Jalisco
A microfonazos
El alcalde tapatío mordió el anzuelo y cometió el error
El alcalde tapatío mordió el anzuelo y cometió el error. Ante la presión ejercida por Enrique Alfaro para discutir el tema de la policía metropolitana con mando único (una idea que vale la pena pensar) Aristóteles pateó el balón fuera de la cancha y dijo, e insistió, que el problema está la Procuraduría y en el Poder Judicial, que sueltan a los malandros.
El argumento es tan infantil como negarse a separar la basura porque luego los del camión la revuelven. El tema de seguridad tiene muchas aristas y es una proceso complejo. Igual podríamos decir que el problema de seguridad es que los secretarios de Economía y Educación de los últimos 40 años no hicieron bien su chamba y que ahí está el origen de la inseguridad. Pero a Aristóteles le toca en este momento la policía preventiva de su municipio y de eso tiene que dar cuentas; tiene todo el derecho a opinar sobre el Poder Judicial, pero eso no es lo que se está discutiendo. El tema es si debe o no haber una policía metropolitana con mando único.
La respuesta no puede ser simplona ni de botepronto. Sin duda, la propuesta de Alfaro tiene muchas virtudes, quizá tantas como defectos. Los alcaldes, por responsabilidad constitucional y por certeza política, no se pueden dar el lujo de perder el control de la policía, pero la seguridad sigue siendo la primera obligación del Estado y el derecho básico de los ciudadanos. Si lo vemos sólo desde el punto de vista legal, como lo propone el alcalde Vielma en Zapopan, no vamos a avanzar nunca. Si la propuesta es simplemente entreguen a su policía y ahí les avisamos lo que pase, este proyecto se seguirá viendo como una provocación política y no como una solución.
Hay que subirle el nivel al debate. Tenemos que discutir la propuesta de una policía metropolitana pero también, como se ha planteado ya en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) la posibilidad de 32 policías estatales o incluso, como lo ha planteado el Gobierno federal, la posibilidad de una gran policía nacional. Ninguna resuelve todo y todas tienen asegunes. Lo que no es serio es que el debate sea a microfonazos, es decir mandándose recados a través de los reporteros. La seguridad pública es hoy el problema número uno del país y es en este momento la ventaja competitiva más importante de nuestra ciudad porque estamos menos peor que otros, pero así es (por cierto, la ciudad incluye Tlajomulco).
Ponerla en riesgo por grillas políticas es simple y llanamente irresponsable.
El argumento es tan infantil como negarse a separar la basura porque luego los del camión la revuelven. El tema de seguridad tiene muchas aristas y es una proceso complejo. Igual podríamos decir que el problema de seguridad es que los secretarios de Economía y Educación de los últimos 40 años no hicieron bien su chamba y que ahí está el origen de la inseguridad. Pero a Aristóteles le toca en este momento la policía preventiva de su municipio y de eso tiene que dar cuentas; tiene todo el derecho a opinar sobre el Poder Judicial, pero eso no es lo que se está discutiendo. El tema es si debe o no haber una policía metropolitana con mando único.
La respuesta no puede ser simplona ni de botepronto. Sin duda, la propuesta de Alfaro tiene muchas virtudes, quizá tantas como defectos. Los alcaldes, por responsabilidad constitucional y por certeza política, no se pueden dar el lujo de perder el control de la policía, pero la seguridad sigue siendo la primera obligación del Estado y el derecho básico de los ciudadanos. Si lo vemos sólo desde el punto de vista legal, como lo propone el alcalde Vielma en Zapopan, no vamos a avanzar nunca. Si la propuesta es simplemente entreguen a su policía y ahí les avisamos lo que pase, este proyecto se seguirá viendo como una provocación política y no como una solución.
Hay que subirle el nivel al debate. Tenemos que discutir la propuesta de una policía metropolitana pero también, como se ha planteado ya en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) la posibilidad de 32 policías estatales o incluso, como lo ha planteado el Gobierno federal, la posibilidad de una gran policía nacional. Ninguna resuelve todo y todas tienen asegunes. Lo que no es serio es que el debate sea a microfonazos, es decir mandándose recados a través de los reporteros. La seguridad pública es hoy el problema número uno del país y es en este momento la ventaja competitiva más importante de nuestra ciudad porque estamos menos peor que otros, pero así es (por cierto, la ciudad incluye Tlajomulco).
Ponerla en riesgo por grillas políticas es simple y llanamente irresponsable.