Jalisco

18 años después

Hace 18 años, la tragedia del 22 de abril le abrió la puerta al PAN, o más bien, sentenció la salida del PRI de la alcaldía de Guadalajara

Hace 18 años, la tragedia del 22 de abril le abrió la puerta al PAN, o más bien, sentenció la salida del PRI de la alcaldía de Guadalajara. Si bien se puede decir que las explosiones del Sector Reforma fueron la puntilla para que se diera la alternancia en Guadalajara, también es cierto que en las elecciones federales de 1988, los ciudadanos habían mandado el mensaje de que comenzaban a estar hartos del partido único. En la elección del 6 de julio de 1988, el PRI perdió siete de los ocho distritos metropolitanos; sólo ganó el entonces distrito XVI, que abarcaba el Nororiente de la ciudad, incluida la colonia Hermosa Provincia. Fue una primera advertencia de lo que en febrero de 1995 se convertiría en una feroz golpiza.

La tragedia del 22 de abril abrió heridas que ya calaban hondo dentro del PRI y se aprovechó el desastre social y político para el cobro de facturas internas. Fue el propio PRI el que condenó a prisión a su alcalde recién electo, Enrique Dau Flores (llevaba 22 días en el cargo), y fue el propio PRI el que destituyó de manera fulminante al gobernador del Estado, Guillermo Cosío Vidaurri, ocho días después de la explosión. Había rencores y hubo alcalde y gobernador sustitutos, y desde entonces el PRI perdió cinco elecciones seguidas en Guadalajara y tres en el Estado.

Justamente por eso, la presencia del alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, en el acto conmemorativo del día de ayer era fundamental. Era la oportunidad de que el PRI diera de nuevo la cara frente a los damnificados de una tragedia que originó una empresa de Estado y que el Gobierno federal de aquellos años, con Carlos Salinas de Gortari al frente, manejó con una supuesta “visión de Estado” (anteponiendo los intereses del Tratado de Libre Comercio) y con un tacto de elefante.

La sola presencia de Aristóteles Sandoval habría mandado un mensaje de renovación, pero sobre todo, habría contrastado con la concha que han desarrollado los políticos panistas tras 15 años de ejercicio en el poder.

Probablemente, Aristóteles no la vio y la dejó ir, pero la lectura en la sociedad es que el PRI que volvió es el mismo que se fue; después de tres lustros de retiro obligatorio, el tricolor sigue siendo el mismo. Hoy nadie quiere abanderar ni tomarse la foto con las personas a quienes, sin deberla ni temerla, el 22 de abril les cambió la vida.

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