumbrados a la falta de infraestructura para el peatón, como puentes, banquetas, pasos de cebra, semáforos, etcétera. Este cruce, que no está marcado como tal, es parte del requisito para llegar al Centro de Salud Arroyo Hondo, que tiene 17 años de existencia y en una jornada, de 08:00 a 20:00 horas, atiende más de 200 personas.
Hace tres años el centro de salud pidió formalmente un puente peatonal; expusieron que era urgente porque hasta han atendido a atropellados. ¿Los semáforos? Lejos: entre uno y otro hay casi 500 metros de distancia. Y nadie camina hasta allá porque implica ir a la orilla de la Carretera a Saltillo y sentir, muy de cerca, cómo los automóviles cortan el viento.
David Fernández Ruiz, médico responsable del Centro de Salud, explica que la solicitud del puente fue ignorada por el Ayuntamiento de Zapopan. “Dijeron que no”, dice Fernández Ruiz, quien atiende a vecinos que, paradójicamente, arriesgan su vida por la salud.
OBRAS ESTATALES
La Sedeur defiende inversiones
La Secretaría de Desarrollo Urbano afirma que sí ha invertido en puentes peatonales: ayer dijo que ha destinado más de 250 millones de pesos en el sexenio para 60 nuevos y para reforzar otros, incluyendo algunos de competencia federal, por petición de vecinos o municipios.